La escasa evolución de las exportaciones

La escasa evolución de las exportaciones

Por Salvador Treber

Una de las mayores dificultades que debe enfrentar la Argentina actualmente es lograr un incremento anual autosostenido a nivel anual de las ventas en los mercados externos. Durante 2018, las mismas totalizaron US$ 61.621 millones, que equivale a un 13% respecto al monto de las de que realizó México en el mismo período; 25% comparadas con las de Brasil; y 80% con las chilenas. Sin embargo, nuestro país llegó a exportar una década atrás más de cuatro veces lo que logró en el mismo período Perú, pero en 2018 solamente lo superó en un 30%. Ello es así porque mientras todos los precitados países no pararon de crecer, nuestra economía sufrió un extenso estancamiento que todavía no ha logrado superar. Cuesta encontrar las causas pero en promedio implica un retroceso promedio equivalente al 27,3%.

En 2011 se llegó al tope de US$ 83,9 miles de millones, cifra que se mantiene desde entonces como record absoluto, y en los dos años subsiguientes los respectivos totales fueron bastante aproximados. A partir de entonces, los sucesivos retrocesos o incrementos se mantuvieron en niveles muy similares. Ese evidente estancamiento constituye el principal obstáculo para recuperar un sostenido ritmo de crecimiento de toda la economía y por tanto, del Producto Bruto Interno (PBI). Esa situación se ha tornado crónica pese a que China ha intensificado sus compras, que explican el leve incremento recientemente registrado. En el mejor momento, las exportaciones argentinas representaban un 0,8% de las mundiales y actualmente apenas llegan al 0,34%.

Que sea Argentina el país de América latina en que menos han crecido las exportaciones significa que ha perdido en buena medida la capacidad competitiva de otrora que la impulsó para convertirse en la 21º potencia económica mundial; rango del cual ha descendido al 26º actualmente. Resulta evidente que ha perdido capacidad competitiva justamente cuando todos se empeñan para incrementar sus ventas externas y lo están logrando en mucha mayor medida. Debe ser motivo de gran preocupación para las autoridades argentinas, pues no es un gravísimo inconveniente. Desde principios del presente siglo nuestro país es el que en toda América latina exhibe el menor incremento en sus exportaciones después de liderarlas por un extenso período, durante la segunda mitad del siglo XX. Eso pudo ser posible porque sus principales empresas no han logrado desarrollar los indispensables atributos competitivos.

Principales factores de estancamiento

A todo lo antes mencionado se puede sumar la escasa capacidad operativa y la elevada inflación vigente. En el esquema mundial actual el comercio internacional es liderado por un grupo de empresas extranjeras que han multiplicado su gestión a punto tal que unas 60 de ellas llegaron a exportar anualmente más de US$ 100.0 millones cada una y 15 de las más poderosas lograron superar los US$ 1.000 millones. Obviamente, en nuestro caso gravitan negativamente las múltiples falencias estructurales además de un insuficiente abastecimiento local que no garantiza la provisión de elementos y repuestos indispensables, además de una notoria carencia de personal debidamente entrenado. En los últimos años se han sumado a tales factores la irracional apertura establecida por la gestión del presidente Mauricio Macri para admitir el ingreso de importaciones, con la inexplicable autorización para mantener en el exterior el resultado de dichas operaciones sin obligación ni plazo alguno para ingresarlas al país; absurda decisión que no se verifica en ningún otro país del planeta y beneficia sólo a los mayores exportadores.

La dificultad que enfrentan muchas empresas en pos de aportar al progreso, es la de poder incorporar técnicos adecuadamente formados, lo que conlleva no poder adoptar decisiones sobre planes a cumplimentar en el largo plazo. Un ligero vistazo a la realidad económica mundial permite verificar que los 20 países que se caracterizan por el altísimo nivel de sus exportaciones son, a su vez, también los máximos importadores. Debe tenerse muy presente que la mitad del comercio a nivel mundial se realiza entre países que han suscrito tratados de recíproca apertura. Este es un grave obstáculo para nuestro país porque sus gobernantes no se han preocupado por celebrarlos.

Las empresas argentinas enfrentan serias dificultades por no existir convenios que los regulen y ello explica que 2/3 de la colocación externa es en mercados que imponen elevados aranceles de ingreso. Dentro de las empresas, de 100 en que se concretan ventas solo nueve operan en nuestro país. A su vez, las firmas locales que exportan equivalen al 5,0% del total de las que existen en Latinoamérica. Otra expresión reveladora es la que surge de comparar la relación existente entre exportaciones y trabajadores ocupados en esa actividad. Dicho indicador en Argentina es de US$ 3.350, es decir, notoriamente inferior al nivel que exhiben los países más pequeños del continente como Uruguay, Paraguay, Panamá y Costa Rica; superando levemente la mitad de índice promedio mundial que asciende a US$ 5.517.

Entre las principales falencias a corregir se destaca que las exportaciones argentinas per cápita llegaron en 2018 a apenas a US$ 1.394. Este dato verifica porqué quedamos detrás de Chile, Paraguay, Perú y Panamá. Tal constatación debiera convertirse, de por sí, en un factor de impulso y esforzarnos por elevar de inmediato nuestras actuales exportaciones. A ese efecto gravita mucho la experiencia internacional generalizada, pues permite advertir anticipadamente hasta qué punto se deben consolidar la vigencia de variables que fueron aplicados en otros países del área para concretar proyectos de largo plazo, aún sin mayores aportes adicionales de capital. En tal sentido, será vital concertar acuerdos comerciales de integración recíproca, tanto económica como financiera. Tal proceso requiere además reducir considerablemente los aranceles vigentes que son, junto con los de Brasil, los más elevados de Latinoamérica.

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