Un estudio realizado por la investigadora Andrea Carrazana Rivera, becaria doctoral del Conicet, reveló que el consumo excesivo de alcohol creció en todos los estratos socioeconómicos de Argentina durante la última década.
A partir de datos del Indec de 2009, 2013 y 2018, la investigación analizó la evolución de la ingesta de alcohol en la población argentina. Las conclusiones publicadas por Rivera en el paper Desigualdades socioeconómicas en el consumo de alcohol en Argentina”, en la prestigiosa revista norteamericana Drug and Alcohol Dependence”, sostienen que, si bien el consumo general se mantuvo en los mismos niveles durante los años analizados, el porcentaje de personas que presentó patrones nocivos de consumo creció del 16% en el primer período al 24% en el último.
El otro dato elocuente es que, si hace más de diez años el problema afectaba mayormente a los sectores con menores recursos económicos, actualmente alcanza a todos los estratos socioeconómicos por igual, e incluso aumentó más en los estratos más ricos en la década analizada (ver Un aumento…). Los datos se inscriben en el campo de la economía de la salud”, un área de investigación incipiente en el país, pero fundamental para delinear políticas sustentables de salud pública.
El consumo de alcohol, junto con el tabaco, las dietas malsanas y la falta de actividad física son los cuatro principales factores de riesgo de las enfermedades crónicas no transmisibles en el mundo.
En ese grupo están las cardiopatías, enfermedades respiratorias, el cáncer, la obesidad y diabetes, las mismas que representan una pesada carga económica y un gran número de muertes y morbilidades prematuras”, explicó Rivera en un artículo publicado en UNCiencia por Soledad Huespe, quien informó que el trabajo fue dirigido por Mariana De Santis, del Centro de Investigaciones sobre Cultura y Sociedad (UNC/Conicet).
La investigación hace foco en la conducta y el estilo de vida asociados al consumo problemático de alcohol, que supone la ingesta de 60 gramos de alcohol puro o más en el lapso de una hora; mirada a le que suman dimensiones económicas, como el ingreso per cápita del hogar. El número se sostiene a lo largo de los años y esos datos no suponen necesariamente un consumo problemático. Pero cuando evaluamos la prevalencia del consumo episódico excesivo, observamos que en 2009 el 16% de las personas que ingirieron alcohol tuvieron este tipo de comportamiento. En 2013, el porcentaje fue del 19%, y en 2018, creció al 24%, sin discriminar por segmento socioeconómico”, sintetizó De Santis.
Un aumento concentrado en los sectores altos
Los datos revelan que el consumo de alcohol no aumentó tanto, pero está concentrado en los sectores más ricos: el 46,8% de la población de menos recursos económicos admitió haber bebido el mes previo a la encuesta, mientras que en el segmento de mayores recursos económicos ese porcentual fue del 63%”, explicaron las investigadoras en una entrevista con UNCiencia, donde precisaron que si desagregamos por género, el consumo es mucho más alto entre varones: un 66% de ellos en 2018, contra un 43% de mujeres que declaró haber bebido, aunque sea una copa, en el mes previo a la encuesta”.
Lo interesante es que en las tres ondas (2009, 2013 y 2018), el consumo de alcohol se mantuvo. Pero las proporciones de consumo episódico excesivo aumentaron mucho: en varones pasó del 23% en 2009, al 31% en 2018. Y en mujeres saltó del 7% en 2009, al 15% en 2018”, concluyeron.