Tras el cachetazo propinado por la oposición en el Senado, la Casa Rosada encendió las luces de alarma por el destino del mega DNU, que ahora deberá ser ratificado o volteado en la Cámara de Diputados, según lo que marque la correlación de fuerzas el día en que se convoque a una sesión especial con tal fin.
En un clima de desasosiego para el Gobierno luego de morder el polvo en la Cámara alta con 42 votos en contra y solo 25 a favor, el pronunciamiento del diputado Nicolás Massot, de Hacemos Coalición Federal, trajo algo de alivio. No tanto por la postura individual, sino porque expresaba el espíritu de un grupo de legisladores más grande encabezados por el presidente de esa bancada, Miguel Pichetto, y por el armador de ese espacio Emilio Monzó, según pudo confirmar NA a través de altas fuentes de HCF.
Del mismo bloque, el diputado entrerriano Francisco Morchio, que responde al gobernador Rogelio Frigerio, el cordobés Oscar Agost Carreño, el economista Ricardo López Murphy, el bonaerense Florencio Randazzo y la misionera Florencia Klipawka también podrían inclinarse por validar el DNU.
Sin embargo, la estrategia principal de este sector consiste en demorar lo más posible el tratamiento en el recinto del mega DNU y bregar para que antes de que ello ocurra se traten leyes “espejo” en el Congreso.
«No voy a rechazar el DNU. Debemos aprobarlo por ley. Creo que el decreto fue una herramienta equivocada para reformas tan relevantes pero no podemos interrumpir la vigencia de algunas medidas importantes que volverían a afectar la vida diaria de la gente», subrayó Massot en su cuenta de X.
El anuncio de Massot fue recibido como un bálsamo por parte del Gobierno, ya que en sus intervenciones anteriores, especialmente cuando le tocó exponer como representante de su espacio parlamentario en la comisión bicameral de Trámite Legislativo, había dejado dudas.
Lo que es seguro es que en este bloque no habrá una postura unificada, ya que por ejemplo los socialistas santafesinos Mónica Fein y Esteban Paulón votarán en contra.
Lo mismo se espera de la bonaerense Margarita Stolbizer y de los seis diputados de La Coalición Cívica. El chubutense Jorge “Loma” Ávila, había expresado en enero su rechazo al DNU.
Las dudas más grandes giran en torno de lo que harán los cinco diputados de la provincia de Córdoba: Ignacio García Aresca, Alejandra Torres, Carlos Gutiérrez, Natalia de la Sota y Juan Brügge.
La abstención de la senadora Alejandra Vigo en la sesión del pasado jueves marcó un precedente y podría ser una salida diplomática para este grupo, pero las negociaciones están abiertas.
La otra bancada que tiene la llave para decidir el futuro del DNU es la Unión Cívica Radical, que se encuentra desgarrada por una interna a carne viva.
En el Senado, la gran mayoría de los representantes del partido centenario inexplicablemente ayudaron al Gobierno con su voto a favor pese a los sistemáticos vapuleos públicos a los que los somete el presidente Javier Milei con insultos y agravios.
Si bien reconocen que «las formas» del DNU están reñido con las buenas prácticas institucionales y la división de poderes, ya que invade facultades legislativas, los radicales prefirieron guardarse los tantas veces declamados principios republicanos en el bolsillo antes de quedar pegados al kirchnerismo, su peor pesadilla.
Martín Lousteau votó en contra y desafío a los pesos pesados de su partido, que no quieren arriesgar los escasos puentes de diálogo con el Gobierno. El fueguino Daniel Blanco, con un discurso más dubitativo, se plegó a la postura del díscolo presidente del Comité Nacional. Y Edith Terenzi, que es radical pero se alinea en el bloque Cambio Federal, también rechazó el DNU, lo que le valió una amenaza de muerte.
En la Cámara de Diputados Rodrigo de Loredo confía en poder arrear a la mayoría de los diputados hacia la aprobación del decreto. El viernes pasado fue recibido por el ministro de Interior, Guillermo Francos, con quien se comprometió en esa misión. Del otro lado quedarán unos diez diputados que responden a Lousteau y a Facundo Manes.
Todavía hay un puñado de legisladores radicales que no sentaron una posición definitiva y sobre ellos se desplegarán las estrategias de presión de unos y otros.
En el mismo limbo de indefinición está envuelta el bloque Innovación Federal, que reúne a un compendio de legisladores de distintas provincias.
Allí se encuentran por ejemplo los tres salteños que responden al gobernador Gustavo Sáenz (Pamela Calleti, Pablo Outes y Yolanda Vega), quien busca sostener una relación cordial con la administración de Javier Milei.
También están los tres misioneros del Frente Renovador de la Concordia (Alberto Arrúa, Daniel Vancsik y Yamila Ruiz). En el Senado, los dos representantes de ese espacio se abstuvieron.
En Innovación Federal también están el rionegrino Agustín Domingo. Aquí cabe destacar que el representante en el Senado de Juntos Somos Río Negro Mónica Silva votó en contra del DNU.
El monobloquista del Movimiento Popular Neuquino Osvaldo Llancafilo orbita dentro de este constelación de diputados cuyo voto no está para nada claro. Sin embargo, la senadora de este espacio en el Senado Lucila Crexell votó en contra del mega DNU.
El Gobierno espera que los tres diputados tucumanos del bloque Independencia que rompieron con Unión por la Patria por orden del gobernador Osvaldo Jaldo acompañen el apoyo al DNU. Se supone que el mandatario tucumano no quiere agitar las aguas con el Gobierno nacional, por lo que la instrucción sería la misma que con la ley ómnibus: acompañar al oficialismo.
En esta postura se encuentran encolumnados los diputados de La Libertad Avanza, del PRO y los aliados de estos dos bloques.
En la vereda de enfrente, están los 99 diputados de Unión por la Patria, los cinco representantes del Frente de Izquierda y los dos del bloque Por Santa Cruz.
En un poroteo rápido y provisorio, la postura en contra del DNU sumaría, en caso de que no hayan fugas ni ausencias, 126 votos. En tanto, a favor ya habría 115 votos consolidados. No obstante, el Poder Ejecutivo siempre se guarda un as bajo la manga y podría hacer valer su poder de fuego para “bajar” diputados el día de la sesión, o forzar a diputados que iban a votar a favor para que se abstengan. El escenario está más abierto que nunca.