En el mundo, todo el tiempo surgen nuevas enfermedades y las infecciones de transmisión sexual (ITS) no son la excepción. Actualmente hay cuatro bacterias que tienen en vilo a la comunidad médica, ya que podrían convertirse en graves amenazas para la salud pública. Estos cuatro microorganismos son: la neisseria meningitidis, la mycoplasma genitalium, la shigella flexneri y una cepa atípica de la chlamydia trachomatis.
La Neisseria meningitidis (también llamada meningococo) puede causar meningitis invasiva, una infección potencialmente mortal del cerebro y las membranas protectoras de la médula espinal. Asimismo, es cada vez más señalada como la causante de infecciones urogenitales. La bacteria puede transmitirse a través del sexo oral como principal vía de contagio, los besos profundos y otro tipo de contactos íntimos. En 2015 mutó mediante una recombinación genética con su pariente cercano que causa la gonorrea, lo que permitió que la ITS se propagara de forma más eficiente.
La segunda bacteria que preocupa a los médicos es la mycoplasma genitalium. Identificada en la década de los 80, la bacteria hoy en día afecta aproximadamente a entre el 1 y el 2 por ciento de las personas y es especialmente común en adolescentes y adultos jóvenes. La infección por m. genitalium, aunque a menudo no presenta síntomas, puede imitar a una clamidia o gonorrea, con irritación persistente de la uretra y el cuello uterino. Debido a que puede desencadenar una enfermedad inflamatoria pélvica en el sistema reproductor femenino, se ha asociado con infertilidad, aborto espontáneo, parto prematuro e incluso con muerte fetal. Los preservativos pueden ayudar a prevenir la infección. En tanto, los investigadores han advertido sobre la creciente resistencia de la bacteria al tratamiento con los antibióticos azitromicina y doxiciclina.
La shigella flexneri o shigelosis se transmite por contacto directo o indirecto con las heces humanas. La infección causa calambres estomacales severos y brotes explosivos de diarrea llena de sangre y mucosidad, que ayudan a perpetuar la transmisión de la bacteria. Los científicos creen que la enfermedad básicamente se aprovechó de un nuevo nicho para la transmisión a través del sexo anal-oral y, desde entonces, ha dado lugar a múltiples brotes en todo el mundo.
Por último, la linfogranuloma venéreo (LGV), causada por cepas inusuales de chlamydia trachomatis, puede provocar una “infección terrible”. El LGV puede empezar produciendo un grano, ampolla o úlcera genital temporal y luego invadir el sistema linfático del cuerpo. La infección rectal puede simular una enfermedad intestinal inflamatoria y ocasionar anomalías crónicas y graves del colon y del recto, como fístulas y contracciones. Al igual que con la clamidia, el LGV puede aumentar el riesgo de contraer el VIH.
El uso de preservativos disminuye drásticamente la posibilidad de adquirir cualquiera de estas enfermedades.