El hastío de Atlas

El hastío de Atlas

Según la mitología griega, Atlas era un gigante poderoso que fue condenado por Zeus a mantener separada la tierra del cielo, para toda la eternidad. Para ello, debía cargar el firmamento sosteniéndolo con sus fuertes manos y hombros, manteniendo el equilibrio y las fuerzas de todo el Universo.

Si observamos vagamente la realidad circundante, con el mundo sumergido en una importante crisis y paralizado ante la pandemia, todo indicaría que el titán condenado quizás ya se ha cansado de su inquebrantable y prolongada labor. Parecería que la estabilidad se ha desdibujado y el cielo, de pronto, se nos vino abajo.

Sin embargo, si nos abocamos a realizar una mirada holística y también retrospectiva, entenderemos que el devenir de nuestra humanidad siempre estuvo caracterizado por sucesos que marcaron cambios de rumbos. Y este nuevo evento seguramente aportará importantes elementos para un nuevo viraje.

Si pretendemos comprender de qué manera podría esto repercutir en el ámbito de las relaciones internacionales, propondría asemejarlo a un juego de cartas: sencillamente, hoy se está barajando el mazo. Aún no poseemos certezas sobre los naipes que cada integrante decidirá jugar; tampoco tenemos a las claras con qué realidad se encontrará cada jugador cuando las cartas estén ya repartidas.

No obstante, a sabiendas del entorno y de los jugadores, podríamos aventurarnos a inferir tres probables definiciones de la partida. En primer lugar, la globalización que veíamos avanzar a pasos descomunales, en lo inmediato se verá inexorablemente frenada y retraída. Pues la hemos sentado en el banquillo de los acusados, ya que, juzgada incluso desde el sentido común, contribuyó en gran medida a la rápida propagación del virus. Pero también es cierto que la solución a este statu quo mundial sólo podrá proveerla una sincera y profunda cooperación internacional.

El aislacionismo simplemente podrá mitigar situaciones transitorias intra nacionales, sin embargo, las soluciones de fondo deberán venir de la mano de una concurrencia de voluntades altruistas que crucen fronteras.

Conjuntamente, veremos seguramente interesantes cambios en la integración regional a través de los bloques económicos. De hecho, algunos conflictos ya han empezado a vislumbrarse en el Mercosur y en la Unión Europea.

Probablemente sea este el momento donde afloren muchas de las falencias contenidas a través de los años. Considero que no sería provechosa una regresión en este sentido luego de tantos años de trabajo, por ello, entiendo que se forjarán obligadamente nuevos mecanismos de funcionamiento. Por supuesto no será nada sencillo dadas las heterogeneidades existentes, las diferencias de peso de cada una de las economías individuales y los compromisos bilaterales extra bloque asumidos por cada uno de los miembros. La clave será dejar de lado finalmente las egolatrías y promover la integración desde un sentido que incremente la competitividad agregada, suscitando un desarrollo cuantitativo y real para cada miembro.

Por último, la polarización entre Oriente y Occidente, convertida en un juego de esgrima entre China y los Estados Unidos (que algunos académicos llamaron la nueva Guerra Fría), por el momento, y mientras el foco esté puesto en salvar la mayor cantidad de vidas humanas, estará aquietada, aunque no menos tensa.

Las confrontaciones, que comenzaron en el ámbito comercial, se extendieron luego de varios años hacia múltiples esferas. La crisis del covid-19 generará importantes cambios en el frágil equilibrio preexistente: es evidente que ninguno de los dos países saldrá inerte de este aprieto. Quizás por ello, al menos una importante proporción del resto de los jugadores se verá en la necesidad de abrirse hacia nuevos horizontes, tomando como eje el comercio internacional.

Cobrarán particular relevancia las cadenas de abastecimiento (que necesariamente serán más ágiles, cortas y seguras) y, como consecuencia, serán las cadenas de valor un fuerte bastión. Por ello, una provechosa salida a la crisis dependerá en importante medida de las economías regionales.

Hasta hace pocos meses, ciertos jugadores internacionales sostenían firmes sus cartas ganadoras, y tenían estratégicamente planificadas sus tiradas. No obstante, el virus obligó a barajar y repartir los naipes nuevamente. Todo nos lleva a suponer que este nuevo y desconocido escenario traerá frescos aires de victoria e inexorables (y quizás inesperados) derrotados. Entonces, al menos por el momento, estaremos a salvo de un desenlace apocalíptico, ya que Atlas continuará sosteniendo el reino celestial por algún tiempo más. Indudablemente, no querrá perderse el desenlace de esta nueva partida.

*Politóloga, máster en negocios internacionales

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