Úrsula Bahillo es el nombre que hoy se suma a la negra lista de mujeres asesinadas por un hombre.
Tenía apenas 18 años y una claridad sobre cuál sería su destino que angustia: sabía que su ex pareja, Matías Ezequiel Martínez, la iba a matar. Tan claro estaba, que hasta les pidió a sus amigas que no borren los mensajes, audios y fotos que ella le compartía en momentos de desesperación.
Úrsula había realizado muchas denuncias, se estima que 18. Tenía perimetral, pero Martínez la violaba igual. Para ella, este aberrante crimen era una posibilidad, porque sabía que su ex pareja, policía de la comisaría 2° de San Nicolás, era apañado por sus compañeros uniformados.
Úrsula era consciente, al igual que todas las mujeres, que somos víctimas de una sociedad machista y patriarcal, donde nadie nos cuida e, inclusive, nos entregan a nuestro femicida.
Esta joven bonaerense, oriunda de Rojas, ya no podía hacer nada más. Siguió todos los pasos burocráticos que un Estado femicida te obliga hacer, para luego dejarte desamparada. Porque es fin de semana; porque quien te violenta es amigo de la policía; o uno de ellos; o porque simplemente sos una más, que viene a molestar con sus denuncias: cualquier excusa es válida para dejarnos solas.
En lo que va de 2021 (y solo transcurrieron 41 días) ya se contabilizaron 44 mujeres muertas por femicidios.
Porque, eso sí, los gobiernos cuentan muy bien cada femicidio, para luego hacer estadísticas con nuestras muertes. Eso somos para la sociedad, un número más en una lista de mujeres asesinadas por hombres, una cifra que los políticos usan cuando les conviene.
El asesinato de Úrsula estaba anunciado desde el primer momento en que se acercó a una comisaría y su denuncia quedó en un simple papel.
Por eso digo que a Úrsula la mataron los policías de Rojas, los jueces que debían protegerla, todo el sistema la fue apuñalando aún en vida. Martínez sólo dio la puntada final, incentivado por la sociedad.