Sobre la desaparición del sujeto

Cartas de lectores

Sobre la desaparición del sujeto

Sr. Director:

El capitalismo financiero intenta disolver los sujetos sociales afirmándose en la centralidad del dinero, reunido en cifras de 10, 11 o 12 ceros. Las teorías más brutales lo acompañan (neoliberalismo, anarquismo de mercado, supremacismo racial), pero ello no impide que se haya formado otro mundo, heredero de grandes luchas y revoluciones que vive las cosas de otro modo. Ese mundo (el sur global) le disputa la hegemonía mundial y ello origina terribles situaciones bélicas. De modo que el peso de la clase trabajadora y de los pueblos no desaparece, aunque esa sea la intención de los superpoderosos del mundo.

En particular, no desaparece la separación entre países ricos y países pobres, entre el centro y la periferia, entre los BRICS y el imperio de occidente. De modo que la cuestión nacional sigue viva en lucha por concluir con la semi colonialidad y las asimetrías mundiales. Podría llamarse a esta enorme configuración, la cuestión nacional ampliada. Sobre ella se articulan otras luchas civilizatorias, como las ambientales y las culturales, que implican también una pelea por la identidad.

Ninguna tecnología por poderosa que sea, con sus encantos y capacidades de dominación individualista incluidos, ha podido destruir estas necesidades objetivas subjetivas, que son fuente permanente de demandas. Si lo lograra, la humanidad como tal habría desaparecido. No es así.

El sujeto se construye entonces alrededor de la cuestión nacional mundial, con un sistema múltiple de batallas económico políticas, que se colorean según las naciones o culturas involucradas.

En la América Latina, nación o civilización en maduración, aún perviven, según complejas distribuciones entre las diferentes regiones, diversos modos de agregación y encuadramiento de reclamos y significaciones sociales: sindicatos, comunidades indígenas, movimientos de mujeres, productores campesinos, empresarios nacionales, organizaciones de economía popular, desocupados, emprendimientos tecnológicos, universidades, clubes, fuerzas armadas, etc.

Pero vamos a lo nuestro. Alguien ha definido al peronismo como el que defiende la patria. Creer que ha desaparecido por la última derrota (que se suma a las anteriores) es no advertir la posibilidad de reencauzar sus energías desaprovechadas. No se trata de una mera desiderata, hay indicios de reagrupamientos horizontalistas del campo nacional y popular, con eje en la simbología peronista, hacia la formación de nuevas corrientes hegemónicas.

Las formas que tomará el campo social de ahora en adelante dependerán de la fortaleza táctica y política de sus expresiones más activas contra el gobierno oligárquico imperial de Javier Milei y sus socios. Las encuestas señalan que crece el sector que ya no lo soporta; algunos de sus votantes lo siguen apoyando pero otros se están quebrando y se pasan a la resistencia. La batalla está servida, veremos.

De modo que, en lugar de declarar al sujeto como disuelto, según la visión de la filosofía crítica posmoderna, podemos imaginar diferentes proyectos para constituir la comunidad organizada de Perón o el pueblo nación de Zavaleta Mercado; fórmulas que hoy deben ser resignificadas.

Eduardo González.

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