Por Fátima Giménez y Melani Cordi
En el marco del mes de la mujer y tras un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1976, dos grupos de mujeres encuentran su lugar de manera muy significativa, llevando sus mensajes y música a las calles. La Revolución de las Viejas y Legüeras del Río se levantan como emblemas de resistencia y memoria. Por un lado, las “hijas del pañuelo blanco” reivindicando los derechos de las vejeces y por el otro, bailarinas folclóricas que se inspiran en la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo para expresarse a través del arte. Ambas convergiendo bajo un mismo propósito: visibilizar problemáticas actuales para transformar el futuro.
En esta nota, hablamos con referentes de los dos grupos y exploramos sobre sus historias y cómo, en una nueva conmemoración del 24 de marzo y del mes de la mujer, su participación en movilizaciones y espacios comunitarios se vuelve clave. En sus voces resuenan las batallas de generaciones pasadas, pero también se proyecta una mirada de esperanza hacia un futuro más inclusivo y justo.
La Revolución de las Viejas: resistencia, memoria y derechos en la vejez
“La Revolución de las Viejas» emerge como un movimiento que desafía los estereotipos sobre la vejez y reivindica los derechos de las mujeres mayores. Desde su nacimiento en 2020, esta iniciativa, que comenzó con el impulso de Gabriela Cerruti, ha evolucionado hacia una organización federal que agrupa a mujeres de diversas provincias con un objetivo claro: derribar el edadismo y promover la autonomía de las vejeces.
Alicia Cuadro Moreno, integrante del movimiento, destaca que la Revolución de las Viejas ha atravesado un proceso de reconstrucción y consolidación tras la desvinculación de Cerruti. «Desde octubre del año pasado realizamos un encuentro federal y nos organizamos en distintas regionales para seguir luchando por nuestros derechos y por la ley anti edadismo«, explica.
La bandera plateada del movimiento simboliza su identidad: «Somos la marea plateada. Hijas del pañuelo blanco, madres del pañuelo verde». La lucha de las Madres de Plaza de Mayo y la militancia feminista se entrelazan en sus acciones, recordando que la memoria y la justicia son imprescindibles para la transformación social. «Muchas de nosotras fuimos presas políticas, vivimos la dictadura y seguimos en las calles porque sabemos que los derechos se conquistan con organización y lucha», señala Cuadro Moreno.

Cada 24 de marzo las integrantes del movimiento dicen presente en las calles. Así, en diversas ediciones de la tradicional marcha con su bandera realizan performances con pañuelos blancos, portando carteles que reivindican derechos conquistados por las mujeres a lo largo del tiempo. «Hacemos un trabajo pedagógico en las marchas, especialmente con las generaciones más jóvenes. Es un puente entre la historia y el presente, porque sin memoria no hay futuro«, afirma.
Uno de los pilares de la Revolución de las Viejas es el teatro como herramienta de transformación social. Inspiradas en el Teatro del Oprimido de Augusto Boal, las integrantes desarrollan obras que exponen situaciones de vulneración de derechos de las personas mayores. «Ganamos un concurso del Fondo Nacional de las Artes y pudimos financiar talleres en centros de jubilados y universidades. A través del teatro, logramos que la gente se identifique, reflexione y se anime a transformar su realidad», detalla Alicia.
Para las revolucionarias, la vejez no es sinónimo de pasividad ni dependencia. «Nos llaman abuelitas, viejitas, pobrecitas, pero nosotras no somos seres frágiles. Somos mujeres con historia, con proyectos, con voz. Y no nos callamos más«, enfatiza.
El impacto de movimientos como La Revolución de las Viejas demuestra que la lucha por la igualdad y la justicia no tiene edad. En un mundo que muchas veces invisibiliza a las personas mayores, estas mujeres se abren camino con determinación, tejiendo redes intergeneracionales y reivindicando el derecho a una vejez libre y digna. Porque la memoria no solo es pasado, sino también una guía para seguir transformando el presente.

Legüeras del Río: expresar desde la danza y el bombo
El pasado jueves, Legüeras del Río participó con su música y danza de la restauración de los murales de Abuelas de Plaza de Mayo que habían sido vandalizados en Ciudad Universitaria. En ese contexto, acompañadas por la voz de Pablo Bruno, el ensamble de mujeres danzó junto a sus bombos y mensajes de resistencia, lucha y revalorización de las tradiciones populares.
Hoy Día Córdoba dialogó con su directora y profesora, Sol Stampfli, quién contó sobre los inicios del ensamble, los procesos hacia dentro del grupo y lo que significa la música como medio de expresión y lucha.
El grupo está conformado por 20 mujeres que se dedican a difundir el folclore bajo el “aquí y ahora”, un enfoque contemporáneo a través del cual se reivindica la relevancia del folclore como herramienta de transformación. “Queremos hacer y acompañar músicas que hablan de este presente, de esta geografía, de las sierras, de la provincia de Córdoba, así como de Santiago del Estero, donde yo aprendí a tocar el bombo y a bailar”, asegura Sol.

El origen de Legüeras del Río se remonta a los talleres de bombo y danza que ella brinda en el Corredor de las Sierras Chicas. Desde sus comienzos, el grupo ha ido creciendo hasta convertirse en un colectivo de mujeres que se unen para tocar el bombo, bailar y alzar su voz. En cuanto al proceso creativo, la directora comenta que “no se limita a la creación artística, sino que tiene también una dimensión colectiva y vinculante”, siendo las integrantes del grupo quienes comparten experiencias personales y saberes para llevarlos a la música.
Para Sol, el folclore siempre estuvo vinculado a la lucha social, sobre todo a la resistencia de los pueblos originarios y el feminismo. Pero no se trata solo de repetir las canciones y danzas del pasado, sino de hablar de lo que pasa hoy, para lograr transformaciones verdaderas. “Para nosotras el folclore debe estar vivo y en continua transformación. No lo vivimos sólo como una tradición. Creemos que el folclore debe tener un sentido conectado con los reclamos del presente, y desde ahí salimos a las calles a mostrarlo”, remarcó la impulsora del ensamble.

El 24 de marzo, con la memoria de la dictadura todavía fresca en las conciencias, Legüeras del Río llevó su música y danza a las calles. «La lucha de las abuelas nos conmueve profundamente. Creemos que de allí tenemos que aprender: a organizarnos, a salir a la calle, a no callarnos«, reflexiona sobre la organización que es una de las fuentes de inspiración para el grupo. «Cuando estamos en la calle, sentimos que estamos donde debemos estar», concluyó Sol en la previa de otra marcha histórica.
Con los dos grupos que unen pasado y presente, concluímos este especial en homenaje a mujeres de Córdoba y el mundo que hacen eco de luchas históricas, multiplicando su voz y marcando el camino para muchas otras mujeres y generaciones.
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