Las elecciones legislativas dejaron al peronismo sumido en una crisis interna que amenaza con fracturar definitivamente al espacio. Lo que meses atrás parecía una unidad consolidada se desdibujó frente a los resultados adversos del 26 de octubre, donde La Libertad Avanza (LLA) se impuso como primera minoría nacional con el 40,6 % de los votos, mientras que el peronismo quedó con 31,7 %.
En la provincia de Buenos Aires, territorio clave, la diferencia fue ajustada pero simbólica: 41,5 % para LLA frente a 40,8 % del peronismo, lo que determinó el reparto de 17 bancas para el oficialismo y 16 para la coalición gobernante. La baja participación electoral (67 %), la más reducida desde el retorno democrático, evidenció el desencanto y la apatía de un electorado tradicionalmente movilizado.
La coalición Fuerza Patria no logró sostener la unidad alcanzada en septiembre. Las internas no resueltas, la falta de coordinación de campaña y una narrativa económica débil frente al discurso de “estabilidad” de los libertarios terminaron por desarticular la estrategia nacional.
En ese escenario, Axel Kicillof intentó equilibrar la gestión provincial con la construcción política, mientras el Frente Renovador de Sergio Massa buscaba mediar entre el kicillofismo y La Cámpora. Pero la derrota electoral reavivó viejos resentimientos: el camporismo culpó al gobernador por el desdoblamiento de los comicios y la expresidenta Cristina Kirchner volvió al centro de la escena con sus cartas, generando mayor tensión entre los intendentes bonaerenses.
El clima de ruptura se atenuó parcialmente tras una reunión en Berazategui, donde Kicillof intentó contener a los jefes territoriales y encauzar su espacio, Movimiento Derecho al Futuro, como una alternativa “amplia y federal” con miras a 2027. Sin embargo, los desafíos son enormes: el peronismo deberá reconstruir su estructura, recomponer liderazgos y recuperar su capacidad de representación popular.
La elección dejó una conclusión clara: el histórico movimiento ya no puede apoyarse solo en su aparato ni en la mística del pasado. Si aspira a volver al poder, deberá reencontrarse con su electorado y construir un nuevo relato frente a la hegemonía libertaria.









