Desde 2008, cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV) establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo de informar y concientizar a la población acerca de esta enfermedad que puede ser mortal, pero al mismo tiempo prevenible.
El ACV afecta a 1 de cada 4 personas en el mundo y según la Organización Mundial de Accidentes Cerebrovasculares (WSO, por sus siglas en inglés), es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad a nivel mundial. Cada año se registran 12,2 millones de nuevos casos, de los cuales 6,6 millones son fatales.
La WSO también estima que más de 100 millones de personas viven con secuelas por haber padecido un accidente cerebrovascular en algún momento. Las proyecciones sugieren que -dado el aumento de la población y su mayor expectativa de vida- estas estadísticas se incrementarán drásticamente en las próximas décadas.
En Argentina, el ACV representa la primera causa que ocasiona discapacidad y la segunda causa de muerte, según el Programa Nacional de Prevención de las Enfermedades Cardiovasculares. Asimismo, la incidencia del ACV es de 87/100.000 habitantes. Por lo tanto, se estima que cada año se producen entre 50.000 y 60.000 nuevos casos. Además, el 2% de la población mayor de 40 años vive con secuelas de un ACV previo, lo cual representa a más de 340.000 personas en el país.
Estilo de vida y factores de riesgo
Expertos de la Federación Argentina de Cardiología (FAC) resaltan que realizar ciertos cambios puede incidir en la frecuencia de los ACVs y a la vez se beneficia todo el sistema cardiovascular. Una dieta balanceada y la actividad física son la base de la prevención. “Las llamadas dieta mediterránea y DASH se asocian a la disminución de factores de riesgo vascular en general. Ambas, con algunas diferencias, se caracterizan por bajo consumo de carnes rojas, alto consumo de legumbres, frutas, vegetales, grasas mono y poliinsaturadas presentes en los pescados azules como salmón, anchoas, caballa, sardinas y atún, y en aceites como oliva, canola y soja, además de bajo consumo de sodio”, señala el doctor Gerardo García Mallea, cardiólogo y Presidente del Comité de Enfermedad Vascular Periférica y Stroke de la FAC.
En tanto, la actividad física es otro factor muy importante ya que tanto la indicación clásica de 150 minutos de ejercicio por semana, como actualmente de períodos de actividad de 20 minutos diarios de actividad física intensa demostraron reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular.
Desde la FAC también ponen el acento en los principales factores de riesgo a considerar. Entre ellos están el tabaquismo, la obesidad y la ingesta excesiva de alcohol. Pero el principal es la hipertensión arterial, asociada tanto a los ACV isquémicos como hemorrágicos. Otro es la Fibrilación Auricular (FA) que “conlleva a un aumento de cinco veces el riesgo de ACV, debido al potencial tromboembolígeno”, señala García Malea. “En estos casos la evaluación del riesgo de ACV cardioembólico es prioritaria para determinar la indicación de tratamiento anticoagulante teniendo en cuenta, además, el riesgo de sangrado”, concluye. Por último, existen otros factores de riesgo muy importantes, como el infarto de miocardio, la enfermedad arterial periférica, el foramen oval permeable, el haber presentado un ACV previo.