Córdoba: sin chances de mirar hacia el costado

Por Pedro D. Allende

Córdoba: sin chances de mirar hacia el costado

Siempre latiendo a un pulso propio, en Córdoba los resultados electorales nacionales se corrieron de las generales, determinantes de una segunda vuelta entre Sergio Massa (casi 37%) y Javier Milei (menos de 30%). El postulante local, Juan Schiaretti, sin moverse del Panal ni para acudir a las invitaciones en los programas políticos de CABA, estuvo lejos de los efervescentes pronósticos que imaginó su entorno: ni siquiera ganó en Córdoba (como sí lo hicieron José Manuel de la Sota en las Paso de 2015, relegando a Macri, o Eduardo Angeloz en 1989, derrotando a Menem); ahora el “Gringo” quedó segundo frente a los antisistemas de Milei (33,54% a 29,01%). Ambas fuerzas aportarán tres diputados nacionales cada una al Congreso.

Muy relegada quedó la candidata cambiemista, Patricia Bullrich, por debajo incluso de su alicaída performance nacional (22,62% en la provincia, aportando dos diputados nacionales, cuando había llegado a conquistar seis bancas en 2021).

Sergio Massa obtuvo aquí el 13,42% (sumará un diputado al Congreso), cumpliendo las expectativas trazadas por el encargado de la campaña en Córdoba, Juan José Álvarez, de duplicar la cantidad de votos recogidos en las Paso.

Tras la sobrecargada celebración del segundo puesto local (sin ganar congresistas en ningún distrito, salvo un diputado nacional socialista en Santa Fe), Schiaretti y Martín Llaryora partieron hacia Arabia Saudita, procurando imponer absoluto mutismo. Se dice que la expectativa (incumplida) fue mostrarle a Milei que Córdoba era primero schiarettista y luego lo que Juan decidiere, como base de un acuerdo (más ordenado que el protagonizado a los tumbos por Macri, que anticipamos hace meses en esta columna).

El silencio que Schiaretti y Llaryora exigen a sus referentes no alcanza para salir del incómodo paso. La presión se deja sentir, y diputadas nacionales, como Natalia de la Sota; intendentes (como Matías Torres, de Alta Gracia) o legisladores provinciales (como Nadia Fernández, autoridad de la Cámara) ya se expresaron en favor del voto a Sergio Massa. Y todos dicen que las adhesiones seguirán. También han comenzado los pronunciamientos de agrupaciones peronistas, e incluso de organizaciones de la sociedad civil en el mismo sentido.

Frente al “silenzio stampa”, se reparten miradas entre quienes intuyen un pacto discreto de peronistas nacionales y provinciales, versus quienes vislumbran que Sergio Massa requerirá un pronunciamiento explícito de los jefes locales. Alguien que ya no integra los elencos de gobierno cordobés pero que conoció sus entresijos, afirma risueño: “no esperen definiciones prontas… los nuestros aún deben digerir la envidia”.

El bunker mileísta festejó el triunfo local, pero el inesperado segundo puesto nacional, el criterio radial que el núcleo duro de Javier Milei aplica para manejarse con referentes locales (generador de desconfianzas entre éstos), la liviandad política de los candidatos electos y enfrentamientos entre los diferentes tipos de “libertarios” existentes (teóricos, prácticos, moderados, extremistas, acuerdistas, rupturistas, oportunistas, etc.), complica no sólo la estrategia de campaña de las próximas semanas, sino el compartimiento de los futuros diputados del sector: ¿Se “liberarán” de sus responsabilidades como bloque?

En los mentideros locales afines a Juntos por el Cambio, mordiendo el polvo de la derrota por tercera vez en el año (cuarta para los que apoyaron a Larreta), fluyen agrios cuestionamientos. Mientras algunos intentan volver potable el acercamiento de Macri, Bullrich y Petri a Milei, el radicalismo toma distancia; en el Pro crujen los cimientos y el juecismo, por boca de su líder, trató de diferenciarse. Por ahora la coalición cambiemista parece encaminarse a un ¡sálvese quien pueda!

La izquierda hizo una pésima elección en el distrito, lejos de los guarismos cosechados nacionalmente (ciertamente magros). Un discurso dirigido sólo a sus eventuales votantes, sin realismo, reiterando performances legislativas que apenas muestran inconformismo, no hacen más que abonar el desinterés popular por sus propuestas.

Los próximos pasos

Retornando al heterogéneo combo que conforma la versión autóctona de UxP, la semana mostró ganadores incontrastables. Amén de Gabriela Estévez, que retuvo su banca, fue depositaria de reconocimiento la legisladora Tania Kyshakevych, clave para sumar adhesiones al espacio tras la mala elección en las Paso, acercando intendentes, legisladores, referentes barriales, gremiales y universitarios.

Entre tanto barullo, militantes, funcionarios, legisladores e intendentes deben jugar, ahora, otro partido.

¿Alcanzará con la bendición de Macri, para que Milei logre un rotundo triunfo en Córdoba, como él mismo lo consiguiera en 2015? Anticipan cambiemistas locales que, tanto en la capital como en el interior, por ahora cuesta “una enormidad” (sic) explicar el giro de Bullrich y compañía hacia el padre putativo de Conan y demás clones caninos.

En tanto, el mensaje de “unidad nacional” propuesto por Massa podría tener encarnadura, dada la oportunidad que representa para muchos jefes locales de diferentes partidos entablar un trato directo con el candidato presidencial que, de ganar, podría conformar un bloque provincial propio, incluso en la Legislatura. Empero, “el odio cordobés al kirchnerismo es la peor amenaza” señala, realista, un militante del espacio.

Serán semanas en las que algunos alquilarán balcones para observar; otros cerrarán persianas para no ver; unos cuantos gastarán suelas o labia, intentando convencer; mientras -atentos- muchos preguntarán y escucharán, para mejor decidir.

Se juega el destino del país. Dentro del cual, le guste o no a unos cuantos, se encuentra la provincia de Córdoba.

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