La educación es central para construir un mundo diferente. Aprender sobre economía circular transforma a las personas, nos ayuda a pensar y cambiar las realidades cotidianas con reflexiones que van desde la forma en que consumimos alimentos hasta cómo nos vestimos. De la misma manera, nos permite ver que los plásticos están en nuestra vida para aportar valor y que pueden seguir un proceso sustentable y circular si los consumimos de manera responsable, los separamos y no los abandonamos en el ambiente.
Hoy hay una gran potencialidad para crecer en este sentido. Según el último índice de reciclado realizado por Ecoplas, en conjunto con la Cámara Argentina de la Industria de Reciclados Plásticos, en 2020 se recuperaron 282.000 toneladas de plástico (258.000 toneladas son de reciclado mecánico y 24.000 toneladas como recuperación energética en hornos de cemento), lo que presenta una tendencia creciente en el país: desde el 2003 se reciclaron casi 5 veces más plásticos.
Todos los materiales tienen un impacto negativo si son mal dispuestos. Una economía circular” significa reducir el desperdicio de la mano del desarrollo productivo, aprovechar al máximo los recursos, reciclar y revalorizar, generar empleo, innovar, emprender y cuidar el medioambiente. Por eso, la educación y el consumo responsable son centrales para lograr esta mirada de triple impacto: social, económica y ambiental.
Hoy el 70% de los valiosos recursos naturales que extraen y se consumen, se convierten en desperdicio. La mayor parte del consumo se realiza sin tener en cuenta el impacto de ese producto ni los residuos que ocasiona. En Argentina se generan 1,1 kilos de residuos sólidos urbanos por persona por día, lo que representa 14 millones de toneladas anuales, de las cuales 43% termina en basurales a cielo abierto. Sólo 4 de 10 argentinos no recicla, gracias a que cada vez hay más y mejores herramientas para construir el futuro que queremos y necesitamos.
Creemos en un círculo virtuoso donde no hay desperdicio, un mundo donde todo se convierte en otra cosa de forma circular. Por eso queremos inspirar y colaborar con el comienzo de una nueva cultura: ¿qué pasaría si cada producto fuera diseñado para no volverse basura?, ¿qué tal si lo que ya no sirve se convirtiera en materia prima para hacer otra cosa? Más que nunca, necesitamos potenciar un cambio cultural local y global para que la circularidad sea realidad.
La participación social es el gran motor de ese cambio: poder generar instancias de aprendizaje en etapas formativas resulta indispensable para que las personas descubran el impacto que tienen en el planeta y sus propias vidas. Por eso desde Ecoplas nos unimos a iniciativas como Movimiento Circular, con el objetivo de brindar materiales calificados y gratuitos que permitan aprender y enseñar sobre economía circular, compartiendo valiosas herramientas para familias, docentes y alumnos de todo el continente.
La alianza con Movimiento Circular es un nuevo paso en la misión de impulsar el desarrollo sustentable de los plásticos en una economía circular a través de un movimiento regional colaborativo.
Juntos somos parte de este cambio cultural y ambiental, buscando llegar a más gente y más lugares, contribuyendo directamente con la protección del ecosistema y la calidad de vida de la sociedad a través de una plataforma original, dinámica y llena de recursos.
Sin dudas, los cambios profundos precisan ser acompañados por políticas públicas y que los municipios garanticen una infraestructura acorde. Argentina tiene una oportunidad única para implementar normativas de economía circular y, a la vez, fomentar su desarrollo. Esta transformación sólo puede lograrse con un cambio cultural de todas las partes involucradas: personas, gobiernos, instituciones, empresas, marcas, escuelas y universidades. Más que nunca, es indispensable concientizar a las personas de todas las edades y geografías para hacerlo realidad. La educación ambiental es el camino para lograrlo.
Directora de la ONG Ecoplas