La teoría de los juegos, quizás el mayor aporte científico del neoliberalismo, determinó fehacientemente que la mejor estrategia de negociación es cooperar, lo cual contradice y niega las bases del mismo liberalismo del que proviene que se basa en la competencia de oferta y demanda.
El teorema del prisionero, es el juego más conocido de esa teoría. Se basa en confrontar todas las decisiones posibles, desde competir siempre hasta cooperar siempre y medir estadísticamente los resultados que obtiene cada estrategia de negociación.
En un mundo ideal sin egoísmos, obviamente cooperar es la estrategia más exitosa, pero es claro que eso ocurre poco o casi nunca en la realidad. Por lo que los investigadores midieron los resultados en contextos individuales, colectivos, diversos y cambiantes.
Los resultados fueron concluyentes, en ejercicios de simulación en negociaciones individuales. La mejor estrategia tiene una serie de características del comportamiento en negociaciones mano a mano, que es una mezcla de las siguientes características:
1) Ser bueno o sea no utilizar artimañas, engaños o amenazas para ganar en la negociación, porque si bien eso puede dar una ventaja inicial, luego se vuelve en su contra. 2) Ser indulgente, o sea no ser rencoroso con la primera falta de cooperación del oponente, inclusive si eres más indulgente y dejas pasar algunas veces dos faltas de cooperación, mientras sigues cooperando. 3) Ser reactivo, o sea no ser pusilánime y por tanto contra atacar y dejar de cooperar si tu oponente sigue sin cooperar a pesar de tu indulgencia. 4) Ser claro, o sea no dejar dudas sobre tu decisión de cooperar o no hacerlo.
Este resultado es determinante cuando en las negociaciones no se sabe cuándo termina el juego. Pero si se sabe cuándo termina, el resultado puede ser muy distinto ya que en las últimas jugadas es conveniente no cooperar y eso conviene decidirlo antes que el otro.
Lo primero pasa en la vida diaria, lo segundo es característico de la política en donde el resultado de una elección –o sea una fecha cierta- puede determinar el éxito, fracaso e inclusive la desaparición del otro.
De hecho hemos visto como Macri perdió su reelección cuando incumplió a la UCR su promesa de un gobierno de coalición o como Milei desgastó al PRO que lo había ayudado a ganar y lo atacó hasta casi disolverlo.
También lo hizo con los gobernadores inclusive aliados a los que insultó, desfinanció y enfrenta en elecciones y hoy no puede contarlos en una alianza parlamentaria que le permita recuperar la gobernabilidad perdida.
Otra pregunta que se hicieron fue ¿Qué resultado se obtiene cuando se hace en grupos o a la vista de los demás?. Los ejercicios de simulación matemática demostraron que: 1) Si no quieres cooperar en un contexto que coopera, perderás siempre. 2). Si quieres cooperar en un contexto en el que los demás no cooperan quedarás aislado, puedes convertirte en uno de ellos o te vas de ese mundo tóxico. 3) Si en cambio tienes un pequeño grupo que coopera, los resultados más eficaces los harán exitosos y a largo plazo todos querrán estar con el grupo y cooperarán.
Esto último pasa habitualmente en la naturaleza –ver mi nota “Simbiosis: Mutualismo, comensalismo y parasitismo” del 28/03/25-, en donde algunas especies que tienen relaciones mutualistas, aún sin tener conciencia, ni principios, ni valores, solo porque hacerlo les permite sobrevivir y reproducirse.
Otra pregunta surgió entonces. ¿Qué pasa si en la comunicación hay ruido y lo que sería una actitud cooperativa se ve como no cooperación? El caso de un evento de 1983 en el que un oficial ruso ignoró una instrucción cuando había identificado un misil de EE.UU. rumbo a Rusia, cuando en realidad se trataba de un falso positivo del dispositivo detector, fue un hecho en donde no responder reactivamente de inmediato evitó una guerra nuclear auto destructiva.
Antes de eso en 1962 la crisis de los misiles –que Rusia había emplazado en Cuba- provocó los primeros acuerdos de desarme que redujeron gradualmente la cantidad de ojivas nucleares –y por supuesto lo invertido en ellas- con control mutuo, por lo que resolvieron con cooperación un conflicto con sus máximos enemigos/rivales.
El resultado de estos dos hechos demuestra que puedes cooperar aún con tu máximo enemigo, en quien desconfías, corroborando la información antes de reaccionar y cooperar paso a paso con control mutuo para reestablecer la confianza.
Hoy eso mismo sería lo necesario para des escalar las guerras y conflictos –Ucrania/Rusia, Israel/Palestina o EEUU China-.
También se aplican las conclusiones del Teorema del prisionero en los BRICS y el Acuerdo de Cooperación de Shanghai a pesar de tener algunas diferencias entre sus miembros.
En nuestro país el gobierno está recibiendo exigencias de todos lados –incluido el FMI y EE.UU.- para acordar con sus oponentes, como el PRO y los gobernadores que lo apoyaron para ganar y gobernar en su primer año de gobierno, luego de haberlos insultado, quitado los recursos, etc. Eso es muy difícil, mucho más en el corto tiempo hasta las elecciones, aun cuando ellos actúen como señalan los resultados del experimento.
Como conclusión podemos decir que: 1) No es necesario tener los mismos valores humanísticos para cooperar, aunque sea deseable que los tengamos, pero considerando también que “la necesidad tiene cara de hereje” y aquellos con los que coincidimos pueden cambiar. 2) Es deseable ser “bueno” pero no ingenuo o pusilánime lo que requiere también ser reactivo ante la no cooperación aunque no hacerlo de inmediato, además de ser claro con quienes se negocia. 3) No es excusa “el contexto”, salvo que estés solo, ya que puedes comenzar a construir una cooperación efectiva con un pequeño grupo, que puede ir cambiando el contexto general. 4) Con los máximos adversarios también es posible cooperar si se hace gradualmente con controles mutuos que vayan aumentando la confianza.
Es hora que en todos lados reconozcamos estas realidades y comencemos a actuar así, so pena de perder oportunidades de crecer a mediano y largo plazo.