Hace unas décadas creíamos que solo eran novelas de ciencia ficción –Un mundo Feliz y 1984 eran sus máximas expresiones literarias-, hace unos pocos años los veíamos como anuncios apocalípticos y paranoicos en el que los oficios, profesiones y personas serían reemplazadas por robots y computadoras. Hoy ya hay hechos que nos encaminan hacia allí. Veamos.
Amazon ha anunciado un plan en donde 600 mil trabajadores solo en EEUU serán reemplazados por robots, mientras planea duplicar sus ventas hacia 2032, con una rebaja en sus costos y dejaría de contratar 180 mil trabajadores solo en 2027.
Amazon es la propietaria de AWS (Amazon Web Service) que es la empresa líder en el mundo de servidores de alta potencia, soluciones de almacenamiento, bases de datos,análisis y otros recursos de Tecnología informática.
Es evidente que si lo anunciado es posible –ya tiene fábricas de robots que harán las tareas de movimiento, manipulación, clasificación, almacenamiento, identificación y empaquetado-, sus competidores en la nube y en grandes cadenas, no tendrán más salida que encolumnarse en esa carrera, asociarse con ella o quebrar.
La pregunta que surge es, si todos van por este camino ¿quién les compraría si millones pierden su trabajo, incluidos los empleados de comercios de cercanía?
China en su 15° plan quinquenal 2026-2030, ha aprobado un plan de innovación en el que entre otras cosas avanzará en conectar las computadoras con los seres humanos. Parece irreal, pero igual se decía hace 5 años cuando anunciaba que lideraría la industria del automóvil eléctrico y las energías renovables, y lo logró.
Hoy las industrias automovilísticas europeas, de EEUU, Japón, etc. están en crisis y solo atinan a fusionarse y tratar de competir con poco éxito con la tecnología y costos de las empresas chinas, y todas las tecnologías de producción de energía renovable chinas –molinos eólicos, pantallas solares, centrales nucleares, etc.- lideran casi en soledad.
Mientras tanto sus plataformas –Alibabá, Shein o Temu– invaden con o sin aranceles, todos los mercados de consumo masivo, destruyendo las industrias nacionales.
Podría ampliar mucho más este análisis, pero si desde los dos polos más importantes de este mundo multipolar se plantean estos planes ¿Quién o quienes pueden sustraerse a las consecuencias de estos extremos, que parecen ser viables?
No parece aventurado entonces que ese mundo distópico tenga:
1) Un decrecimiento de la población –ver mi nota ¿Es bueno o malo que la humanidad crezca o decrezca?– que ya está ocurriendo excepto en África;
2) Disminución de la población ocupada, con destrucción de los sistemas de jubilaciones y pensiones;
3) Control absoluto de los flujos financieros –cobros y pagos- por vía de las monedas digitales de bancos centrales (CBDC);
4) Mayor endeudamiento de países, empresas, familias y personas –ver mi nota “Las deudas como control”-; mayor control de nuestros comportamientos vía los sistemas de IA o tecnológicos que incorporen a nuestro cuerpo; y
5) Mayor concentración del poder y la riqueza en manos del feudalismo tecnológico –ver mi nota “Feudalismo Tecnológico”– que controlará gobiernos, parlamentos, sistemas jurídicos, medios masivos, monedas digitales, etc.
Tampoco parece extraño que en nuestro rico país, en la disputa geopolítica de EEUU con China desembarquen el Tesoro de los EEUU y las máximas autoridades del mayor banco de occidente –JP Morgan-. Mientras China también se está beneficiando del sometimiento de nuestro gobierno, que abre sus puertas a la importación de trabajo extranjero sin medida ni rubor.
Mientras tanto se anuncian “reformas estructurales” a las relaciones laborales –necesarias para someter a los sindicatos y disminuir los derechos de los trabajadores-, el sistema jubilatorio – ver mi nota “Reformas estructurales. El día después» – y el régimen impositivo –reduciendo los recursos del Estado para redistribuir y promover desarrollo y empleo-.
Ante esto, podemos someternos a sus dictados e inclusive hacerlo con alegría, podemos resistirnos individualmente siendo conscientes de los riesgos, rebelarnos violentamente u organizarnos para que como consumidores, trabajadores y ciudadanos podamos protegernos mutuamente –Ver mi nota “Simbiosis: mutualismo, comensalismo y parasitismo” .
El mundo distópico no es todavía un destino inexorable ni inmodificable, sus consecuencias y reacciones aún no tienen respuesta si sostenemos nuestra verdadera libertad. Y nuestro pueblo, con su historia de crisis y resilenciaaprovecha la mejor posibilidad de ejercer el libre albedrío que Dios ha puesto a nuestra disposición. El amor y la cooperación.









