Los destinos, tanto por sus atractivos como por el tipo y la calidad de sus servicios, son fundamentales, pero la clave que emerge como determinante en la demanda es la vivencia de «experiencias con código gay»: el turismo grupal orientado a varones homo y bisexuales gana terreno en Argentina a la par del crecimiento que exhibe el mercado desde el fin de la pandemia, al punto que los operadores del sector multiplicaron propuestas a lo largo y ancho del país durante 2023.
Sean escapadas o viajes algo más distantes y extensos en el tiempo, sean paseos culturales, festivos y/o gastronómicos, el común denominador que expresan refieren que el turismo orientado a varones gays se caracteriza por el deseo de ser parte de iniciativas «entre personas que sienten, piensan y viven de modo similar», en las cuales haya instancias para «hacerse de amigos y curar soledades», siempre en el marco de un «espacio inclusivo y promotor de la diversidad».
Datos de 2022 -los últimos disponibles- del Observatorio Económico del Turismo LGBTIQ de la República Argentina indican que, «al momento de elegir las actividades en el destino, les turistas nacionales muestran una marcada preferencia por los bares y discotecas (29%); seguido visitas a teatros, cines, conciertos y festivales (18%); y visita a circuitos gastronómicos (17%)».
Al crear LaGuan, empresa que produce por sí misma o con otros operadores del mercado «experiencias gays», Sebastián Gabe relata que junto a su amigo Hernán Sankovic convirtió una mala vivencia que tuvieron en 2018 en una oportunidad: «Fuimos a un destino soñado, San Rafael, en Mendoza, y nos encontramos con que no se hablaba ‘nuestro idioma, no se entendía nuestro código’. Nos faltaba eso. Y, al regreso, nos pusimos a trabajar en la construcción de un proyecto (turístico) que incluya destinos donde poder ser nosotros mismos y estar con similares. A lo largo de estos cinco años, nos encontramos con que hay cada vez más personas que necesitan eso, que lo disfrutan y que piden más».
En el mar de Costa del Este o en los hielos de Calafate, en los caminos de El Chaltén o en las termas de Federación, «las motivaciones principales (en este tipo de propuestas turísticas) pasan por conocer nuevas personas y, por qué no, hacerse de amigos, divertirse y participar en actividades de integración, orientadas a quienes viajan solos», señala Gabe, para quien «después de la pandemia creció de modo exponencial las ofertas turísticas orientadas a esa franja de la población».
«En cierto punto, nos proponemos curar la soledad de quienes se sienten solos», añade, una intención que -rememora- data de cuando el Covid-19 los llevó a sostener la incipiente comunidad de viajeros gays a través de encuentros virtuales. Ya en las postrimerías de la pandemia, llegaron a viajar «con barbijos» a San Rafael y, tras ella, pasaron de generar una propuesta cuatrimestral a contar con al menos cada una en cada mes de este año que está por concluir.
Para Johanna Elias, asesora de viajes y desarrollo de marketing de Buenas Vibras, una agencia con 15 años en el mercado y que, en los últimos cuatro, sumó paquetes orientados a varones gays hasta alcanzar el 20 por ciento de sus propuestas, «la motivación principal (de quienes contratan servicios) es conocer nuevas personas».
«Nos proponemos llegar a hombres solos que quieran vivir una experiencia gay», sintetiza Elias, e indica que ese requerimiento «suele ser independiente del destino» porque en la elección priman otras características. Entre ellas: la grupalidad, la presencia exclusiva de varones y el deseo de crear vínculos acotados al tiempo de viaje o más allá en el tiempo.
«Se generan todo tipo de vínculos, los que pueden surgir del hecho de compartir cuartos, de los paseos en ómnibus», señala Elias.
Con todo, tanto Gabe como Elias aclaran que el hecho de que haya una prioridad relacional no implica que el destino no dé un marco a las actividades que priorizan el encuentro entre pares: así como El Chalten, por citar un ejemplo, las instancias de comunicación entre viajes surgen fuertemente en los senderos de trekking, en las de Florianópolis se reparten entre los días de playa y las fiestas gays y gay friendly nocturnas.
«Está bueno que haya experiencias simplemente siendo quien uno es», dice Marco, un joven de 32 años que viajó en grupo este año a Nono y a San Antonio de Areco. Para Fernando, de 58, «una salida lo hace un pequeño porcentaje el lugar, otro tanto el entorno, pero mucho lo hace la gente» con la que se comparte un destino.
De acuerdo con el Observatorio, los principales destinos en los que comercializan propuestas para el segmento de turismo LGBTQ+ -segmento fuertemente dominado por varones gays- son Mendoza (50%) y ciudad de Buenos Aires (38%), a los cuales le siguen en tercer y cuarto lugar Santa Cruz y Córdoba (25% cada una) y Misiones (13%).
«En cuanto a los niveles de satisfacción de los turistas -indica el informe-, el aspecto más valorado de Argentina como destino LGBTQ+ fue la calidad de los servicios turísticos con un puntaje de 8,5, seguido de la variedad de oferta de ocio LGBTQ+ con un puntaje de 7,9».
Los turistas sondeados «valoran y destacan el estatus respecto al matrimonio legalizado entre personas del mismo sexo, las leyes laborales sobre temas de diversidad y la protección de los trabajadores LGBTQ+», expresa el informe del Observatorio.
Y refiere además que los viajeros consultados «destacan las medidas impulsadas contra la criminalización de la violencia basada en el odio, la discriminación, la adopción y analizan si es un buen lugar para vivir para las personas del colectivo».