Corrían los primeros años de la década del 90. Estábamos conociendo el backstage de un baile de la Mona Jiménez en el Estadio del Centro. En un clima general de celebración, la conversación se prolongó con el talentoso y mítico Bambam Miranda, percusionista peruano que llegó al país a principios de los 80 de mano de Alejandro Lerner y tocó con varios de los más grandes del rock nacional de aquella época, hasta que conoció a la Mona y decidió mudarse a Córdoba.
«Cuando conocí a la Mona me di cuenta que en Buenos Aires la tragedia se llora, en cambio en Córdoba la tragedia se baila».
Así explicaba el Bambam su determinación de radicarse en nuestra ciudad y formar parte de la banda de Jiménez de manera estable.
La pobreza, la marginalidad, la desigualdad, la falta de oportunidades, la imposibilidad de acceder a un trabajo estable, eran las realidades cotidianas que atravesaban a la gran mayoría del público de los bailes y constituían ese estado de cosas al que él denominaba «tragedia».
En Córdoba sabemos que los trabajos más sufridos siempre tienen un tema de cuarteto de fondo, y eso es lo que enamoró al gran percusionista peruano.
Desde aquel entonces siempre me pregunté por qué las letras del cuarteto como género musical, reflejan tan escasamente la realidad de quienes fueron y son su masa madre de consumidores. Sí sí, lo sé, hoy el tunga tunga es muy capaz de llenar el Movistar Arena o el estadio de Velez, pero ya lo había hecho hace más de 20 años Rodrigo en el Luna Park atravesando a todas las clases sociales. Sin embargo en Córdoba, el grueso del público del género sigue sufriendo la misma tragedia cotidiana que tan bien supo ver el Bambam.
Cada vez que expreso este interrogante en voz alta recibo como respuesta que claro que hay temas de cuarteto que describen y denuncian las desigualdades estructurales de esta sociedad que construimos, con El Marginal de la Mona a la cabeza.
Ok, te lo tomo, existen, y seguramente hay más, pero ¿cuántos de esos temas llegan a ser hits? ¿no son demasiado pocos los que llegan a ser representativos?
Tal vez le estás pidiendo compromiso literario a un género cuya mayor riqueza radica en su capacidad de generar distracción, de producir una necesaria evasión de esa realidad tan extremadamente opresiva, que acaricia a través del baile y logra soltar, hacer olvidar, en resumen. Puede ser, también te lo tomo.
Probablemente sea así, porque no son certezas las que tengo, son todas preguntas las que me habitan, pero sucede que también vi a miles de dominicanos bailando y cantando con El Niágara en Bicicleta de Juan Luis Guerra, la canción que habla sobre la deshumanización de la medicina y critica al deficiente sistema de salud público de los países de la región.
El título de hecho, es una metáfora dominicana que representa una situación difícil y agónica, como el intentar cruzar las cataratas del Niágara en bicicleta.
No me digan que el alcohol se lo bebieron oh oh oh, no me digan que no tienen anestesia, que los rayos X se fundieron y que el suero ya se usó para endulzar el café eh.
También es cierto que Juan Luis tiene un talento supremo cultivado además en la Escuela de Música Berklee, pero no es menos cierto que el cuarteto se nutre de enormes músicos y compositores de Córdoba, el país y la región.
Quiero confesar en estas líneas que esa sensación que aquí describo me invadió con mucha fuerza mientras se me caían las lágrimas con la participación de Luck Ra en Masterchef.
El título de su plato fue tan contundente como arrollador y angustiante, fue una granada que al explotar esparció esquirlas de verdades dolorosas por el aire, el streaming, y más tarde, las redes sociales.
Cuando me repuse del golpe me quedé pensando, «Comé vos, yo ya estoy llena» además de ser el nombre de ese plato de milanesas, arroz y mate cocido… ¿no debería ser el título de una de las canciones más escuchadas de Facundo? ¿es demasiado pedirle a este género que nos representa en el mundo y goza de la mayor popularidad jamás alcanzada? o es que simplemente, no es su función ni su objetivo…
En fin, si estas ideas que se me cruzan les parecen poco menos que una bolsa de boludeces, mis más sinceras disculpas chicos, que siga el baile nomás.









