Sínodo Amazónico: el rol de la mujer en la iglesia católica

Sínodo Amazónico: el rol de la mujer en la iglesia católica

“La iglesia con rostro indígena” es la protagonista de las sesiones del Vaticano en los trabajos de los círculos del sínodo de los obispos de la región pan-amazónica. Dos obispos de diócesis amazónicas comparecieron ante la prensa: monseñor Wilmar Santin, de Itaituba, en el estado brasileño de Pará, y monseñor Medardo de Jesús Henao del Rio, vicario apostólico de Mitova, Colombia.

El papa sueña con un sacerdote indígena en cada pueblo

El carmelita monseñor Santin, que desde diciembre de 2010 es párroco entre los indígenas Munduruku, más de 11.000 personas en 175.000 kilómetros cuadrados, que ocupa la mayor parte del Estado de Pará, recordó lo que le dijo el cardenal Hummes, presidente de la Red Eclesial Panamazoniana (REPAM), “El papa Francisco tiene un sueño: ver a un sacerdote indígena en cada pueblo amazónico”, y ante las dificultades, dijo Santin, el santo padre pidió “comenzar con lo que la iglesia ya te permite: el diaconado permanente”. “Hicimos un plan, y nos dimos cuenta de que era mejor empezar a crear ministros de la Palabra, antes que los de la Eucaristía. Porque en nuestro clima ecuatorial húmedo la hostia consagrada no puede ser guardada por mucho tiempo”.

En 2017 se instituyeron los primeros 24 ministros de la Palabra de Munduruku, 20 hombres y 4 mujeres, “que comenzaron a celebrar en sus propias lenguas y a predicar” Y este año “hemos instituido otros 24: 19 hombres y 5 mujeres, para que hoy haya 48 ministros de la Palabra munduruku que pueden decir, como el pueblo que escuchó a los discípulos después de Pentecostés: Los oímos hablar de las grandes cosas de Dios en nuestras lenguas”.

Pronto, concluyó el obispo brasileño, “instituiremos ministros de bautismo y matrimonio, porque los munduruku, que son en su mayoría bautizados, están deseosos de bautizar a sus hijos y casarse en la iglesia, y trataremos de tenerlos en cada pueblo. Veremos entonces cuándo será posible ordenar diáconos indígenas”. “Debemos llegar a tiempo donde está la gente”, finalizó el obispo. “Debemos cambiar la estructura de la iglesia, para que sea más ágil, ya no sea tan lenta en la toma de decisiones, y no dependa sólo del sacerdote, para lograr llevar la Palabra de Dios a todos los lugares”.

Medardo de Jesús Henao del Rio, de Mitova, Colombia, es misionero salvadoreño de Yarumal, cuenta que ya ha ordenado un diácono indígena, de los 27 grupos presentes en su diócesis, en un territorio de 57.000 kilómetros cuadrados, con una amplia población de 44.000 habitantes. “Lo ordené en el rito romano y en el rito indígena: Entramos en el contexto de la cosmogonía de los nativos. Los líderes indígenas colocaron una corona en la cabeza del diácono, señal de un hombre que adquiere sabiduría dentro de la comunidad y que dirigirá a la comunidad. Luego el diácono fue recibido por la comunidad: cruzó toda la iglesia llevando el Libro de los Evangelios, que es la mayor sabiduría, y bailando. La comunidad lo aplaudió y el rito de ordenación terminó con el abrazo de la paz”.

Los diáconos, cerca de la tradición indígena

Henao del Rio aclara que se trata de “asimilar algunos valores de las comunidades indígenas que son coherentes con los valores cristianos. Ciertamente no podemos sacralizar todo lo que es indígena, pero tampoco podemos satanizarlo. Debemos estudiar todos sus ritos, lo que significan para ellos y para los que están en comunión con el servicio de la iglesia. El diácono es un servidor de la comunidad, concluye el obispo colombiano, y este ministerio está muy en consonancia con la tradición indígena. Hay, por ejemplo, un rito indígena que se celebra cuando una comunidad tiene mucha comida y la comparte con otra comunidad, que la recibe y la agradece con una fiesta”. Son ritos, situaciones, dentro de su celebración, que son compatibles con su propia cultura y también con su ser cristiano.

“En el Sínodo somos 40 mujeres, pero detrás de cada mujer hay muchas otras mujeres, como las que participaron en el proceso de escucha presinodal”, señaló Gloria Liliana Franco Echeverri, Presidenta de la CLAR – Confederación Latinoamericana de Religiosos. Sobre el papel de la mujer en la iglesia de hoy, subrayó que “la iglesia tiene rostro femenino, es madre, es maestra, pero en este tiempo es básicamente hermana y discípula. Tenemos todo un camino por recorrer, en el que nosotras no somos protagonistas. La iglesia está en discernimiento, y la culminación no sabemos si será en este o en otro momento: continuemos como hermanos y hermanas, para que el rostro de la mujer en la iglesia sea cada vez más agudo”.

En cuanto al tema sobre la violencia contra las mujeres, la hermana Franco Echeverri hizo hincapié en este punto: “No hay un pueblo que esté exento de ello”; y en la Amazonia, las formas más extendidas de violencia son “la trata de personas, muy ligada al tema de la migración y la explotación sexual de las mujeres; la violencia en el hogar, ligada por ejemplo al alcoholismo; a la negación del derecho, de la posibilidad de estudiar y de acceder a una atención sanitaria eficaz”. Finalmente, abordó el tema de los asesinatos de mujeres, como las monjas asesinadas “porque han abrazado la causa de la defensa de los pobres y de los pueblos indígenas. Son mujeres, religiosas, mártires, empeñadas en el cuidado y defensa de los pobres, con sudor y sangre han fecundado la Amazonia”.

La ecología, nuevo paradigma en la iglesia

Toda la discusión en las congregaciones generales, resume Paolo Ruffini, prefecto del dicasterio para la Comunicación de la santa sede, “giró en torno a tres grandes temas, que se entrelazaron entre sí y todos relacionados con la Amazonia: la cuestión ecológica, con los riesgos de un desarrollo depredador, la necesidad de cambiar de paradigma, a través de la inculturación del Evangelio, y la forma de ser iglesia en la Amazonia, con nuevos ministerios ordenados y la atención a los sacramentos para todas las comunidades”.

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