Los Balcanes y la política de nueva vecindad

Por Mira Milosevich

Los Balcanes y la política de nueva vecindad

El pasado 7 y 8 de junio, en el lago Ohrid en Macedonia del Norte, se celebró la cumbre “Open Balkan – Balcanes Abiertos”, una iniciativa surgida en 2010 con el objetivo de mejorar las relaciones entre los países de la región, pero que todavía produce mucha polémica.

La iniciativa se formalizó el 10 de octubre de 2019, en la ciudad serbia de Novi Sad, a través de un acuerdo que facilitaba las relaciones “económicas y sociales” entre Albania, Macedonia del Norte y Serbia, una especie de “mini zona Schengen” que garantizara la libre circulación de bienes agrícolas -sobre todo- y de personas. Desde entonces, no ha estado exenta de polémica.

Al principio, Montenegro (miembro de la Organización de Estados del Atlántico Norte – OTAN y candidato a la adhesión a la Unión Europea – UE), Bosnia-Herzegovina y Kosovo (candidatos potenciales a la entrada en la UE) se opusieron rotundamente a esta iniciativa. La oposición argumentó varias razones:

1) Sostienen que una iniciativa de este tipo que no esté auspiciada por la UE no podría tener éxito.

2) Sospechan que Serbia sería el mayor beneficiario económico de la iniciativa, ya que es el mayor productor agrícola.

3) Consideran que la flexibilización de los viajes y el comercio dentro de los Estados balcánicos ya ha sido cubierta por el Acuerdo Centroeuropeo de Libre Comercio (CEFTA, por sus siglas en inglés), un acuerdo comercial internacional entre países del sudeste de Europa.

Además, Montenegro no quiere “desviarse” de su camino hacia la UE, y Kosovo desconfía de cualquier iniciativa regional en la que esté involucrada Serbia, a pesar de que, en este caso, la iniciativa de crear “Open Balkan” fue de los agricultores albaneses, como lo ha reiterado en varias ocasiones el primer ministro de Albania, Edi Rama.

Este año, empujados por la crisis económica provocada por la guerra en Ucrania y la insistencia de Moldavia, Georgia y Ucrania, de conseguir un estatus de “candidato exprés” a la organización continental europea, los gobiernos de Montenegro y Bosnia-Herzegovina han participado como “países observadores”. Kosovo no ha querido sumarse a la cumbre de ninguna manera.

Los resultados palpables de la cumbre Open Balkan de Ohrid son la firma de varios acuerdos entre los líderes de los tres países creadores de la iniciativa (el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, el primer ministro de Macedonia del Norte, Dimitar Kovacevski, y el primer ministro de Albania, Edi Rama) de cooperación en el campo de la educación, un memorando de entendimiento y cooperación entre las administraciones fiscales, y otro de entendimiento en el campo del turismo y la cultura.

Los mayores problemas de la Cumbre se reflejaron en los discursos de los primeros ministros de Albania y Macedonia del Norte, que criticaron la influencia de Rusia en Serbia y la no adopción de las sanciones económicas de Belgrado a Moscú.

Vucic, por su parte, ha eludido referirse a Rusia y ha insistido en el papel constructivo de Serbia en la región, ofreciendo a todos los vecinos ayuda de las reservas serbias de alimentos de primera necesidad (trigo, azúcar, aceite y leche), como lo hizo durante la pandemia, cuando, con su particular “diplomacia de mascarillas y vacunas”, invitó a los ciudadanos de los países vecinos a vacunarse gratuitamente en Belgrado. Entonces argumentó que vacunar a los hombres de negocios y a todos los ciudadanos de los Balcanes mejoraría la circulación de personas y, así, el intercambio comercial y la prosperidad de la región.

La estrategia del gobierno de Belgrado es mejorar su imagen después de las guerras de los años 90 de la antigua Yugoslavia, de las que Serbia tuvo la mayor responsabilidad; pero una iniciativa como Open Balkan no es un instrumento del “tradicional expansionismo serbio”. Más bien se trata de una iniciativa de países que intentan mejorar las vidas de sus respectivas ciudadanías, sin esperar a la Unión Europea, y en este sentido debería ser apoyada tanto por Bruselas como por los países de la región, porque la estabilidad regional y mantener buenas relaciones entre los países vecinos son algunas de las claves de su camino hacia la UE.

Por mucha polémica que generen las cumbres Open Balkan, hay que seguir con ellas. A todo el mundo, y especialmente a la vecindad europea, les convienen.

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