Mabel es jubilada nacional, vive en Córdoba, cobra la mínima a través del Banco Nación y por supuesto, hace malabares para cubrir sus gastos de medicamentos y comida todos los meses.
Con el esfuerzo lógico que le demanda a su generación, aprendió a manejar sus ingresos, compras y pagos desde el celular, en el cual tiene la aplicación del banco y también una billetera virtual que le da unos pesitos de interés todos los días. Es más seguro que andar con efectivo y la tarjeta de débito, ya que en su barrio de la zona noroeste de la ciudad, los arrebatos callejeros a las mujeres que caminan solas por la calle son una constante.
Como si la propia realidad no les significara suficiente desafío, los adultos mayores suelen ser presa fácil para engaños que involucran los métodos electrónicos de pago. Les sucede todos los días y ninguno está exento. Incluso los sufren personajes tan reconocidos como el periodista Guillermo Salatino, quien semanas atrás lo contó públicamente, como una manera de advertir a la sociedad en general y a los de su generación en particular.
La gran estafa
A Mabel le llegó un mensaje vía WhatsApp que le proponía aprovechar una “atractiva promoción” de un conocido supermercado que casualmente cuanta con una sucursal a pocas cuadras de su casa. El mensaje indicaba que para acceder a ese beneficio era necesario ingresar en el link incluido en el texto. Inocentemente ella tocó la pantalla en ese vínculo.
Esa única acción fue suficiente para que los estafadores pudieran acceder a los datos para iniciar sesión en la página de home banking de la entidad donde la jubilada cobra todos los meses, inmediatamente se transfirieron el saldo de la caja de ahorro a sus propias cuentas, radicadas en el mismo banco y no conformes con eso tomaron un crédito a nombre de Mabel por 2 millones de pesos.

Aquí se encontraron con una dificultad, la aplicación del banco requiere corroborar la identidad del usuario que está solicitando el préstamo mediante una fotografía. Para obtener la foto de la jubilada, los estafadores se comunicaron desde el mismo número desde el cual habían enviado el mensaje inicial. Le dijeron que llamaban desde el supermercado de la “promoción” y que para finalizar su adhesión al beneficio necesitaban tomarle una fotografía. Le pidieron cambiar a videollamada y le indicaron cómo ubicarse frente al celular para capturar la imagen. Así pudieron sortear esa medida de seguridad del banco.
En cuestión de minutos el monto del crédito había sido transferido a las cuentas pertenecientes a otros dos clientes del mismo banco que, a juzgar por los números de CUIT que constan en la denuncia policial, son jóvenes de entre 20 y 22 años.
La respuesta
Al día siguiente, ya percatada de su condición de víctima, Mabel concurrió a la sucursal del banco en la cual está radicada su cuenta sueldo, y tras varias horas de espera, le detalló lo sucedido a una empleada ya acostumbrada a escuchar el mismo relato varias veces por semana. Así comenzó la peregrinación. Primero, la unidad judicial correspondiente a su domicilio, luego, de regreso a la sucursal. De allí, por requerimiento de la entidad bancaria, a la jefatura de policía para completar la denuncia. Con la constancia obtenida, pudo comenzar el trámite interno en el banco.
Las semanas siguientes incluyeron visitas periódicas a la sucursal bancaria para saber si la entidad asumiría la responsabilidad sobre la estafa, lo cual finalmente sucedió. La misma empleada que la escuchó inicialmente le comunicó a Mabel que el seguro se hacía cargo del perjuicio ocasionado y que en pocos días vería en su cuenta el saldo restablecido y le desaparecería el crédito, lo cual sucedió tal como se informó.
Conclusiones
Este caso al que accedió Hoy Día Córdoba nos deja varios temas a tener en cuenta:
- La seguridad de Android. Por más que sus desarrolladores liberen actualizaciones todas las semanas, los hackers están varios pasos más adelante. Con sólo ingresar a un link creado por los estafadores, es suficiente para que ellos accedan a los datos de acceso de aplicaciones tan críticas como las bancarias.
- La plataforma de los bancos. Han agregado varias capas de seguridad y modos de verificación de identidad que, claramente, aún no logran proteger a los clientes de los estafadores.
- La inclusión digital. Resulta absolutamente necesario continuar con la tarea de educar, de capacitar a la población en general y a los adultos mayores en particular sobre los peligros a los cuales se enfrentan al utilizar estas herramientas bancarias y financieras desde sus dispositivos electrónicos.