La última carrera del año en el Hipódromo de Tucumán fue bastante particular sin duda. Pero no por algo que se haya inventado, sino por haberse sumado a un juego que, con cierta frecuencia, se ve en los hipódromos de todo el mundo, y se realiza en fechas festivas y por causas benéficas.
En esta oportunidad, se trató de un condimento adicional a la jornada de cierre de temporada para el turf del Jardín de la República: los jockeys corrieron sin caballos.
Al finalizar las nueve competencias que formaron parte de la fecha tucumana, las autoridades se reservaron una carrera especial para que el público y los protagonistas se divirtieran por unos minutos. Trece jinetes, con su ropa clásica de montar y la chaquetilla que identifica a cada uno de los números del 1 al 13, esperaron dentro del partidor la señal para largar y recorrer los 100 metros pautados desde la gatera hasta el disco.
Claro está, en este tipo de situaciones no todos se lo toman de la misma manera, ni el esfuerzo es el mismo que les demanda guiar a los caballos desde las monturas. Algunos bromearon al punto de hacerse los indóciles y ello requirió que, por ejemplo, uno de los asistentes buscara a Facundo Navarro (12), que actuó su escape del partidor antes de la largada.
Después, entre los que mejor salieron y más velocidad y aire tenían para pelear por la victoria afloró el espíritu competitivo. Y allí, aunque se trataba de una diversión y no había apuestas de por medio, José Alfredo Vizcarra no dejó pasar la oportunidad de seguir cosechando éxitos ym casi una hora después de finalizada las competencias de caballos, fue el más rápido a pie entre sus colegas y ganó de punta a punta la singular prueba, con la chaquetilla amarilla que identifica tradicionalmente al número 6 en los hipódromos argentinos. En 13s97/100, lejos del récord mundial de Usain Bolt, claro está, pero con una enorme sonrisa.
Otra curiosidad fue que inmediatamente después de trasponer la meta, Vizcarra y algunos de sus compañeros cayeron sobre la arena, instantes antes de que decenas de personas invadieran la pista para felicitar y bromear con el ganador. Tras levantarse, José salió hacia la zona de la tradicional foto casi como corcoveando.