Matrimonio igualitario: Respeto y liberación

Por José María Di Bello

Matrimonio igualitario: Respeto y liberación

Cuando hace casi 11 años la Presidenta de la Nación promulgaba la Ley de Matrimonio Igualitario, entre varias frases muy hermosas y emotivas que expresó, dijo una que me parece además de muy potente, una excelente síntesis de lo que significa matrimonio igualitario: «en realidad no hemos promulgado una ley, hemos promulgado una construcción social y como buena construcción social es transversal, es diversa, es plural, es amplia y no le pertenece a nadie, sino a quienes la construyeron: la sociedad”.

Siempre aclaro que la lucha por Matrimonio Igualitario tuvo más que ver con la segunda palabra, igualitario, y no tanto con el instituto matrimonial, institución que es una cabal expresión del patriarcado y a la que ahora accedemos para ponerla en discusión. Esta lucha nació en el clamor por la igualdad, la Ley de la Igualdad, por el respeto, se trata del reconocimiento y la restitución de derechos, pues como personas nos asisten los mismos derechos y por eso con los mismos nombres.

Esta lucha se origina en el orgullo, en la lucha por la liberación, liberarnos de la opresión del régimen patriarcal, de la heterocisnorma, de la hegemonía binaria y de todas las categorías de dominación. Nace en el convencimiento de la fuerza transformadora y revolucionaria de los feminismos populares y las disidencias genérico-sexual.

Se gesta en la indignación por cada pibite suicidade por la hipocresía y la represión social, en la furia por cada trava violada y asesinada por la fuerza policial, en la bronca por cada pute enVIHchade que murió abandonade en la «peste rosa», en la rabia por cada torta sometida a abuso y violación «correctiva» de los cobardes machitos, en la ira por cada marica golpeade o insultade por la patotita de machirulos hegemónicos, en la angustia por cada niñez disidente aislada jugando sola en el rincón del patio escolar y en la desesperación de cada una de las circunstancias y situaciones que puedas agregar a esta lista. En definitiva, se gesta en el olor nauseabundo de esta sociedad patriarcal heterocisnormativa, que denigra, oprime, viola y mata.

La conquista de la ley significó que el Estado dejo de discriminarnos, marca el reconocimiento jurídico de la igualdad y la inscripción de una nueva construcción social, y sin dudas que es motivo más que suficiente para celebrar, así como las numerosas normativas y políticas públicas que se sucedieron: mención fundamental a la gran Ley de Identidad de Género, única en el mundo, que inconfesadamente desde la identidad autopercibida introduce el quiebre jurídico normativo a la binariedad hegemónica; y la recientemente sancionada Ley del Cupo Laboral Trans.

Sin embargo, a 11 años y a pesar de las renovadas esperanzas, tenemos Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, aun todavía ellas y nosotres a plena luz del día caminamos atemorizades por las calles desoladas del pueblo y la gran ciudad, por señalar lo más nimio que nos pasa.

Muches dirán que hemos avanzado enormemente y tienen razón, y que tenemos que ser pacientes con la transformación social pero ahora que estamos del mismo lado de la cerca, tenemos menos paciencia para aceptar la invitación al asimilacionismo, en términos de aceptación del defecto; a la conformación de la sociedad patriarcal, heteronormativa, cisreglada. No vinimos hasta aquí por la aceptación, ni la tolerancia, sino por el respeto y la liberación. Llegamos hasta aquí para «soltarnos», para que nuestra praxis transformadora y revolucionaria nos lleve a cada une a deconstruir y a transicionar nuestra propia matriz de dominación machista para que no se perpetúe el sistema de opresión patriarcal.

 

Integrante del primer matrimonio entre personas del mismo sexo reconocido legalmente por la Argentina

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