Haití, entre el ecocidio y el genocidio

Por Alejandro Teitelbaum

Haití, entre el ecocidio y el genocidio

No se trata de ayudar” a Haití, sino de respetar a su pueblo, de devolverle lo que es posible devolver de todo lo que se le ha despojado en 500 años.

Cuando Colón llegó en 1492 a la isla que llamó La Española se encontró con un verdadero vergel, ocupado por una gran población nativa que vivía pacíficamente. Pero desde 1500 comenzó la deforestación de la isla, para dar lugar a los cultivos de los conquistadores, y también la eliminación física de los nativos, que fueron reemplazados por africanos reducidos a la esclavitud.

Es así como, a comienzos del siglo XXI, la superficie de los bosques, que en el momento de la conquista ocupaba el 80% del territorio, en Haití se ha reducido al 2%, y en Santo Domingo al 30%, con tremendas consecuencias ecológicas y climáticas.

La primera república de América Latina y el Caribe y la primera República negra del mundo: hace algo más de 200 años, el 1º de enero de 1804, la población de Haití abolió la esclavitud y se proclamó república independiente; la abolición de la esclavitud suscitó temores de que cundiera el ejemplo entre los esclavos de las posesiones coloniales europeas vecinas y en los EEUU, donde existió la esclavitud hasta la guerra de Secesión, en el decenio de 1860. Por ese motivo, Haití sufrió un largo período de aislamiento internacional.

En 1802, Napoleón, que se propuso restablecer la esclavitud en las colonias, envió a Haití una expedición militar de 24.000 hombres al mando del general Leclerc, que logró, al comienzo, el acatamiento de una parte de los haitianos. Toussaint Louverture, con otra parte de los haitianos, no se dejó engañar y lucharon contra los franceses. Cuando cundió la noticia del arresto de Toussaint Louverture, de su deportación a Francia y del restablecimiento de la esclavitud en otras colonias, como Guadalupe, los rebeldes reiniciaron con más fuerza los combates; finalmente derrotaron al ejército enviado por Napoleón y entraron a Puerto Príncipe en octubre de 1803. Las fuerzas francesas, que había perdido varios miles de hombres y a su comandante el general Leclerc, evacuaron la isla en diciembre de ese año.

Desde entonces y hasta ahora los haitianos han debido soportar invasiones (como la de EEUU, desde 1915 a 1934), y dictaduras bajo su patrocinio (Duvalier padre e hijo, este último de regreso a Haití mientras a Aristide se le prohíbe volver), golpes de Estado y nuevas invasiones.

Cuando Aristide, el primer presidente de la historia haitiana elegido democráticamente, asumió el Gobierno en Haití en febrero de 1991, propuso aumentar el salario mínimo de 1,76 a 2,94 dólares por día. La Agencia para la Inversión y el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) criticó esta iniciativa, diciendo que significaría una grave distorsión del costo de la mano de obra. Las sociedades estadounidenses de ensamblado radicadas en Haití (es decir la casi totalidad de las sociedades extranjeras) concordaron con el análisis de la USAID y, con la ayuda de la CIA prepararon y financiaron el golpe de Estado contra Aristide de setiembre de 1991. Como la reacción internacional y el caos interno paralizaron las labores de las empresas estadounidenses, las tropas de ese país restablecieran a Aristide en el Gobierno en 1994 y aseguraran la impunidad a los jefes militares golpistas.

En 2004 se repitió el escenario de 1991, con Aristide, que había sido reelegido en 2001, políticamente desprestigiado, sitiado económicamente por EEUU y asfixiado por el FMI. Esta vez la expulsión de Aristide fue orquestada por EEUU, con Francia como segundo violín, y legitimada ex post facto por la ONU. Aristide había tenido, además, la imprudencia de reclamarle a Francia la devolución de la indemnización” que le pagó Haití en el siglo XIX, estimada al cambio actual en 21.000 millones de dólares.

En efecto, Francia le cobró a Haití por su independencia: en 1814 le exigió a Haití una indemnización de 150 millones de francos oro, que en 1838 rebajó a 90 millones. Cuando Haití aceptó el reclamo, Francia la reconoció como nación independiente y comenzó a percibir las cuotas de la indemnización que Haití terminó de pagar en 1883.

Enseguida después del derrocamiento de Aristide en 2004, se reunió en Washington una Conferencia de donantes”. Un año después, de los 1.080 millones comprometidos en la Conferencia, habían llegado a Haití 90 millones, la mitad de los cuales destinados a organizar las elecciones.

La MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) creada por el Consejo de Seguridad el 30 de abril de 2004 usando como pretexto la proliferación de delincuentes armados, realizó verdaderas masacres en Cité Soleil, el barrio más pobre de Puerto Príncipe y bastión de los partidarios de Aristide, el 6 de julio de 2005 y los días 16, 22 y 28 de diciembre de 2006, utilizando ametralladoras pesadas, cuyas balas atravesaban de lado a lado las miserables casas, como si fueran de papel.

Tras el terremoto que asoló Haití, el Consejo de Seguridad de la ONU, que se reúne en menos de 24 horas cuando quiere, tardó una semana en reunirse y adoptó como única decisión aumentar el contingente de la MINUSTAH a 8.940 militares y 3.711 policías.

Cuando, en setiembre de 2009, se discutió en el Consejo de Seguridad la prórroga del mandato de la MINUSTAH, varios diplomáticos plantearon la necesidad de darle una nueva orientación a dicha misión. El representante de Costa Rica dijo que lo que necesitan los haitianos es un porvenir mejor y, para poder comer, contar con un sector agrícola dinámico. Se preguntó por qué proseguir a un enorme costo la militarización de la MINUSTAH y la reconstitución de las fuerzas armadas si Haití no es objeto de ninguna amenaza exterior y dijo que era urgente superar el obstáculo que constituye el régimen de propiedad de la tierra.

Actualmente hay en Haití una fuerza militar casi equivalente a las fuerzas armadas desplegadas en Afganistán y en Iraq.

El salario mínimo en Haití estaba fijado desde mayo de 2003 en 70 gourdes por día, esto es 1,75 dólares, el mismo salario en dólares que había en 1991, cuando Aristide lo quiso aumentar a 2,94 dólares. En 2007 se produjo en Haití un enorme proceso inflacionario que afectó los precios de los productos básicos. Teniendo en cuenta dicha inflación, el salario mínimo industrial debió situarse entre 550 y 600 gourdes diarios. Después de dos años de discusión, el Parlamento haitiano aprobó en abril de 2009 un aumento del salario mínimo a 200 gourdes, es decir algo menos de 5 dólares diarios. El Presidente de la República y el Gobierno haitiano se rehusaron a ordenar la promulgación de la nueva ley.

Se produjeron entonces grandes manifestaciones de estudiantes y trabajadores reclamando la promulgación de la ley, las que fueron violentamente reprimidas por la policía haitiana y la MINUSTAH.

Finalmente, en agosto de 2009 se fijó el salario mínimo en 150 gourdes diarios (unos 3,50 dólares). Totalmente insuficiente para vivir, pero aún así inaceptable para las maquiladoras.

Quizás este aumento del salario mínimo puede explicar, por lo menos en parte, la ocupación de Haití por las Fuerzas Armadas de los EEUU. Como fue el caso con el golpe militar de 1991.

Robo y apropiación de niños

Haití tiene una larga historia de robos de niños, adopciones ilegales e incluso fundadas sospechas de tráfico de órganos de niños.

Ahora se están constatando numerosas transgresiones al interés superior del niño”: el robo de niños, la aceleración de los procedimientos de adopción y la expatriación de niños con fines presuntamente humanitarios. Todo ello en violación de la Convención de los derechos del niño, de la Convención sobre la Adopción Internacional, de las Directrices de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados sobre la protección de los niños en caso de conflictos armados o catástrofes naturales y de las recomendaciones del UNICEF.

El ACNUR y el UNICEF sostienen que, en circunstancias como las que está atravesando Haití, hay que paralizar los procesos de adopción, no hay que iniciar nuevos, no hay que usar indebida y abusivamente la calificación de huérfanos, sino de niños no acompañados” hasta que no se sepa con certeza la suerte corrida por sus padres y su familia próxima. E insisten en que no hay que expatriar a los niños para evitar que además del trauma de la catástrofe, sufran el trauma de separación abrupta de su medio habitual y de la ruptura de todo lazo familiar.

Después del terremoto, Holanda se llevó de Haití 109 niños que, al parecer, ya se hallaban en proceso de adopción, EEUU se llevó 53 niños a Pittsburg para mejorar su estado de salud”, aunque informaciones aseguran que ello facilitará los procesos de adopción por parejas que reúnan los requisitos. Es decir que debe entenderse que esos 53 niños ni siquiera estaban en proceso de adopción. Francia ya expatrió a más de 120, al parecer como resultado de una aceleración” del proceso de adopción.

Según una portavoz del UNICEF, Véronique Taveau, la política del organismo internacional es lograr la reunificación de la familia a toda costa y en ese sentido expresó su preocupación por la decisión de algunos países de acelerar los trámites de adopción.

En resumen, devolver a Haití. Devolverle en dinero, en reforestación, en desarrollo agrícola diversificado, en equipos, en reconstrucción, en material sanitario…

 

Abogado, diplomado en relaciones económicas internacionales.

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