Por Juan Zufiri, Joaquín Coello y Manuel Doblaré
Europa no es competitiva, ni con respecto a EEUU. ni menos aún con respecto a China. En 20 años, el PIB por habitante europeo se ha reducido en un 8% con respecto a EE.UU.; hoy la diferencia es del 46%. El 70% de esta pérdida en los últimos años se debe a la creciente menor productividad tecnológica y el otro 30%, al menor número de horas trabajadas. Si los europeos no somos capaces de invertir esta tendencia, ¿quién pagará en 2040 y más allá nuestra sanidad, nuestras pensiones y la asistencia social de que hoy disfrutamos gratuitamente?
El mundo en 20 años será bipolar (EE.UU y China) o tripolar con Europa. Es una batalla que estamos perdiendo los europeos si no reaccionamos. No hay que preparase para el futuro; hay que invertir la tendencia del presente. La razón de esta situación de Europa con respecto a Estados Unidos, y de España con respecto a Europa, deriva de dos grandes factores: el modelo productivo y la capacitación profesional.
El modelo productivo español tiene tres problemas: los sectores que lo componen, muchos con bajo valor añadido; el ecosistema de infraestructuras e interacciones y la baja inversión en I+D (Investigación y Desarrollo). No todos los sectores tienen la misma sensibilidad respecto de la I+D. Aquellos con mayor componente tecnológico se comportan mejor. De 1996 a 2019, las tecnologías de información y comunicaciones han crecido anualmente un 4%; la agricultura, un 3,3%, y la minería y el turismo no han progresado. Que en la economía española el turismo suponga el 12% del PIB y la industria un 17% es una debilidad. La inversión en I+D en España, pública más privada, supone el 1,5% del PIB, cuando la media de la UE es del 2%, con Estados miembros por encima del 3%, como Suecia y Alemania. El resultado es inevitable: la UE exporta el 17% de productos de alta tecnología y España, el 5%.
Respecto a la capacitación profesional, el atractivo para los jóvenes de cursar una carrera STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, en su siglas en inglés) es bajo en Occidente: el 17% de los estudiantes universitarios frente al 24% en China. Entre 1998 y 2020, la población joven que cursa estudios universitarios pasó del 24% al 34% de la población. En ciencias de la salud aumentó un 172%, mientras que en las carreras STEM se redujo un 20%. España suma hoy 750.000 ingenieros. Si queremos pasar a un PIB industrial del 22% del total, en línea con Europa, necesitaremos 200.000 ingenieros más en los próximos 10 años. Al ritmo actual, considerando los nuevos graduados menos los jubilados, necesitaremos 20 años, demasiado tiempo para recuperar nuestro atraso. La falta de titulados de Formación Profesional superior es un problema añadido que contribuye a que el 30% de los egresados de nuestras escuelas de ingeniería estén subempleados. Este es un problema europeo: según el Informe Draghi, el 77% de las empresas europeas manifiestan que sus nuevos empleados no tienen los conocimientos necesarios.
Hasta aquí el diagnóstico. Abordemos las medidas para la mejora:
- Hay que eliminar legislaciones y reglamentos nacionales y sustituirlos por europeos. Europa debe ser una federación sin limitaciones.
- Crear un plan industrial concreto, estable, consensuado a largo plazo y alineado con Europa, seleccionando sectores.
- Aumentar la inversión en I+D al 3%, pero con focalización y eficiencia. Una mala focalización y eficiencia puede llevar a una situación como la de la URSS en los años setenta.
- Incentivar fiscalmente y con medidas directas el crecimiento del tamaño de las pymes.
- Impulsar el atractivo de las vocaciones para carreras STEM desde primaria, con profesores más formados en las materias específicas.
- Impulsar la Formación Profesional dual con apoyo del tejido empresarial. Va en su propio beneficio. Corea del Sur es un ejemplo a tener en cuenta.
- Fomentar la excelencia en la docencia. Estirar de los mejores y no únicamente empujar a los peores. En España hay ejemplos de éxito, pero aún escasos. Hay que replicarlos. Hay que movilizar medidas para repatriar talento español hoy en EE UU y la Unión Europea.
Es una responsabilidad propia de europeos y españoles poner remedio a estas carencias para invertir nuestra decadencia. Existen ejemplos históricos de éxito, pero hay que planificarlo, financiarlo y en definitiva quererlo abordar manteniendo el esfuerzo estable y sin cambios de orientación.