El país atraviesa esta semana temperaturas extremas que superan los 40 grados centígrados. La ola de calor que convirtió a la Argentina en el lugar más caliente del planeta había sido advertida por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Aunque toda la biosfera está expuesta al cambio climático global, en el hemisferio sur se da un fenómeno particular. La Argentina y sus países vecinos no sólo quedan afectados por las masas de aire caliente, sino que también se ven expuestos a una alta insolación. Además, los procesos hipotérmicos aumentan los fenómenos de sequía.
Sobre el particular, el presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), Raúl Montenegro, explicó que en algunas zonas del hemisferio sur existe “una suerte de anticiclón estancado en el Atlántico que produce una serie de alteraciones”. Entre dichas alteraciones, hay un ingreso de aire procedente de la región amazónica que explica la presencia de masas de aire caliente, sumado al efecto del sol.
La ola de calor es expresión de “la suma entre el aire caliente procedente de la zona norte del continente, más los efectos termogénicos generadores de calor en la zona donde vivimos”, detalló Montenegro. Además, el también profesor titular de biología evolutiva en la UNC, agregó en diálogo con el portal Nota al Pie, que “afortunadamente al estar bajo efecto de una oscilación austral de La Niña, los valores de humedad son relativamente bajos”.
“El problema se vuelve mucho más grave cuando no hay ambientes nativos de alta diversidad. Por ejemplo, cuando se han destruido ambientes de bosque, de arbustos o de pastizales”, indicó el biólogo. Al no haber ambientes nativos que reduzcan la pérdida de agua y mantengan una mayor humedad, las personas quedan expuestas a masas de aire caliente, alta insolación y fenómenos de sequía, por lo que su resistencia es mucho menor.
Por las altas temperaturas prolongadas en ambientes semiáridos y los efectos de la sequía, también se acrecientan los riesgos de incendios. “Lo que está pasando en Córdoba es totalmente atípico”, expresó Montenegro; y agregó: “No se puede hablar de cambio global climático sin hablar de cambio global de la biodiversidad”.
“Hay que asumir la responsabilidad que tenemos en haber destruido buena parte de nuestras coberturas resistentes”, sostuvo el titular de Funam y agregó: “Lo que era bosque nativo hoy es cultivo de soja o de algodón. Cuanto más destrozados tengamos los ambientes nativos de alta biodiversidad, mayor será nuestra vulnerabilidad”. Tanto el calentamiento global como la modificación de la biodiversidad producidos por los cambios en los estilos de vida que generan estas alteraciones, explican que es lo que está pasando. “Hace rato dejó de ser un problema solamente ambiental para ser un problema provocado por masas humanas”, concluyó.