Gustavo Aro
Especial para HDC
Después de un merecido descanso en la playa, donde la arena se entrelaza con recuerdos de risas y momentos de tranquilidad; o en las sierras, donde el sonido de los ríos se mezcla con el aleteo de los pájaros, muchos se enfrentan a la dura realidad de la reintegración a la vida cotidiana. Atrás quedaron las jornadas bajo la sombrilla, el protector solar que se convirtió en un aliado incondicional, y el constante vaivén del tipo de cambio, que puede haber marcado la diferencia entre unas vacaciones en el exterior o en destinos locales. Los días de mateadas junto al mar o con los pies sumergidos en el agua de un arroyo se desvanecen, dejando un vacío que a menudo se convierte en nostalgia.
El regreso a la rutina no es solo un cambio de escenario; implica una serie de ajustes emocionales y físicos que pueden resultar abrumadores. La transición de la libertad vacacional a la estructura del día a día puede ser más desafiante de lo que parece. Se sabe que a lo bueno se acostumbra uno rápidamente, y las vacaciones, con su ritmo pausado y placentero, contrastan drásticamente con el bullicio de la vida laboral y las responsabilidades cotidianas.
Estrategias para volver al ritmo
La primera tarea que enfrentamos al regresar es la reintegración al trabajo o a los estudios. La mente, aún anclada en recuerdos de descanso, puede resistirse a la idea de volver a las obligaciones. Para facilitar esta transición, se recomienda adoptar un enfoque gradual: en lugar de sumergirse de lleno en el trabajo, es útil planificar una semana de adaptación. Esto puede incluir revisar correos electrónicos, organizar tareas y establecer prioridades, todo mientras se permite un tiempo para procesar la experiencia vacacional.
Psicológicamente, se sabe que la adaptación es más difícil de lo que parece. Uno se acostumbra rápidamente a lo bueno, y la sensación de bienestar de las vacaciones se diluye frente a las exigencias cotidianas. La clave está en cómo logramos una reintegración gradual a la rutina sin perder ese toque de descanso que tanto necesitamos. Aquí es importante la planificación de la vuelta con un enfoque flexible, dando espacio para la adaptación.
Milagros Aro, licenciada en psicología, aporta su visión sobre el regreso y los mecanismos de inserción: El retorno a la rutina después de las vacaciones puede resultar abrumador y generar alteraciones del sueño, del estado de ánimo, de funciones tales como la concentración y la atención, sensación de cansancio y desmotivación. Para hacer frente a este estrés postvacacional, lo primero es entender que estas son reacciones normales ante este estímulo estresante. Podemos prepararnos y amortiguar este estrés incorporando hábitos de la rutina unos días antes de que finalicen las vacaciones. Por ejemplo, reacomodando los horarios de comida y sueño.
“Una vez que retomamos nuestras actividades diarias, lo recomendable es que los primeros días prioricemos y distribuyamos las funciones, tareas y objetivos. Esto nos posibilitará reacomodar los tiempos y readaptarnos de a poco, sin sentir que las actividades nos sobrepasan. Lo ideal es plantear unos pocos objetivos diarios simples, alcanzables, prácticos, de modo que al final del día podamos sentirnos satisfechos y fomentar así la motivación. Aparte de destinar energías en reacomodarnos, readaptarnos y reorganizarnos, es importante fomentar y conservar espacios de descanso, ocio y recreación para tener momentos de descompresión”, agrega la licenciada.
Además, Aro sugiere: Siempre es recomendable asistir a psicoterapia, hacer actividad física, mantener hábitos alimenticios sanos, equilibrados y nutritivos, mantener una vida social activa, realizar actividades que nos resulten placenteras, procurar un buen dormir, entre otros. Esto fomenta un mayor equilibrio entre los tres componentes esenciales que hacen a un ser humano: lo biológico, lo psicológico y lo social. Fomentando el equilibrio entre estos factores, reduciremos los niveles de estrés y nos encontraremos mejor preparados para afrontarlo, con más y mejores herramientas.
