Memorias contrapuestas

Por Silvia N. Barei

Memorias contrapuestas

Hace un tiempo me escribió Iván Burnichon. Me conmovió su mensaje y le pregunté si podía reenviarlo por WhatsApp. Luego consideré que no debía quedar entre pocos este documento. E Iván me autorizó a incorporarlo a alguna de mis notas en este diario. Corresponde, en estos días, en este mes en que la memoria es una pared donde el tiempo escribe incesante”, como leeremos en el poema de Gelman.

I.

En el año 1973, mi abuelo Alberto, editó una plaqueta que tenía siete dibujos de Hermenegildo Sabat y un bellísimo poema de Juan Gelman. El cuadernillo es una pieza exquisita por su sobriedad, por la fuerza de las ilustraciones de Menchi” Sabat y por la poderosa poesía de Gelman. Bajo el celoso cuidado de mi abuelo, la publicación vio la luz en ese año tan turbado para Argentina y llevó por título Identidades” (Burnichon Editor, 1973). El poema no integra ninguno de los libros de Gelman, ni aparece en las numerosas antologías que existen de su prolífica obra, tampoco figura en sendos tomos de Obra reunida”. Aquí les convido Identidades”, un poema imperecedero como su autor, que hace 48 años editara mi abuelo como mensaje de belleza y esperanza”.

Alberto Burnichon fue secuestrado el 24 de marzo de 1976. Al día siguiente su cuerpo apareció en un aljibe de Mendiolaza. El poeta Manuel Castilla escribió:  El hombre que ustedes han matado amaba la poesía… hacía libros de poemas que regalaba a los obreros… y libros de aprender a ser gente”. Sabemos también que Juan Gelman (militante de las FAR, luego de Montoneros) partió al exilio en 1976. Su hijo y su nuera fueron desaparecidos en esos tiempos por la acción conjunta de las dictaduras uruguaya y argentina, y recién en el año 2000 encontró a su nieta, María Macarena, nacida en cautiverio en Montevideo.

II.

Al frente de mi casa, cuando vivía en el barrio Alto Verde, había una tapia bastante descascarada, que delimitaba un terreno baldío. Era buena pizarra para los grafiteros y a veces dibujaban cosas extrañas pero lindas. Un día apareció esta leyenda: Haga patria. Mate a un zurdo. AAA”. Entre 1974 y 1975 López Rega confeccionó la lista negra de la Triple A: aquellos considerados opositores peligrosos serán ejecutados donde se los encuentre”.

Muerto Perón, Isabel Martínez lo dejó hacer, sacó el Ejército a la calle y un decreto que, en 1975, estableció expresamente la orden de aniquilar el accionar de los elementos subversivos”.

Y el 76 empezó peor. Y no paró por siete largos años, que terminaron con la derrota en Malvinas y otra generación diezmada.

Entre los relatos recogidos para su historia denominada La vida privada en los campos de concentración”, Andrés Di Tella replica este testimonio: Cuando la Argentina ganó el Campeonato Mundial de Fútbol, los prisioneros escuchaban los goles cuyo sonido llegaba desde el estadio de River, a pocas cuadras de la ESMA. Al terminar el partido el Tigre Acosta subió corriendo al altillo para saludar a sus prisioneros y para llevar a algunos afuera para ver cómo festejaban los argentinos en las calles de la ciudad. Les dieron un momento para que se prepararan: las mujeres en particular, debían vestirse con sus mejores ropas y maquillarse. ‘A mí me subieron a un Peugeot 504 –recuerda Graciela Daleo-. Era tal la multitud de gente que no podían avanzar. Entonces yo le pedí al oficial a cargo si me dejaba asomar la cabeza por el techo. El tipo abrió el techo, me paré en el asiento y miré a la gente festejar. Festejaban como locos. ¡Con los campos de concentración llenos de gente!’”.

De algún modo lo resumen los versos de Alejandro Schmidt: Yo lo comprendí/ (estábamos vivos y muertos)/ y la patria era el viento”.

III.

Es conocido el episodio en el que un militar franquista le grita a Miguel de Unamuno, por entonces Rector de la Universidad de Salamanca, Abajo la inteligencia, viva la muerte”. Hace un par de días, el 27 de febrero, durante una marcha opositora aparecieron frente a la Casa Rosada unas bolsas negras simulando cadáveres. Cada una de ellas tenía el nombre de una persona que se desea muerta. Y esto en medio de la pandemia, del dolor de la gente, de los muertos conocidos y queridos, y también desconocidos como parte de esta contingencia, de esta patria, de este mundo.

Aunque parezca difícil de entender, hay argentinos que defienden la dictadura, que extrañan la consigna Viva la muerte” y que creen que algo así goza de la aprobación de Dios.

Dice Martín Kohan en sus reflexiones sobre Videla: El cristiano que es Videla admite: ‘Confieso que tengo una molestia en el alma, que es cómo hacer para darle una solución este problema’, que no es sino el de los desaparecidos. No obstante Videla dice que duerme tranquilo. Y duerme tranquilo porque descuenta que tendrá el perdón de Dios, si es que no su aprobación”.

Videla creía en su propio proceso de salvación por absolución de la Historia. Y a quienes no creemos posible tal indulgencia, nos quedan siempre pendientes muchas preguntas, entre ellas: ¿alcanza la justicia humana a reparar el sufrimiento de las víctimas? Y si no es así, ¿sería posible que el recuerdo, la memoria como derecho de los sobrevivientes (como pensaba Benjamin) sea la única que puede impedir que los crímenes se sigan repitiendo? Una lacónica respuesta afirmativa o negativa a cualquiera de los dos interrogantes es insuficiente, amén de que restar importancia a hechos oprobiosos u olvidarlos impunemente permite que las injusticias sigan sucediendo.

Memorias encontradas, memorias en disputa, memorias inciertas, memorias y olvidos, memorias íntimas y públicas, memorias borradas, quemadas, desaparecidas, memorias creíbles y descreídas, memorias antiguas y crepusculares, memorias oprobiosas, memorias adecentadas, memorias activas, memorias de los unos y los otros. Flujos de memorias que permean el presente y lo atraviesan sin lograr mitigar ese filo que llamamos grieta.    Resultado amargo: proyecciones a una actualidad que nos dejó el terrorismo de Estado y que resurge periódicamente. Reaparece sin que se advierta la responsabilidad absoluta de todo ser humano frente al sufrimiento.

 

Poeta, ex vicerrectora de la UNC

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