La llegada de Victoria iluminó la vida de Gonzalo Alfonso y Guadalupe Acotto con una felicidad indescriptible. Era la segunda hija del matrimonio cordobés, y con su nacimiento llegó también la esperanza de una nueva etapa para la familia. Pero lo que no sabían era que ese comienzo estaría marcado por una prueba inesperada. Lo que parecía ser solo una preocupación pasajera, por la piel y ojos amarillos y orina oscura de la beba, terminó revelando una condición de salud crítica que pondría a prueba la fuerza, unión y fe de la familia.
Luego de varios estudios médicos, Victoria fue diagnosticada con atresia biliar, una enfermedad poco común y grave que afecta los conductos biliares en los recién nacidos. El diagnóstico derivó en una internación y una primera cirugía de cinco horas. «Tuvimos mucho miedo, ella era muy chiquita pero siempre confiamos en nuestra hija y en su fortaleza», expresó Gonzalo. Pero la recuperación se complicó con una colangitis bacteriana que amenazó con comprometer aún más la salud de la pequeña y obligó a los médicos a contemplar una medida extrema: un trasplante de hígado.
Mientras la familia enfrentaba esta dura realidad, contaron con un acompañamiento fundamental. “Osprera nos brindó todo el apoyo y la medicación correspondiente para asegurar que nuestra hija estuviera bien”, sostuvo Gonzalo. Desde leche medicamentosa especial mezclada con aceite TCM, hasta vitaminas, hierro y tratamientos esenciales, la cobertura fue total.
Luego de una profunda reflexión familiar, Guadalupe se ofreció como donante. Los médicos confirmaron la alta compatibilidad: ella había gestado a Victoria en su vientre. Y así, el 17 de junio, madre e hija ingresaron juntas al quirófano en una operación que duró 12 intensas horas. “Victoria dio victoria”, dijeron los médicos al concluir, destacando que la cirugía había sido un éxito absoluto.
Hoy, la niña se recupera favorablemente. La familia continúa su camino, más unida y fuerte que nunca, con un mensaje claro al mundo: «No duden en donar órganos porque gracias a este acto solidario se le da a otra persona la posibilidad de vivir o de mejorar su salud. En este momento lo más importante es la fe, porque mueve montañas. Con fe todo es posible», compartió Gonzalo con emoción. Una historia que emociona, inspira y recuerda que, a veces, el amor puede salvar una vida.