La comida
Las vacaciones suelen implicar cambios en la alimentación, con más comidas fuera de casa, a veces más indulgentes y horarios menos regulares. Esto puede tener un impacto en nuestra salud y energía a largo plazo. Tras regresar, el desafío es encontrar un equilibrio entre el disfrute de esos días de descanso y la necesidad de retomar hábitos saludables. Se puede hablar de la importancia de hacer una transición hacia una dieta equilibrada, como también retomar los hábitos de ejercicio físico, que por lo general se ven algo relegados durante el tiempo libre.
La clave está en no ser demasiado drástico. En lugar de hacer un cambio abrupto, es recomendable incorporar gradualmente opciones más saludables. Esto puede incluir preparar comidas balanceadas, incorporar más frutas y verduras, y limitar el consumo de alimentos ultraprocesados. Además, la actividad física, que a menudo se descuida durante las vacaciones, debe volver a ser parte de la rutina diaria, ya sea a través de caminatas, clases de gimnasia o deportes.
Anabel Ávila, licenciada en nutrición y diplomada en psiconeuroinmunoendocrinologia, le dejó su visión a Hoy Día Córdoba. “En esta cuestión postvacacional, donde muchas veces los horarios están corridos, hemos comido quizás muy tarde, donde hemos podido darle mucho espacio al momento de comer, nos encontramos ahora con nuestras rutinas donde se come con menos tiempo. La cena suele ser el momento del encuentro y de llegar a casa y de reconfortarnos también con algo rico. Necesitamos cenar antes de las nueve o nueve y media de la noche, o no pasar de las diez, ya que durante el sueño ocurren distintos mecanismos, distintos procesos en el cuerpo de reseteo en general, no solamente de limpieza del tubo digestivo, sino de desinflamación de nuestros órganos”, dijo Ávila.
“Otro aspecto importante a tener en cuenta en esta vuelta a las rutinas es realizar las compras de los alimentos, que necesitan un momento específico para que no sea a las apuradas y para que pueda ser pensado y organizado, ya que esto va a facilitar la disponibilidad de las distintas materias primas de los alimentos en casa. Si no hay buenas compras, al llegar a casa no nos encontraremos con nada que nos guste o nada práctico y a veces necesitamos resolver rápido la comida, entonces caemos nuevamente en el delivery. Tener en cuenta que realizar las compras con tiempo y almacenar es importante para tener con qué resolver de manera práctica y no caer siempre en alimentos no perecederos que son los que más se pueden almacenar, como los fideos, el arroz, algunas latas de legumbres, atún, sino también tener alimentos frescos como las verduras, los quesos, las frutas. Cuando no hay nada en casa, recurrimos a cosas muy prácticas como un sandwichito o un delivery y eso nos impide retomar una rutina saludable y alimentarnos de manera completa”, agregó la nutricionista.
“Aprovechemos la oportunidad de este inicio de año y de las actividades, que no sean solamente los deberes, los compromisos, las tareas laborales, sino que el cuidado de la salud también tenga un espacio real y concreto en cuanto a los momentos de ingesta, de las compras, de buenos horarios de sueño, un momento para hacer la actividad física y de los chequeos clínicos anuales”, cerró Àvila.
¿Y el bolsillo?
A nivel económico, el regreso también trae sus desafíos. Si las vacaciones implicaron gastos elevados, ya sea por el destino elegido o el tipo de cambio (en el caso de los viajes internacionales), se debe pensar en una reorganización del presupuesto. Volver a la rutina laboral implica también gestionar las finanzas personales con un enfoque más pragmático. Puede ser útil organizarse con pequeños objetivos de ahorro o gastos limitados, dependiendo de los excesos de las vacaciones.
