Entre los años 1987 y 2018, los incendios forestales afectaron al 57,9% de las sierras de Córdoba. En esos 31 años, 9.210 focos asolaron 1.609.672 hectáreas, el equivalente a casi 28 ciudades de Córdoba.
Las cifras provienen del banco de datos sobre incendios creado por un grupo de investigación del Instituto Gulich, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
Cada registro fue producido a partir de imágenes capturadas por satélites del programa Landsat, del Servicio Geológico de Estados Unidos. Especialistas del Instituto Gulich efectuaron un primer análisis sobre ellas y luego las sometieron a un procesamiento semiautomático en la nube para generar las cicatrices” (polígonos) provocadas por las llamas.
El año 1988 fue el peor del período analizado, con 961 focos que se extendieron sobre más de 350.000 hectáreas. Por otra parte, si bien 2015 registró el menor número de incidentes (45), el ciclo con menor superficie degradada fue 2014 (2.135 hectáreas).
Del relevamiento surge que el 2,2% de los incendios fue responsable del 71% del área total quemada entre 1987 y 2018. Se trata de disturbios de gran escala, que superaron cada uno las 1.000 hectáreas.
En el extremo opuesto, más del 86,3% de los siniestros –todos menores a 100 hectáreas– afectaron un 11% de la superficie total dañada por el fuego. La frecuencia con la que ocurren es otra de las lecturas que habilita el material producido.
En el período estudiado, un 21% de las sierras (585.861 hectáreas) se quemó una vez; un 9,5% (264.126 hectáreas) en dos oportunidades; y un 3,2% (89.966 hectáreas) tres veces. Además, 44.996 hectáreas quedaron bajo las llamas en cuatro o más oportunidades desde 1987 hasta 2018. Actualmente, estos documentos atraviesan un proceso de revisión para incrementar su precisión. Cuando finalice esa etapa, el material estará disponible en el portal de esa institución y será de acceso libre.
El fuego produce innumerables secuelas
Las lista de consecuencias adversas asociadas a los incendios resulta infinita. Un documento elaborado por el equipo responsable de la cartografía histórica del instituto Gulich señala que el fuego contribuye a la disminución de la diversidad y distribución de los bosques, favorece la erosión del suelo, reduce la infiltración y aumenta el arrastre de materiales”.
Los últimos puntos resultan cruciales, ya que ambos modifican la calidad del agua, así como el servicio de regulación hídrica que prestan los ecosistemas”, según explican. Con todo, tener una radiografía precisa de cuándo y dónde se desata un incendio, o qué extensión perjudica es fundamental para escoger medidas de prevención.