El caso de Pablo Luarte reabre un debate urgente: el modo en que los medios abordan los delitos que involucran a niñas, niños y adolescentes. La exposición mediática, aun cuando se intente “dar contexto”, puede convertirse en una nueva forma de violencia si no se prioriza el interés superior del niño, principio rector de la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
La obligación de preservar identidad e intimidad
Esta ley establece que ningún medio puede publicar información, imágenes o datos que permitan identificar, directa o indirectamente, a una persona menor de edad implicada en un hecho policial o judicial. Esto incluye referencias al entorno familiar, escolar o barrial, incluso cuando el nombre o el rostro no se mencionen.
La Defensoría del Público y UNICEF recuerdan que el consentimiento familiar no exime a los medios de responsabilidad. El interés superior debe prevalecer por encima de cualquier consideración editorial o narrativa. Evitar la exposición no es censura: es protección.
Una vez que el niño o la niña involucrada es localizado y resguardado, los medios deben dar de baja o actualizar inmediatamente todas las notas, imágenes y publicaciones que contengan su identidad completa. Esto incluye eliminar fotos, videos y cualquier dato que permita su identificación directa o indirecta. A partir de ese momento, en cualquier cobertura posterior se recomienda no usar el nombre completo del menor y limitarse a la inicial, garantizando así su privacidad y protección frente a la exposición mediática. Esta práctica es fundamental para prevenir revictimización y respetar el interés superior del niño
Cobertura responsable: Periodismo con enfoque y sin morbo
Los hechos de violencia de género no deben tratarse como “casos aislados” ni como escenas para el impacto emocional del público. La espectacularización —a través de musicalización, recreaciones o titulares morbosos— revictimiza, trivializa y desvía el foco de lo esencial: el carácter estructural del machismo y las fallas de los sistemas de protección estatal.
El lenguaje también construye realidad. Expresiones como “menor” o “nene” deben reemplazarse por “niña, niño o adolescente”, reconociendo su condición de sujetos plenos de derechos y no de objetos de compasión.
Medios que cuidan, medios que transforman
El periodismo tiene la posibilidad de ser una herramienta de cambio cultural. La Convención sobre los Derechos del Niño y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual promueven una comunicación que reconozca a las infancias como protagonistas, con derecho a recibir información veraz, respetuosa y contextualizada.
Informar con enfoque de derechos no significa omitir la verdad, sino contarla con responsabilidad. Cada cobertura puede contribuir a construir una sociedad más empática y consciente de los efectos que la violencia tiene sobre las infancias.
Para orientación o denuncias ante situaciones de violencia contra niñas, niños y adolescentes, está disponible la Línea 102, gratuita y confidencial en todo el país. Una opción para recibir información o asesoramiento es «Botinaf», el asistente virtual disponible para chatear por WhatsApp sobre temàticas de protección de derechos de las infancias y adolescencias de una forma fácil y segura.