Áñez tras las rejas

Cuaderno de Bitácora | Por Nelson Specchia

Áñez tras las rejas

En un tiempo en que las situaciones extraordinarias se obstinan en permanecer, en trastocar los decursos rutinarios y convertir lo inesperado -una pandemia literalmente global por primera vez en la historia de la Humanidad- en ingredientes de nuevas normalidades, la política regional latinoamericana también parece querer cabalgar, siempre a su particularísimo modo, las corcoveadas de ese potro sorpresivo.

Así, tras una confiada ola de neoconservadurismo, que anunció que llegaba para restablecer equilibrios realistas de poder y modelos liberales ortodoxos de distribución de los factores económicos, han saltado golpes de timón en los cuatro puntos cardinales, que cuestionan aquella restauración conservadora y vuelven a poner en agenda programas heterodoxos, mientras abren la perspectiva de una nueva vuelta progresista (o populista, según la bibliografía que se escoja) en las postrimerías de la pandemia.

Con esas coincidencias tan significativas con que la historia suele colorear sus capítulos más reseñables, en la última semana dos acontecimientos apuntaron hacia la hipótesis bosquejada en el párrafo anterior: la máxima instancia judicial brasileña anulando de plano todas las causas del Lava Jato” centradas en el ex presidente constitucional Luiz Inácio Lula da Silva, y el procesamiento y detención de la ex presidenta de facto boliviana, Jeanine Áñez, por los delitos de sedición, terrorismo y conspiración.

Ambos eventos, separados apenas por algunas horas, dispararon una seguidilla de imágenes icónicas, que, junto a los ríos de tinta” (como decían las viejas crónicas periodísticas) que correrán en todos los medios del mundo, vienen a seguir colmando de páginas este tiempo obstinadamente extraordinario. Esas imágenes vuelven a aportar en el sentido de la hipótesis con que empecé estas líneas.

Como Jano -aquel dios de dos caras de la mitología- estas imágenes de América también son bifrontes. En Brasil, los festejos de un Lula que sale a la calle y lo celebran multitudes a cada paso; recibe la dosis de la vacuna contra el covid-19 en Sao Paulo; atiende a los corresponsales de los principales periódicos internacionales; y se ubica de inmediato encabezando las preferencias tras anunciar que evalúa volver a postularse a la Presidencia.

En Bolivia, la mujer que encabezó el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019; que lo empujó al exilio en Argentina y luego en México; que ordenó personalmente las represiones a las protestas en Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto) que provocaron 36 víctimas fatales, más de 800 heridos de gravedad y cerca de 2.000 detenidos y represaliados, era arrestada por la policía tras encontrarla oculta en la caja de un sommier en Trinidad, en los bajos valles del Beni, y trasladada a la celda de una comisaría de La Paz.

Es un Jano macondiano, delirante, desquiciado, porque ambas imágenes, en la misma semana, la de Lula saliendo libre a la calle con todos sus derechos políticos íntegros, y la de Áñez tras las rejas de una oscura penitenciaría, son desgarradoras. Y deberían ser, tanto para aquellos que las fustigan o para quiénes las celebran, también severas advertencias.

La ignominiosa embestida política utilizando las instancias judiciales contra Lula no puede quedar impune. El lawfare” debe investigarse en profundidad, identificar y detener a quienes lo instigaron y aplicaron, y extirparlo de raíz de las prácticas políticas en todos los Estados latinoamericanos. De Brasil, y, sí: también de la Argentina. La capacidad de las instituciones está, y si se pudo terminar con los golpes duros” que signaron los violentos años 70, se podrá terminar con los golpes blandos” que se han logrado filtrar por los intersticios judiciales y legislativos.

Y la prisión de Jeanine Áñez no puede implicar ningún tipo de venganza, de cobros” por cambios en las composiciones electorales, de clase, regionales, o raciales, aunque todos estos elementos de la ignominia hayan estado presentes en el golpe de Estado cívico-militar que interrumpió el decurso democrático boliviano.

Estas son las dos advertencias. Si los festejos por la liberación de Lula terminan por minimizar el lawfare” como método en la lucha política; o si el encarcelamiento de Áñez diese lugar a sospechas de desagravio por el desplazamiento y el exilio de Evo, ninguno de los dos capítulos de la historia contemporánea latinoamericana implicaría un avance, sino todo lo contrario.

Para que ambos aporten efectivamente al desarrollo de este tiempo tan obstinadamente extraordinario debe velarse por la plena vigencia de las garantías constitucionales: una investigación exhaustiva de cómo fue posible llegar a encarcelar a un ex presidente democráticamente elegido sin una sola prueba judicial concluyente, y todos los derechos de un juicio justo y un debido proceso a quién encabezó un golpe de Estado contra las instituciones de la República, tal como se hizo en la Argentina con las Juntas Militares.

No puede haber más lawfare”. Tampoco chivos expiatorios.

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