Cada año, sobre todo en invierno, Argentina, y particularmente Córdoba, sufre la escasez de precipitaciones. Esto se ve reflejado en una disminución de caudales en los cursos de agua, y por ende en los volúmenes de embalses que almacenan el agua para el consumo humano.
Una de las estudiosas sobre las características de las cuencas hídricas cordobesas es Erica Díaz, investigadora del Observatorio Hidrometeorológico de Córdoba (OHMC) y docente de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quién explicó que en los últimos 20 años nuestros ríos y lagos experimentaron más condiciones de sequía que periodos húmedos.
Y dijo que también se percibe aún más la escasez de agua debido a que nuestras poblaciones están en crecimiento, y entonces el recurso se ve limitado frente a una demanda en aumento.
Por eso, remarcó que el desafío es aprender a administrar el recurso hídrico. No solo en Córdoba, sino también en el resto de Argentina, que tiene un 69% de su territorio con características áridas y semiáridas. Ello, sumado a uno de los porcentajes más altos de urbanización de la región, lo que lo convierte en un país con demanda creciente de agua.
Según la Organización Meteorológica Mundial, la sequía es un período de tiempo con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitación cause un grave desequilibrio hidrológico.
En ese sentido, Díaz diferenció entre el concepto de sequía y aridez. “La sequía es un fenómeno natural y la aridez es una condición del lugar”, explicó en declaraciones a La Voz del Interior. Y Córdoba, que es una región con un gran porcentaje de superficie árida y semiárida, se caracteriza por tener una tasa muy baja de precipitaciones anuales y estacionales.
Y en el caso de Córdoba, que es una región con un gran porcentaje de superficie árida y semiárida, no cuenta con agua todo el tiempo sino en determinados periodos. “Nuestros milimetrajes rondan entre los 600 y los 800 según la zona de la provincia. Y cuando atravesamos un periodo de sequía estos registros descienden por debajo de lo normal (anomalía)”, subrayó.
En primer lugar, los déficits en las precipitaciones dan origen a un fenómeno llamado “sequía meteorológica”. Luego, cuando estos se prolongan en el tiempo, comienzan a afectar la humedad de los suelos y el normal desarrollo de cultivos dando origen a la denominada “sequía agronómica”.
Finalmente, la “sequía hidrológica” afecta los caudales en los ríos, el almacenamiento en los embalses y en los suministros de agua”, expuso. Si bien en la provincia de Córdoba existe un manejo eficiente de los embalses frente a periodos de sequía, se hace difícil cubrir las demandas cuando este fenómeno se hace persistente por varios años.
Uso del recurso
La experta expresó que como usuarios tenemos malos hábitos y grandes consumos de agua. Para reducir la escasez del recurso es importante aprender a conocer y administrar de manera eficiente el mismo. “Si se analiza las series históricas de caudales, que datan de 1906 a 1920,se detectan sequías severas antes de los años 70″, afirmó.
Aunque en la década del 80 se registró un periodo continúo de muchos años húmedos, y en los últimos 20 años la sequía se acentuó con períodos cíclicos de dos a tres años.
Además, Díaz indicó que condiciones como el cambio climático o la variabilidad climática provocan ciclos más extensos sin precipitaciones, alternando con periodos de abundantes lluvias en poco tiempo.
Qué hacer para que la situación no se agrave
Una de los mayores problemas que acarrea la sequía es su difícil predicción. Para que la situación no se agrave a futuro, es importante el monitoreo de las variables hidrometeorológicas a través de sistemas locales de vigilancia continua para predecirlas. “A nivel mundial la tendencia es esta”, dijo Díaz.
“En Córdoba medimos nuestras variables meteorológicas con una extensa red de estaciones automáticas que, en conjunto con el aporte científico y técnico de diferentes grupos de investigación, avanza en mejorar estas predicciones. Es muy importante mantenerlas en el tiempo”, sugirió.
Por otro lado, expresó que es importante que como sociedad se tome conciencia del agua como un recurso vital y cuidarla tanto como pequeños como grandes usuarios grandes.
Por otro lado, expresó que es importante que como sociedad se tome conciencia del agua como un recurso vital y que sea cuidada tanto por pequeños como por grandes usuarios. Y agregó: “Córdoba avanzó con el manejo de embalses y en proyectos de trasvase de agua. De hecho, actualmente está en marcha la obra del acueducto interprovincial Santa Fe-Córdoba que traerá agua del río Paraná. Pero aún le falta avanzar en medidas sobre la demanda”.
Los periodos con déficits de precipitaciones favorece la generación de incendios. El de mayor superficie afectada de los últimos tres años se dio la zona del Cerro Champaquí, hace unos días, donde se quemaron 7.600 hectáreas, con una pérdida importante de biodiversidad.
Cuando nuestros suelos pasan mucho tiempo sin recibir precipitaciones, sumado a condiciones de aumento de temperatura, baja humedad y vientos fuertes se incrementa el riesgo de incendios.
Algo similar sucedió en 2020, cuando tuvimos 120 días sin precipitaciones durante la primavera y ocurrieron incendios forestales con un saldo de miles de hectáreas quemadas. Lo mismo pasó en 2023.
“Esto provoca varias consecuencias: la mayor es que tras el primer evento de precipitación, luego de que pasó el fuego, todas las cenizas escurren hacia los ríos aportando gran cantidad de nutrientes que favorecen la eutrofización de embalses”, refirió.
Por otro lado, el incendio impermeabiliza el suelo reduciendo su capacidad de absorción y generando mayor escorrentías, con el consecuente riesgo de inundaciones repentinas y severas que no se pueden controlar.
Finalmente, Díaz anticipó que las perspectivas climáticas para los próximos meses, de acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional (SMN), son de precipitaciones por debajo de lo normal.