Decrepitud del sistema electoral

Por Fermín Bertossi

Decrepitud del sistema electoral

Una profunda crisis ética, normativa y de anarquía político-partidaria, impregna nuestro sistema electoral, en vísperas de las próximas elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO/Ley 26.571/09)

¿Cuántas situaciones de precariedad y sufrimientos perduran y se profundizan, absurda y denigrantemente? ¿Cuántas heridas sellan la carne de ciudadanos que ya no tienen voz porque su grito se ha debilitado, escondido o silenciado a causa de tantos fracasos de los principales actores y protagonistas políticos de siempre? ¿Cuánta pobreza e indigencia más serán necesarias para enjuiciar con cabal justicia electoral tan tremenda aporía política gubernamental exhibida en los últimos 55 años?

Ojalá que estos cuestionados y polémicos sufragios PASO, ya no reflejen indiferencias o absentismos que humillan, ni una habitualidad que anestesia el ánimo o acicatea cinismos autodestructores.

Ojalá que lo hagamos empezando a independizarnos de todo candidato eterno (muchos de los actuales aún con mandatos vigentes hasta el año 2023); de funcionarios y legisladores que descaradamente viven de campaña; de la corrupción; de la desigualdad; de los privilegios y las inequidades; del nepotismo; de la mentira; del robo; de la indignidad; de antiguas tradiciones políticas familiares empoderadas por enriquecimientos ilícitos; todo lo cual nos viene denigrando, humillando, postergando, sutilmente sometiendo y despersonalizando.

Ojalá que esta vez, al votar, elijamos escuchando el clamor de la vida humana mutilada en cada pensionado y jubilado ordinario, en cada médico, enfermero, docente y agente del orden maltratado e infra retribuido; ojalá nos acordemos de las ulcerosas heridas de la biodiversidad, de la desnutrición, del hambre, de la indigencia, de la libertad y de la dignidad, de la justicia y de la honestidad, de la amistad cívica, del auténtico federalismo, de la cultura del trabajo y de nuestra casa común.

Ojalá que esta oportunidad revele que aprendimos a elegir a quienes puedan devolvernos dignidad, respeto, equidad, sacrificios compartidos, paz interior y una educación eficaz con neutralidad política, que procure también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano y la sociedad en su relación con la naturaleza y la producción. A quienes no olviden los daños provocados a las víctimas de la corrupción, de los privilegios, de la inseguridad personal y familiar, de los servicios públicos, ni de las culposas consecuencias actuales -algunas irreparables- por la politización e ineficacias oficiales en la gestión de la pandemia y cuarentena por coronavirus.

Entre otros notables, el propio ex presidente Macri, aún en ejercicio, afirmó: es una falta de respeto dilapidar recursos en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias”, agregando que le daba mucha bronca” que el Estado financie una elección que solamente se hace en la Argentina. No se equivocaba Tomas Abraham cuando denunciaba que con las PASO estamos siendo víctimas de una consulta fraudulenta, de un insulto a la ciudadanía fraguado por los mismos que promulgaron estas leyes inconstitucionales. Por eso mismo no debemos hacerles el juego a estas cínicas castas que viven de esto y para esto. Claramente, de tal modo electoral, nuestro país no solo en nada avanzó con estas prácticas inconstitucionales, sino que retrocedió aceleradamente en términos de legitimidad, ciudadanía y cultura democrática y republicana, pero, fundamentalmente, en calidad de vida. Sobre esto último, resulta lapidario para la casta política vernácula consultar y contrastar los índices oficiales entre el año 1966 y este 2021. Dicha casta aún impune, olvida y omite que no somos esclavos de ellos cuando ocasionalmente nos han gobernado y nos gobiernan pésimamente, sino que ellos no son más que nuestros empleados provisorios.

¿Cómo salir de esta crisis ética, política, partidaria, electoral, concediendo o renovando nuevas plataformas a los responsables de tantos desafueros?, ¿y cómo no defender nuestra democracia, nuestra república, nuestros derechos y valores sin envalentonar a sus verdugos?

Ojalá sepamos y podamos superar la indiferencia -o irresponsabilidad cívica- que reina campante entre nosotros. Ojalá evitemos, sin demora, recaer en caricaturas electorales.

 

Profesor en el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales – UNC.

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