El ingeniero, la carne y el cañón

Por Roy Rodríguez

El ingeniero, la carne y el cañón

La historia, a medio contar, a medio coincidir, diría que el mismo día en que un cañón paraguayo llamado Criollo disparó por primera vez, para defender a la ciudad de Asunción del ataque de un buque de la Armada Imperial brasileña durante la Guerra de la Triple Alianza, el parlamento argentino aprobó una ley que convocaba a concurso internacional y premiaba a quien diseñara un sistema de frío capaz de permitir el transporte de carne congelada, desde Argentina a Europa. Era un 7 de setiembre de 1868. Y el ingeniero George Thompson reportaba como oficial del ejército paraguayo.

Thompson, llegó a Paraguay en 1848, cuando el gobierno de Carlos Antonio López contrató a más de un centenar de ingenieros extranjeros para desarrollar caminos, construir ferrocarriles e incluso poner en marcha los procesos de fundición de acero en Ibicuy.

Tiempo antes de que se desatara la infame guerra de la Triple Alianza, donde Argentina, Brasil y Uruguay enfrentaron al Paraguay, Thompson fue parte del equipo de ingenieros que diseñó y construyó el primer ferrocarril paraguayo. El país, gobernado por Francisco Solano López, era el más próspero de Sudamérica, por entonces. “Una numerosa flota mercante paseaba la bandera tricolor por los ríos y mares (se estudiaba una línea de buques a vapor entre Asunción y Londres con escalas en Buenos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro)”, escribe José María Rosa.

En las fundiciones del Ibicuy, donde se fabricaban repuestos y algunas armas livianas, cuando comenzó la guerra, las campanas de las iglesias se convirtieron en cañones. Dos enormes moles de bronce y acero llamadas El Cristiano y El Criollo, dispararían durante meses ante la avanzada aliada.

Las pinturas que recuerdan la resistencia paraguaya en Angostura pintan a Thompson al pie del cañón Criollo. Antes había diseñado toda una estructura de defensas y trincheras que dificultarían el avance de brasileños y argentinos sobre Asunción. Incluso ideó una línea de damajuanas flotantes sobre el río que sus enemigos creyeron minas. El ingeniero se había vuelto coronel. George, Jorge.

“Cubrí las armas en la batería izquierda con ramas, para ocultarlas por completo (…) El Silvado subió solo y pasó las baterías, recibiendo daños considerables del Criollo, que lo golpeó con un proyectil de acero en su línea de flotación. (…) Desde ese día subían, casi a diario, los acorazados a bombardear Angostura.”, escribe Thompson en The war of Paraguay. Su resistencia duró hasta finales de la primavera de 1868. El escarnio (y el negocio) de la guerra dos años más. Cuando todo terminó, los cañones fueron trofeos: El Cristiano terminó en poder brasileño. El Criollo y sus 10 toneladas en Argentina. La mitad de la población paraguaya murió. Y miles de argentinos y brasileños. Carnes de cañón.

Ya en paz, el ferrocarril paraguayo fue a manos de una compañía inglesa. Las fundiciones del Ibicuy, destruidas. Y, por décadas, las banderas tricolores desaparecieron las aguas de ríos y mares del sur. Fueron británicas y francesas.

La carne

Tiempo después del desastre de Curupaity, hacia el final de su gobierno, en 1868, Bartolomé Mitre dispuso un concurso. Se otorgarían 8000 pesos a quien presentara el mejor sistema para transportar carne fresca en barco hacia Europa. Ese año, Charles Tellier, el inventor del sistema frigorífico, hizo el primer intento. La carne partió de Londres con destino Montevideo en el buque City of the Rio de Janeiro. El sistema de frío tuvo desperfectos. Pero mostró un camino (Inglaterra –Montevideo). El concurso de Mitre también.

El próximo barco fue el Eboe, nombre con el que los griegos solían invocar al dios Baco. Lo rebautizaron Le Frigorífique. Y le instalaron tres motores diseñados por Tellier para enfriar. El 19 de setiembre de 1877 partió desde La Havre, en Francia, con destino a Buenos Aires. El viaje duró tanto como la resistencia del coronel Thompson en Angostura. El 25 de diciembre, un selecto grupo de hombres de la Sociedad Rural Argentina probaba la carne recién llegada. Gusto fuerte.

En A history of the frozen meat trade, James Critchell y Joseph Raymond afirman que el primer transporte exitoso de carne congelada en el mundo partió de San Nicolás el 7 de octubre de 1877 y llegó a Havre en Francia el 7 de mayo de 1878. Parte de la carga, unos 5.500 corderos, fueron servidos en el Grand Hotel de Paris. El sistema de frío de Tellier había sido perfeccionado por Carré. Julién Carré. El vapor que realizó el viaje se llamaba Paraguay. La bandera era otra.

Charles Thompson sobrevivió a la guerra. Efrain Bischoff lo encuentra en Córdoba, durante el gobierno de Sarmiento, a cargo del Departamento Topográfico, abriendo nuevos caminos entre los cerros y el monte del norte provincial.

El cañón Criollo fue exhibido durante años en la zona de Tribunales en Buenos Aires como trofeo de guerra. Y a punto estuvo de ser fundido para convertirse en parte del Cristo Redentor que separa Argentina de Chile. Juan Domingo Perón decidió devolverlo. El Cristiano, dicen las crónicas, permanece en un museo. En la ciudad de Rio de Janeiro. Bajo otra bandera.

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