El precio de la especulación

Por Javier H. Giletta

El precio de la especulación

Argentina tiene una larga y triste tradición en materia de movimientos de capitales especulativos. Por eso lo acontecido en las últimas semanas no es más que un nuevo capítulo de esta historia, que tantas consecuencias negativas le ha causado (y sigue causando) al país. En efecto, la plaza financiera vivió jornadas muy agitadas, al compás de los bruscos cambios que experimentaba tanto la cotización de los dólares alternativos como la composición de activos en las carteras de inversión.

Concretamente, los movimientos acaecidos durante la semana posterior a las elecciones generales fueron en sentido contrario a los de la semana inmediata anterior. De modo tal que, si hasta el 20 de octubre se dio una evidente migración de capitales en pesos hacia los activos en dólares, esperando que un eventual (y casi seguro) triunfo electoral de Javier Milei provocara un aumento significativo en la cotización de la divisa extranjera; el sorpresivo resultado obtenido el domingo 22, con la victoria de Sergio Massa, causó el efecto contrapuesto, impulsando desesperadamente a desarmar las posiciones en dólares para volver a la moneda nacional, ante la cada vez más baja probabilidad de que haya en breve una mega devaluación.

Sólo en el mercado del dólar futuro (el “rofex”, en la jerga bursátil), se estima en 238.000 millones de pesos la pérdida acumulada por todos aquellos que apostaron por un salto brusco en el precio del dólar oficial (hoy congelado, hasta nuevo aviso, en $ 350). Así, el 20 de octubre la cotización del dólar oficial mayorista para fines de diciembre había alcanzado los $ 812. Esto significa que se compraban contratos apostando a que dicho valor sería superado al 31 de diciembre. En ese caso, se ganaba la diferencia; en cambio, si para la fecha antes indicada su precio era menor, debería pagarse la diferencia. Se trata de un simple juego especulativo. Una verdadera timba financiera.

Es decir, hubo quienes apostaron a una mega devaluación del orden del 100%, y más también. Fue una arriesgada apuesta. Pero los resultados del domingo 22 desalentaron finalmente las expectativas devaluatorias, al punto que muchos especuladores tuvieron que liquidar apresuradamente sus contratos, lo que determinó que el precio del dólar a futuro se derrumbara hasta los $ 608, registrándose una caída prácticamente del 30%.

Incluso el precio del dólar futuro a junio de 2014, que el viernes 20 había llegado a $ 1.530, siete días después bajó a $ 1.105. Entonces, los que compraron esos contratos antes de las elecciones los vendían lo más rápido posible, asumiendo la pérdida parcial, para no tener que soportar luego una pérdida mayor, si es que su valor continúa cayendo. El temor es una ancha avenida en la que se puede circular por carriles contrapuestos.

Alejandro López Mieres, investigador del IpyPP, instituto especializado en el estudio y seguimiento de políticas públicas, ya antes del acto eleccionario venía advirtiendo por los movimientos especulativos y la búsqueda de cobertura de importantes inversores en la plaza local, incluso entidades financieras. “No hay otra explicación que no sea la especulación, con un escenario de devaluación brutal. Se veía claramente en el mercado del dólar futuro, y ahí el Banco Central jugó bien sus cartas, aunque limitadas porque quedó muy cerca del tope de intervención que fijó el FMI. Era la única contrapartida para los que apostaban a la suba del dólar, sobre todo con grandes volúmenes en plazos cortos. Y terminó ganando la pulseada”, aseveró el especialista.

En el caso de los dólares financieros (dólar MEP y contado con liquidación, CLL), los resultados fueron similares. Tan sólo en las cinco ruedas posteriores a la elección, el CCL perdió el 30%; una situación que no se presentaba desde hacía décadas. Y el dólar MEP acompañó también esa tendencia a la baja. En tanto, el “blue” fue el último en reaccionar, ya que recién entre miércoles y jueves cayó $ 100, aunque el viernes 27 cortó la racha bajista, para cerrar en torno a los $ 925 ayer, lejos de los valores que había alcanzado previo a las elecciones presidenciales.

Finalmente, en el mercado de bonos y acciones hubo apuestas con idéntico grado de audacia, puesto que muchos inversores se pasaron a “activos en dólares”, abandonando a precio de remate sus “activos en pesos”, para esperar las elecciones posicionados en moneda extranjera. Sin embargo, el desplome del CCL terminó arrastrando al mercado bursátil, en especial, a los “Cedears”, que registraron pérdidas récord.

Sin dudas, mientras la amenaza de una mega devaluación se ha disipando del horizonte monetario, las presiones y los movimientos especulativos van cediendo. De todos modos, nada nos garantiza que vayan a desaparecer en el corto plazo, máxime en un contexto de tanta incertidumbre y con el ballottage a semanas vista. En estos días observamos que la estrategia especulativa se ha trasladado al mercado de los combustibles. Como se podrá comprobar, el peligro sigue latente.

Los especuladores profesionales lo saben perfectamente bien: muchas veces ganan, y otras les toca perder. Son los riesgos que se corren en este tipo de maniobras. Y como su contrapartida, por lo general, es el Banco Central, lo lamentable de todo esto es que, cuando ellos ganan, el que pierde es el país. Este es el precio que debe pagarse por la especulación. Y creemos que es un precio demasiado elevado.

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