Pasó el debate previo al ballottage y, en Córdoba, a juzgar por la repercusión entre los principales actores de su política doméstica, habría pasado desapercibido. Sólo unas pocas figuras (de segundas líneas) expresaron sus opiniones, a favor o en contra de alguno de los candidatos.
La dirigencia de Córdoba luce confundida: la campaña le pasó por arriba, por abajo, por los costados. Es curioso, porque Sergio Massa y Javier Milei -se sabe- precisan de los votos cordobeses; aun así, no aparecen referentes locales que capitalicen la situación e incidan proactivamente en las decisiones que tomaremos al ingresar al cuarto oscuro. Alguno pasó a lloriquear por la televisión; en ningún caso alcanza.
En cualquier caso, triunfará en Córdoba el anti kirchnerismo. Cómodamente, como ocurrió en 2015. Fenómeno ajeno a la influencia de la política local. El desafío de Massa ha sido despegarse de esa condición; el de Milei, ponerse por encima de la ola y surfearla sin caerse.
Cuando se repasan las listas de invitados al debate presidencial celebrado en la Facultad de Derecho de la UBA, queda claro que la dirigencia de Córdoba ha sido ignorada. Sigue encerrada en su altivez. También en sus contradicciones.
Se propone en la provincia, para el próximo domingo electoral, la “neutralidad pública”, concepto harto complejo de introducir en una instancia donde sólo cabe optar. Otros sugieren el voto en blanco o no concurrir a votar, alternativa que en la historia argentina se utilizó para supuestos extremos, como reacción frente a fraudes o proscripciones (la abstención radical-yrigoyenista en la “década infame”; o el voto en blanco peronista, cuando estaba en vigencia el tenebroso Decreto 4.151/56).
Frente a tanta opacidad, muchos recordaron la apuesta (en 2015) de José Manuel de la Sota, hasta aquí el último dirigente con genuina visión nacional, conformando un frente con Sergio Massa (que había fundado su Frente Renovador en 2013). Algunos quisieron comparar aquella apuesta con el coyuntural “Hacemos por Nuestro País”, que planteó Juan Schiaretti, que no es otra cosa que el mismo frente con que compite en casa, ampliando su radio: exactamente la misma oferta, incluso anclada en Córdoba, y sin capacidad para conformar coaliciones, como lo demuestra su desplante a Juan Urtubey, mientras practicaba un fracasado acercamiento a Juntos por el Cambio, del que fue rechazado por el tándem Macri-Bullrich.
Schiaretti orientó una propuesta pequeña, que no alcanzó los objetivos que ambicionaban sus principales espadas. Y esas limitaciones vuelven a quedar expuestas con las envenenadas críticas del Gobernador en funciones a Massa, replicadas por su círculo áulico, que parecen más propias del resentimiento que de la reflexión.
Mientras, dos rutilantes incorporaciones del oficialismo provincial, Orlando Arduh y Javier Pretto (“pagadas muy caras”, al decir de muchos peronistas de siempre, que siguen sin saber si ejercerán función alguna desde el próximo 10 de diciembre) se expresan sin tapujos a favor de Javier Milei. ¿Pidieron permiso? ¿Lo necesitarán? “Falta que se pronuncie Prunotto, y tenemos bingo”, dicen cerca del Palacio 6 de julio. Y no sabemos si hablan en broma o en serio.
Incomprensible
Larguísimos viajes por el mundo tras la primera vuelta; silencio y exigencia de mutismo a ministros, legisladores y principales dirigentes; retos proverbiales a quienes osaron anticipar posturas en favor de Sergio Massa; con más presiones a sus jefes para hacerlos callar, han sido moneda cotidiana en la conducción peronista local.
Con todo, se dice que la mayor decepción del candidato presidencial oficialista fue la intempestiva salida de la ciudad que improvisó el intendente electo, Daniel Passerini, para no cruzárselo el pasado lunes 6 (cuando Massa protagonizó un importante acto en el club General Paz Juniors). “Sergio no esperaba el apoyo explícito, pero sí la cortesía de que Daniel no se escape del distrito frente a su llegada”, revelan militantes delasotistas que hoy adhieren a la propuesta de Massa.
Mientras que, en la principal oposición local, exhausta tras las derrotas domésticas y la cruenta interna cambiemista, el ánimo tampoco es el mejor. Sólo algunos vectores de Macri agitan la bandera libertaria. Consultados sobre la contribución real (en cuadros o propuestas) a la agenda de Milei si llegase a la Rosada, nadie tiene claro cuál sería ni cómo se concretaría.
En cuanto a los “libertarios” cordobeses, algunos se dieron cita en Buenos Aires, pero no se trata de personalidades relevantes en el núcleo duro conducido por Javier y Karina (al que, además de los clones de Conan, hoy accede el eventual ministro de Interior libertario, Guillermo Francos).
El debate, por momentos deslucido, no visibilizó a nuestra provincia, salvo en la defensa que Massa -de innegable mejor performance- realizó de las relaciones comerciales con Brasil y China que Milei cortará de cuajo si llega a la presidencia. Otras regiones del país, por su potencial productivo, significancia demográfica o la complejidad de sus problemas, fueron mucho más nombradas por los candidatos.
Seguramente desde confortables sillones, las grandes figuras de la política cordobesa habrán criticado a más no poder. Intercalando bromas y ácidas ironías sobre los nervios de uno, la suficiencia del otro, las chicanas personalistas o la mirada diferente sobre diversos asuntos de la agenda pública. Convencidos de que ellos lo hubieran hecho mejor. Apostando al silencio que beneficiará al menos competitivo hacia el futuro (¿Milei?). A su alrededor, los aplaudidores de siempre les habrán dado la razón.
En tanto, reiteramos (al estilo Crónica, con placas rojas): Córdoba queda en Argentina. Pero sigue perdiendo oportunidades. Por culpa de su dirigencia.