Miremos hacia adelante, por favor

Por Pedro D. Allende

Miremos hacia adelante, por favor

Una maquinaria electoral que cada cuatro años ajusta piezas y vuelve a funcionar de manera perfecta. Un despliegue publicitario descomunal, encargado de mostrar postales introducidas a repetición. Una gestión en la que la prioridad son las megaobras, directamente monitoreadas por el núcleo duro gubernamental, financiadas y ejecutadas por mecanismos que, hasta aquí, vienen funcionando a costos que nadie conoce muy bien. Un día a día conducido de manera remota por la mesa chica, abocada a las tres primeras etapas, secundada por una burocracia cada vez más numerosa y menos relevante, donde los nombres de peso, esos que en una época conformaban un gabinete de excepción y del cual surgió, entre otros, el propio número uno actual, han desaparecido; por acción de la biología y del desánimo.

Así funcionan los ejecutivos provinciales cordobeses, ahora sumada la Municipalidad de Córdoba a dicho esquema. Cada vez más vacíos hacia su interior. Carcasas infladas, orgullosas de la promoción que venden al mundo por medios diversos, y que, a veces, parecen haberse creído sus mandamases. Como si realmente estuviesen ejecutando un performance superlativa. Esa que, no obstante el fasto, cada tanto cruje por tortugas que se escapan: electrocuciones en plazas públicas; luctuosos accidentes de tránsito que evidencian retrocesos gravosos pese a las promocionadas obras viales; inseguridad incontrolable potenciada por la incertidumbre que genera la fuerza policial que debe anticipar o abordar los delitos; sumándose a la de Blas Correas, otra muerte aún sin explicar: Jonatan Romo, en La Falda.

Una salud pública sin solución a los problemas acarreados durante la crisis del covid-19, y el complejo horizonte de pospandemia, no sólo frente al público, sino en su administración (con hospitales recién inaugurados que no tienen personal, por ejemplo).

Una educación que se desmorona, como lo señalaron las Pruebas Aprender 2021, donde Córdoba cayó arrastrada por el pobre desempeño del sector público (muy inferior al privado).

Frente a estos indicadores, la maquinaria marketinera ha quedado sin argumentos. Eligiendo, para zafar, maniobras de distracción: más y más tomas de cada tramo de la avenida circunvalación (¿hasta cuándo se exprimirá la misma naranja?) o supositorios por el estilo.

Las recurrentes crisis parecen funcionar de un modo benévolo para administraciones mediocres. Como el Estado no quiebra, fungen como excusa para esconder fracasos, ideas que no funcionan o su ausencia, trastadas de aventureros que dejan buracos, y enfrentamientos internos que bloquean la acción (o la llevan al abismo).

Numerosas decisiones desafían el sentido común, no siempre el más común de los sentidos. Verdades de Perogrullo, pero ni aquél que recomendaba llamar puño a la mano cerrada parece mentor adecuado para los gestores del “modelo Córdoba”: “Andarase con los pies, volarase con las plumas, serán seis dos veces tres, por muy mal que hagas las sumas” (Quevedo, perogrulladas en “Los Sueños”, 1622).

Les muchaches se siguen peleando

No alcanza con los gruesos batallones con los cuales el oficialismo gestiona. La mayoría, designada por fervor militante, lealtad, obsecuencia o inocuidad (disculpas a las excepciones). Es difícil abordar agendas de relieve cuando los límites están expuestos.

Y la jerarquía, curtida y no en vano a cargo del timón desde tantos años ha, aunque a veces pareciera creerse su propia propaganda, debe conocer acabadamente este déficit; probablemente suplido, según su perspectiva, por su propio despliegue.

Pero todo complica si, en el medio, hay peleas. Pruebas al canto: ningún funcionario provincial o municipal de primera línea pudo descartar si la masiva difusión del “affaire Ulises Bueno” tuvo estímulo, entre las tribus oficialistas que podrían beneficiarse con el retroceso de Miguel Siciliano: llaryoristas que buscan idéntica candidatura que el secretario de Gobierno, o aquellos que, más cerca de Intendente y siguiéndolo a donde éste se desplace, están hartos del ex olguista; delasotistas; viguistas; y podríamos seguir con otras tribus.

Muchos festejaron tras el estrépito. Se dice que, antes del desastre, Siciliano estaba empezando a aparecer en las mediciones (preocupando al resto).

Por otro lado, fervorosas huestes llaryoristas se diseminaron a lo largo y a lo ancho de la provincia, encendiendo antorchas destinadas a iluminar el camino de su líder hacia el Panal. El momento parecía bien elegido. Las encuestas internas, ésas que no se difunden, le daban a Llaryora antes del episodio con Ulises una inmejorable intención de voto frente sus competidores de la oposición. Personajes diversos armaron el bolsito, surcaron rutas y conformaron “juntas promotoras Llaryora 2023” por doquier, provocando la tirria generalizada entre capitostes departamentales que -juran- no tienen en mente otro candidato que el sanfrancisqueño (y no necesitaban estas incómodas visitas). La bronca fue tan grande que se enojaron todos, incluido el gobernador Schiaretti.

Pagó los platos rotos Federico García, probablemente el secretario de asuntos municipales menos interesante que se recuerde entre los gabinetes peronistas. “No deja de ser un buen pibe”, defienden algunos; “ni tan bueno ni tan pibe”, señalan otros. No actuó solo: se dice que el entorno de Llaryora habría sugerido la maniobra, para no quedar preso de apoyos en el interior.

Desde el llano, “Fede” García pidió la jubilación generalizada para los políticos mayores de 65 años. Muchos de los cuales están esperando habilitación legislativa para un período más de reelección inmediata a sus actuales cargos. En el rango etario aludido, se encuentran el actual gobernador, la senadora nacional por Córdoba, varios ministros, el presidente provisorio de la Legislatura, el jefe de la bancada justicialista, otros legisladores, y decenas de intendentes. Demasiados referentes malquistados, primero por el “pechazo” que significaron las juntas, luego por estas referencias insultantes para sus destinatarios. Aunque destacan que García es vocero de otros. Y esperan disculpas.

Falta un trecho para llegar a destino. Todavía quedan muchos kilómetros y circunstancias por sortear. Hay que mirar para adelante, y no distraerse. Las curvas y contracurvas no dan margen para desatenciones.

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