La esquizofrenia es un trastorno mental grave que se caracteriza por alteraciones del pensamiento, la percepción y la conducta que afecta a 24 millones de personas en el mundo, aproximadamente, con una prevalencia cercana al 1%, según la Organización Mundial de la Salud. Si bien en Argentina no hay datos precisos de prevalencia, se estima que en el país unas 300 mil personas viven con esta enfermedad.
Además, se estima que más del 85% de las personas con esquizofrenia presentan algún grado de trastorno cognitivo, un aspecto central que afecta significativamente la capacidad de llevar a cabo actividades del día a día como ocuparse del cuidado personal, recordar una cita con el médico e, incluso, la adherencia al tratamiento farmacológico y eso constituye una necesidad médica no satisfecha para la cual no existe un tratamiento farmacológico específico.
Un panel de expertos en esquizofrenia y cognición disertó sobre la centralidad de los síntomas cognitivos en un simposio titulado «Deterioro cognitivo, el gran olvidado en la esquizofrenia», auspiciado por Boehringer Ingelheim, en el marco del XXXVII Congreso Argentino de Psiquiatría y Salud Mental celebrado en Mar del Plata.
El simposio contó con la moderación de la Dra. María Roca y presentaciones de expertos en esquizofrenia como el Dr. Eduardo Leiderman y el Dr. Cristian Garay, quienes destacaron la importancia de reunir distintas miradas para abordar la esquizofrenia.
«El tratamiento de la esquizofrenia requiere de un abordaje interdisciplinario y considero que fue muy positivo moderar un panel representativo de distintas especialidades involucradas en el abordaje de la esquizofrenia compuesto por un médico psiquiatra especialista como el Dr. Leiderman, por un psicoterapeuta como el Dr. Garay y por una doctora en psicología que se dedica a la evaluación de los déficits cognitivos y a su remediación, como es mi caso. Esto demuestra el valor de este foro en el marco de un congreso médico que congrega a tantos profesionales de la salud mental», afirmó la Dra. Roca, licenciada y doctora en Psicología y subdirectora del departamento de Neuropsicología de INECO (M.N. 33.819).
El deterioro cognitivo, ese gran olvidado
Para explicar la centralidad del deterioro cognitivo, el Dr. Eduardo Leiderman, médico especialista en Psiquiatría, doctor en Psicología y médico de planta del Hospital Alvear (M.N. 72.246), se refirió a las distintas manifestaciones de la enfermedad.
«Si bien los síntomas pueden variar según la persona, existe un primer grupo de síntomas denominados ‘positivos’ que engloban comportamientos nuevos que no existían y se adicionan o incorporan al modo de actuar y de percibir la realidad, como las ideas delirantes y las alucinaciones, los cuales se pueden controlar en gran parte mediante el uso de fármacos antipsicóticos», señaló.
Luego, el experto identificó un segundo grupo de síntomas que se denominan «negativos» ya que suponen una pérdida de la capacidad de sentir placer o gusto por las cosas: «La persona dejar de tener ganas de mantener interacción social; experimenta anhedonia, que es la disminución del placer o de la anticipación del placer; alogia, lo cual significa que la persona deja de hablar o, por el contrario, habla todo el tiempo, pero sin sentido. También se observa cierta indiferencia afectiva, que es la falta de expresión emocional, y abulia, que es la falta de voluntad para dar comienzo o persistir en una actividad dirigida a un objetivo», detalló el Dr. Leiderman.
Los síntomas negativos suelen manifestarse de manera independiente de los síntomas positivos e, incluso, en ausencia de ellos, continúan presentes, como una especie de enfermedad residual. «Las opciones farmacológicas que existen hoy en día no logran mejorar estos síntomas y es muy poco lo que podemos hacer», agregó el especialista.
