Organizada por el fideicomiso «Falklands Maritime Heritage», incluyó a unas 100 personas y zarpó de Sudáfrica el pasado 5 de febrero con la esperanza de encontrar estos restos. El equipo trabajó desde el buque de investigación y logística polar de Sudáfrica, utilizando dos drones submarinos de última tecnología para explorar la zona, descrita por el propio Ernest Shackleton como la «peor parte del peor mar del mundo».
Hace más de un siglo, Shackleton quiso cruzar la Antártida, en una travesía de 2.900 kilómetros a través del continente helado, del mar de Weddell al mar de Roos, pasando por el Polo Sur, pero en enero de 1915 el navío se vio atrapado en la capa de hielo de Weddell.
«Es una de las expediciones más conocidas y es la última gran expedición de lo que se conoce como la época heroica en la Antártida, que va desde 1895 a 1920», explicó Pablo Fontana, historiador del Instituto Antártico Argentino (IAA) e investigador del Conicet. En su camino a la Antártida desde el Reino Unido, el Endurance «hizo escala en Buenos Aires y luego en la isla San Pedro, Georgias del Sur, más precisamente en Grytviken, donde se encontraba la Compañía Argentina de Pesca, siendo este su último puerto antes de naufragar», agregó el doctor en Historia.
El barco permaneció bloqueado durante meses y finalmente fue perforado por el hielo y se hundió, mientras que los 28 hombres a bordo se vieron obligados a improvisar campamentos en los témpanos de hielo hasta que pudieron refugiarse en la inhóspita Isla Elefante.
Shackleton partió en busca de ayuda con algunos compañeros en un precario bote hasta las islas Georgias del Sur, en el Atlántico sur, volvió y logró rescatar con vida a toda la tripulación, por lo que su periplo es recordado hasta hoy como un viaje heroico.
El destino al que el Endurance no pudo llegar era la bahía de Vahsel, donde hoy se encuentra la Base Belgrano II, y que fue alcanzada cuarenta años después por «el primer rompehielos argentino ARA General San Martín, comandado por el Capitán de Fragata Luis Villalobos», indicó Fontana. «En enero de 1955 la expedición argentina logró instalar la Base Belgrano I en la barrera de hielos Filchner, en ese entonces la base más austral del mundo», agregó el investigador.
Sobre las características de la zona en donde fue encontrado el Endurance, Fontana precisó que es «una de las más peligrosas» porque la superficie del mar permanece congelada con presencia de grandes témpanos. «Es casi como el Titanic, pero más riesgoso porque donde fue hallado el Titanic, a casi 4.000 metros de profundidad, no se congela el mar y no está constantemente llena de icebergs», apuntó el historiador.
La temperatura fría del mar de Weddell es una de las causas que explican la buena conservación de la madera del Endurance por más de un siglo. «Otra de las cuestiones clave es que el barco se hundió en una zona de muchísima profundidad, a más de 3.000 metros y los témpanos que circulan por el mar de Weddell no lo destruyeron porque no tienen tanta profundidad», señaló.
El descubrimiento del Endurance es un hito ya que no hay otros antecedentes de hallazgos similares en la Antártida porque «los barcos que se hundieron se perdieron en zonas de poca profundidad y fueron destruidos por los témpanos», precisó el investigador. En tanto, los responsables de la expedición aseguraron: «Esperamos que nuestro descubrimiento involucre a los jóvenes y los inspire con el espíritu pionero, el coraje y la fortaleza de aquellos que navegaron en el Endurance a la Antártida».
La tripulación emprenderá ahora un viaje de once días de vuelta a Ciudad del Cabo. El naufragio está protegido como Sitio y Monumento Histórico en virtud del Tratado Antártico, lo que garantiza que mientras el barco está siendo inspeccionado y filmado, no será tocado ni perturbado de ninguna manera.