Ya no sólo los sectores más tradicionales del Partido Justicialista cuestionan a La Cámpora. Ahora también crece con fuerza un movimiento al interior del propio kirchnerismo para aislar y correr a la organización de la centralidad en la toma de decisiones y encumbrar al gobernador Axel Kicillof como nuevo jefe.
Hasta 2023, La Cámpora funcionaba como correa de transmisión de las decisiones de Cristina Kirchner, la máxima autoridad del peronismo. Sin embargo, con ella corrida de la política, el kirchnerismo recuperó autonomía para decidir sobre su destino.
El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque -quien rompió con La Cámpora hace casi dos años-, es el principal exponente de este cambio de bando. “Cualquiera que ose murmurar, conspirar o sembrar cuestionamientos extraños” contra Kicillof “está en la joda y no está jugando a favor” del principal partido de la oposición, dijo el lunes.
El palo era para Máximo Kirchner, el referente actual de La Cámpora. Ayer le salió a responder el líder del PJ porteño, Mariano Recalde, quien afirmó que “nunca” vio a “un compañero del kirchnerismo cuestionando a Axel”. “Las discusiones internas son más saludables que salir a dar un discurso”, aseveró, aunque aclaró que “el que cuestiona a Cristina anda en algo rarísimo”.