Hoy son sequías e incendios, pronto podrán ser inundaciones, tormentas violentas, temperaturas altísimas o bajísimas. Todo ha sido previsto hace años o décadas y no nos pueden sorprender. La ignorancia, el ocultamiento de información, la necedad de no querer verlo, la hipocresía de decir algo y hacer lo contrario o el cinismo de quienes se aprovechan de los demás en su propio beneficio son sus causas humanas. Que cada uno se ponga el sayo que le toque y actúe para evitar que el futuro sea aún peor.
El cambio climático es un fenómeno visible, medible y evidente. No importan cuales fueren sus causas o cuales son las más importantes, aunque sí sabemos que los humanos estamos haciendo más que nunca para que la situación empeore y eso es lo único que podemos evitar o al menos controlar.
Los gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N4O), entre otros, han aumentado en la atmósfera alta y generan destrucción de la capa de ozono (que frena los rayos infrarrojos del sol) y/o retienen la temperatura en la atmósfera baja, que es donde vivimos.
Es un fenómeno global, que al menos se suma a las causas naturales (erupciones, ciclos solares, etc.) a las que algunos atribuyen el cambio climático, como si eso fuera suficiente para explicarlo todo negando o minimizando nuestra propia responsabilidad.
También hay fenómenos regionales, especialmente en Sudamérica como el que se ha reportado hace años (2015) por importantes científicos y los más respetados medios de comunicación, que denominan “Ríos voladores”.
Los Ríos Voladores son la causa por la que nuestra región es la única que no tiene desiertos al este de la cordillera, al contrario de lo que ocurre en el resto del mundo en la misma latitud.
Se trata de un fenómeno producido por las micro gotas que se elevan por sobre la selva amazónica a partir de la transpiración de la masa arbórea que luego se desplaza hacia el oeste, donde choca con la cordillera de los Andes y luego deriva hacia el sur, produciendo lluvias especialmente en la zona subtropical con estación seca donde vivimos.
Los incendios recurrentes provocados en la amazonia brasileña, boliviana y paraguaya han reducido mucho su volumen (que era hasta 90 veces el volumen que transporta el amazonas), lo que deriva en los cada vez más frecuentes y fuertes vientos secos del norte, que producen sequías en el centro norte de la provincia de Córdoba y más al norte donde se ha expandido la frontera agropecuaria.
Allí, el desmonte indiscriminado y consentido por las autoridades provinciales y locales impide la retención de agua que produce el sotobosque (que llamamos “churqui”) liberando lentamente el agua de las lluvias, lo que se refleja en inundaciones violentas cuando llueve y sequías prolongadas cuando no llueve.
Es verdad que en Córdoba un incendio no habilita a cambiar el uso del suelo dispuesto en la ley de bosques, pero eso es una verdad a medias. La realidad es que luego de un incendio en las sierras, los lugareños deben migrar y allí se terminan desarrollando actividades pecuarias de los más poderosos, carreras de vehículos, construcciones privadas, etc. que no requieren un cambio legal del uso del suelo.
También en algunas laderas de zonas suburbanas que eran bosques, hoy se prevén audiencias públicas para habilitar su uso inmobiliario, lo cual redundará en una menor retención de agua e inundaciones en las zonas urbanas aguas abajo, como ya ocurrió años atrás.
También es bueno recordar las peripecias en la sanción en la Ley de Bosques (ley 9814), cuando el anterior gobierno provincial (2010) acordó con la Coordinadora de Ordenamiento Territorial del bosque nativo (Cotbn) una norma con mayores restricciones.
Allí, quien la impulsó días después de su sanción quedó involucrado en un problema financiero causado por la falta de financiamiento a su compra anticipada de publicidad para la campaña electoral con descuentos de la que obtenía beneficios.
Días después el gobierno provincial, contradiciendo las recomendaciones de la Comisión de Expertos de la Reforma Política, cambió las fuentes de financiamiento habilitando los aportes de empresas entre las que estaban las agropecuarias que se oponían a la ley.
Con el tiempo derivó en la modificación por decreto de los mapas y autorizaciones poco fundadas que se tradujeron en condenas (agosto 2023) por ejemplo al ex Secretario de Medio Ambiente –Raúl Costa- por haber habilitado un barrio cerrado en una reserva ambiental en Punilla que afectaba el bosque nativo y la cuenca del Río San Antonio.
Hoy, luego de esa condena el Gobierno Provincial ha comenzado a intervenir secuestrando topadoras que desmontaban e iniciando acciones judiciales a quienes producen esas violaciones a la ley.
En medio de los incendios los sectores agropecuarios más concentrados, reunidos en la Sociedad Rural de Jesús María impulsan un cambio en la ley, basándose en el argumento que “los incendios se producen en zonas de bosque nativo”, desconociendo que son provocados ¿quién sabe por quiénes y por qué? y que es imposible que se produzcan en zonas ya depredadas, porque simplemente allí no existe masa forestal –y especialmente sotobosque- que se encienda, ni sea útil para retener la escasa agua que precipita.
La acumulación de causas, desde el cambio climático, la reducción de los Ríos Voladores en Sudamérica, la extensión descontrolada de la frontera agropecuaria y los intereses lucrativos de empresas que han adquirido por monedas zonas de bosques en los que pretenden maximizar sus beneficios, han de producir inexorablemente lo que no nos atrevemos a mencionar.
Las crisis en el abastecimiento de agua para consumo humano que ya se produce en zonas periféricas como Carlos Paz o las sierras chicas, y finalmente ocurrirá en Córdoba-Capital y el resto del Gran Córdoba, por la menor retención de agua en las tierras altas, las cenizas de los incendios que ingresan a los embalses, eutrofización y disminución de su capacidad de almacenamiento
En esta cultura de lo inmediato, del éxito solo económico, es bueno recordar lo que se ha dicho hace mucho “vivo, es una persona que se aprovecha de problemas, en los que un inteligente nunca se hubiese metido”.
La presente nota y su título es en honor y recuerdo a María Beatriz Valencia ex Presidenta de la Red Ciudadana Nuestra Córdoba, quien poco tiempo antes de fallecer publicó un exhaustivo trabajo titulado “No culpes a la lluvia, son decisiones” que denuncia la ausencia de planificación urbana de Córdoba en la cuenca del arroyo La Cañada, con datos fehacientes que recomiendo buscar y leer.