Carlos Escalera, Presidente de Agencia de Liquidación y Compensación Córdoba S.A., se pregunta ¿qué hacer con el dinero al regresar de las vacaciones 2025? “El año 2024 se caracterizó por una fuerte caída del dólar libre en términos reales, ya que subió muy por debajo de la inflación anual, y una fuerte recuperación de los precios de los activos financieros, en particular los títulos públicos y las acciones. Las reservas de los argentinos en gran medida están en dólares bajo el colchón o en cajas de seguridad, pero empiezan a sentir fuertemente el encarecimiento de los precios medidos en dólares en Argentina, a lo que se suma la relativamente baja inflación de EE.UU., pero inflación al fin, que lleva a que muchos intenten hacer rendir algo esos dólares, pero sin desprenderse de ellos. El 2025 pareciera presentarse muy parecido al 2024 en cuanto a la tendencia de las variables principales. Podría haber una incipiente recuperación en los salarios por la caída paulatina de la inflación y un mayor nivel de actividad económica. También podrían seguir recuperando precio las tarifas de los servicios públicos y la gran duda es si Argentina eliminará el cepo cambiario, cuándo ocurrirá y en qué precio se estabilizará el dólar. El aumento en los impuestos provinciales y municipales se sentirá en el bolsillo de los asalariados seguramente”, explica Escalera.
“Dentro de las alternativas que se presentan para este 2025, para aquellos que tienen dólares guardados y quieren hacerlos rendir, nuevamente están los títulos públicos y las acciones, que tienen margen aún para recuperar algo de valor, aunque seguramente muy por debajo de los rendimientos obtenidos el año pasado. En conclusión, el regreso de las vacaciones es un proceso que requiere tiempo, adaptación y una buena gestión financiera para evitar los sobresaltos económicos y financieros”, dijo el financista.
Conclusión
El regreso a la rutina después de las vacaciones puede ser todo un desafío, tanto para el cuerpo como para la mente. Es cierto que los días de descanso son fundamentales para recargar energías, pero la reintegración a la vida diaria no siempre es sencilla. Este proceso involucra no solo un ajuste en las actividades laborales o académicas, sino también en los hábitos de salud, el bienestar emocional y, en algunos casos, la economía personal.
Es crucial reconocer que el estrés postvacacional es una reacción natural que puede manifestarse de diversas maneras: alteraciones en el sueño, cambios en el estado de ánimo, desmotivación, entre otros. Sin embargo, como nos explica la psicóloga Aro, esta fase puede manejarse adecuadamente si se toma una aproximación gradual y planificada. Establecer metas pequeñas, jerarquizar las tareas y dar tiempo al cuerpo y la mente para adaptarse a la nueva rutina son pasos clave para hacer de esta transición un proceso más llevadero.
Asimismo, los hábitos alimenticios y el regreso a la actividad física juegan un rol crucial. Tras los excesos de las vacaciones, volver a una dieta equilibrada y retomar el ejercicio físico son fundamentales para restaurar el bienestar. La licenciada en nutrición Ávila destaca la importancia de planificar las compras, organizar las comidas con tiempo y no caer en la tentación de la comida rápida para facilitar el retorno a un estilo de vida saludable.
No menos importante es la cuestión financiera. Si las vacaciones trajeron consigo un gasto significativo, es esencial hacer ajustes en el presupuesto personal para evitar sorpresas a corto plazo. Carlos Escalera, presidente de una agencia de liquidación y compensación, sugiere revisar los ahorros y gestionar las finanzas de manera más estratégica al regresar, considerando las condiciones económicas del momento. La planificación es clave para afrontar la vuelta al trabajo y la vida cotidiana sin que el aspecto económico se convierta en una carga adicional.
En resumen, el regreso a la rutina postvacacional es una etapa de adaptación que requiere balancear la mente, el cuerpo y las finanzas. Con organización, paciencia y una actitud positiva, es posible transformar este período de ajuste en una oportunidad para establecer nuevos hábitos y afrontar el año con renovadas energías.
Finalmente, es importante recordar que el regreso a la rutina no significa dejar atrás las experiencias vividas. Los recuerdos de vacaciones pueden ser una fuente de motivación para enfrentar el día a día con una perspectiva renovada. Reservar tiempo para reflexionar sobre las vivencias, compartir anécdotas con amigos y familiares, y planificar futuras escapadas puede ayudar a mantener viva la chispa de la aventura.