El tercer grupo de síntomas se caracteriza por un deterioro de la función cognitiva. «Si bien la centralidad de los síntomas cognitivos es clara desde que la esquizofrenia se describió como tal, este aspecto quedó rezagado durante casi 50 años y recién a fines del siglo pasado se volvió a poner foco en los síntomas cognitivos y destacar su alta prevalencia, lo cual se evidencia en la evolución social y académica de las personas con esquizofrenia», comentó el Dr. Leiderman y añadió: «No es que los psiquiatras ignoremos la existencia de los síntomas cognitivos, sino que el deterioro cognitivo no siempre adquiere la centralidad que merece. Por eso decimos que es un gran olvidado».
Por su parte, el Dr. Cristian Garay, doctor en Psicología, profesor regular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y director de proyectos de investigación (M.N. 26.665) explicó: «El síntoma cognitivo es el gran olvidado porque, desde el vamos, la propia definición de esquizofrenia no contempla a los síntomas cognitivos, entendidos como un deterioro de las funciones ejecutivas y de la capacidad atencional, es decir, del procesamiento de información. Actualmente, hay un cambio de paradigma que busca entender a la esquizofrenia como un trastorno que afecta esencialmente lo neurocognitivo».
Las personas con esquizofrenia no sólo tienen ideas delirantes y alucinaciones que las distancian de la sociedad, también experimentan síntomas negativos que complejizan las interacciones sociales y un deterioro cognitivo que les impide, entre otras cosas, memorizar, abstraerse y comprender metáforas. «Carecen de funcionamientos cognitivos clave para la interacción con otras personas, lo cual les genera dificultades para comprender cómo siente o piensa otra persona; algo semejante a una especie de ´ceguera´ mental», explicó el Dr. Leiderman.
Otro aspecto clave en el abordaje de la esquizofrenia está relacionado con el estigma y la discriminación. «Se observa cierta auto-estigmatización del propio paciente, que se siente diferente a los demás, y discriminación por parte de las personas de su entorno, que se alejan porque suponen que las personas con esquizofrenia son violentas cuando, en general, las personas con esquizofrenia son más víctimas de violencia, que victimarios», señaló Leiderman. «El problema es que ese alejamiento genera mayor aislamiento y complejiza aún más la recuperación», añadió.
Tratamiento de la esquizofrenia y su impacto en familiares y cuidadores
La esquizofrenia no es curable, pero sí hay posibilidades de recuperación con gran variabilidad, según la persona. Hay pacientes que se auto-sustentan y trabajan y otros que son completamente dependientes. El Dr. Leiderman explicó que «en psiquiatría, ‘recuperación’ significa que no se busca eliminar todos los síntomas, sino una mejor calidad de vida y cierto grado de autonomía». Por su parte, el Dr. Garay explicó: «En los últimos 20 años, se empezó a trabajar en estrategias de estimulación de entrenamiento de las funciones cognitivas mediante el uso de software específicamente diseñado».
También se emplean terapias de remediación cognitiva, que consisten en una serie de ejercicios para estimular las funciones cognitivas deterioradas. «Las habilidades sociales también se pueden entrenar para mejorar aspectos como, por ejemplo, el reconocimiento de expresiones emocionales de los demás mediante el uso de imágenes que mejoran la cognición social», añadió.
La esquizofrenia impacta también en el entorno familiar. «Es difícil lograr que el familiar pueda aceptar la enfermedad y la psicoeducación es un aspecto central. Las intervenciones con los familiares son esencialmente psicoeducativas, es decir, que hay que ayudar a que el entorno familiar comprenda que no debe auto-culpabilizarse, sino trabajar en la aceptación porque la culpa suele repercutir negativamente en las personas con esquizofrenia», subrayó el Dr. Garay.
Boehringer Ingelheim trabaja en la investigación y el desarrollo de soluciones innovadoras que permitan transformar el abordaje de diversas condiciones de salud mental crónicas y complejas, como la esquizofrenia. En colaboración con otras organizaciones se trabaja también en soluciones que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los pacientes y de su entorno.