Con frecuencia pensamos que “el mundo está loco” –ver nota del 11/02/2025-, las contradicciones son flagrantes, los acuerdos y desacuerdos son múltiples y sucesivos, los que eran aliados hace meses o días ahora son enemigos o viceversa. Es claro que algo pasa que no vemos o no nos dejan ver ni unos ni otros, que nos permita ordenar las cosas de un modo coherente. Allí está el reino del revés que María Elena Walsh en su tradicional canción para niños nos exponía con ironía las contradicciones de aquella época.
Donald Trump, como el líder más fuerte que hace gala de esas contradicciones mientras dice preocuparse mucho por los muertos en Ucrania, se despreocupa totalmente de los muertos en Gaza.
Mientras péndula entre el “enojo con Putin” por el tema Ucrania, luego firma un acuerdo con la UE de Úrsula Von der Leyen -y que es rechazado por los principales países miembros como Francia, Alemania, etc.-, se da vuelta y acuerda con Putin.
En el tema de Gaza la situación es inversa, mientras apoya a Netanyahu la mayoría de sus aliados reconocerían a Palestina en la ONU –Canadá, Francia, Australia, Reino Unido, Portugal, etc.- que se suman a los 143 países -75% de los países miembros- que ya lo habían hecho antes.
En este caso es generalizada la opinión que internamente el lobby israelí de EE.UU, que ha financiado ¿y controlado? la política exterior en el tema de ambos partidos mayoritarios –Demócratas y Republicanos- impone sus intereses, pero eso no alcanza a justificar el genocidio atribuído a Netanyahu –así lo llama la mayoría de los países- y la hambruna de los gazatíes.
También internamente el caso Epstein –red de trata y abuso de menores-, cuya publicación de las personas involucradas fue uno de los más importantes slogans de campaña, lo tiene enfrentado al 85% de los estadounidenses ya sus propias bases de MAGA (acróstico en inglés de Hagamos América Grande Otra Vez), que amenazan con una revuelta si no cumple su promesa, algo que tampoco habían hecho los demócratas, por lo que la sospecha es que “unos y otros” están en ellas.
En nuestro país, el reino del revés se revela en las contradicciones –algunas explicitadas en “lapsus linguae” que son errores involuntarios al hablar de funcionarios y legisladores de LLA- que repiten como mantra que todo lo propuesto por la oposición atenta contra el superávit fiscal, cuando gobierna sin presupuesto que permitiría a la oposición decir de donde se puede sacar el dinero, que en algunos casos –Garrahan, discapacidad, presupuesto universitario o de ciencia y técnica- son por montos despreciables del PBI. Mientras se reducen retenciones al agro y se eliminan retenciones a la minería sin mencionar de donde se sacarán los fondos que no se recaudarán y por supuesto se acumulan -sin registrar como gasto público-deudas financieras en manos de bancos, inversoras, etc. que implican emisión monetaria oculta.
Otro indicio de lo que “no se dice”, son las 12 medidas comprometidas con el FMI en el último acuerdo, la mayoría previstas para “luego de las elecciones” por lo que hoy no se publican y casi no se conocen, que implican un ajuste mucho más riguroso que el actual, por lo que solo son posibles si el gobierno arrasa en las próximas elecciones y logra una cantidad de legisladores suficiente para imponerlas, blindar los DNU y el poder judicial no los declara inconstitucionales o no se expide en tiempo y forma, por lo que quedan vigentes mientras ello no ocurra.
He expresado lo que pasa en el mundo y en nuestro país, por lo que algunos se preguntarán ¿Qué relación existe? Es simple, en ninguno de ellos he expresado la influencia de intereses económicos.
En Ucrania, Trump ya ha firmado con Zelenski un acuerdo para ingresar con empresas de su país para la “reconstrucción” apropiándose de los recursos naturales que le queden luego del fin de la guerra.
Con Europa, el acuerdo implica que podrá venderles 500 mil millones en armas de su complejo militar industrial, 600 mil millones en gas y petróleo y recibiría otro tanto en inversiones de empresas europeas. Con Israel es conocido el proyecto de la Riviera en palestina en el que Trump tiene interés directo y los depósitos de gas en sus costas.
Con Putin no parece imposible que después del encuentro de Alaska, el intercambio de territorios anunciado otorgue a Rusia el control de las regiones -Luhansk, Donetsk y las zonas al este del Dniéper en Jerson y Zaporozhie- que ahora reclama completas ydevuelva Sumí o empresas estadounidenses regresen a Rusia para invertir en empresas conjuntas y otros negocios posibles, incluida la reparación y funcionamiento el gasoducto Nord Stream II destruido en 2022 oEEUU levante sanciones que le impiden a Rusia comerciar con occidente. En definitiva, un canje de territorios y negocios conjuntos de EE.UU y Rusia por paz, algo que rechazan Europa y por supuesto Ucrania.
En Argentina el plan del FMI que ha sido explicito apoyando al actual gobierno y muy laxo con los incumplimientos del acuerdo, las expresiones de funcionarios estadounidenses o de AMCHAM (Cámara Argentino-Americana de Comercio), etc. también nos llevan a entregar nuestra soberanía y generar excedentes externos que permitan pagar intereses de deuda y giros de utilidades de empresas que solo son posibles con el empobrecimiento de las mayorías.
En definitiva, emulando a Bill Clinton cuando dijo “es la economía, estúpido” podemos decir “son los intereses, estúpido”, los que movilizan y explican el mundo del revés en donde la democracia, el desarrollo sostenible y el bienestar ciudadano son meros slogans y variables de ajuste.