“La mirada en las sombras”, ensayo de Juan José Burzi sobre la obra de Caravaggio, es un libro atípico: conciso y breve, más en la línea de John Berger que de Arnold Hauser, la vida y obra del pintor es abordado a partir de aproximaciones a algunas características de su obra o algunas anécdotas de su vida.
Caravaggio no dejó nada escrito, apenas un compromiso con un cliente y sólo uno de sus cuadros lleva firma (“La degollación del Bautista”). Tampoco quedan bocetos, dibujos ni cartas. Sólo un acta del interrogatorio al que fue sometido tras una denuncia por difamación rescata indirectamente su voz. Lo que se sabe de su paso por el mundo es a través de biógrafos contemporáneos, a veces contradictorios. Nos queda un corpus de entre 40 y 50 pinturas, más una cantidad indeterminada de falsificaciones.
Entrevistado para esta nota, el autor cuenta sobre su interés en Caravaggio: “me pareció que sus cuadros eran puestas en escena, obras de teatro, como cuadros de una película. Me pareció muy moderno. Uno de los más modernos de todos estos pintores antiguos. Además, tiene una característica muy particular que suelen tener los artistas que están en la bisagra de los cambios de época, en los cambios artísticos. Caravaggio no era un pintor barroco. Se lo considera barroco, pero cuando él empieza a deconstruir la pintura de su época todavía el barroco estaba en pañales. Está en esta bisagra, adhiere al barroco en muchas de sus aspectos, pero a la vez es como un tipo que rompe con lo que hay en el aire de ese momento. Eso me gustó”.El padre del llamado “tenebrismo”
planteaba un tratamiento dramático de la luz, combinado con una observación realista de la anatomía humana, tanto física como emocional. Fue una de las mayores influencias del barroco posterior: Murillo, Velázquez, Rubens. A pesar de ser muy solicitada su pintura, muchas veces causaba rechazo debido a los modelos de clase baja que elegía, sumado a la manera naturalista en que mostraba las figuras religiosas.
En el libro se destaca que su legado estimula todavía el gusto contemporáneo debido al enfoque de su pintura –la manera de componer escenas, estructurarlas y pintarlas, algo que anticipa las retóricas de las artes visuales modernas, el cine y la fotografía– y por el erotismo y ambigüedad que contienen muchas de sus obras (Baco, Judith decapitando a Holofernes).
Hay en preparación un segundo ensayo –titulado “Sensualidad y erotismo en Caravaggio”– que profundiza en este aspecto:
“A modo de anécdota, me llamó mucho la atención Judith decapitando a Holofernes, cuando la vi en el Palacio Barberini, en Roma, porque es muy fuerte la imagen y es muy notorio… los pechos de Judith tienen marcados los pezones, pareciera que está gozando mientras lo decapita al tipo y después, investigando y leyendo, le hicieron radiografías a la pintura y descubrieron que al principio estaba desnuda, después le pinta la camisa arriba. Me imaginé toda una historia con eso y cómo fue tomado en esa época. Y cuando empezás a leer y ves que muchos rechazos tenían que ver con lo inmoral o lo incorrecto, no lo decían directamente, pero tenía que ver con una cuestión muy erótica de la pintura de él. Y cuando empezás a analizar las primeras pinturas, son todos jovencitos insinuantes, autorretratos algunos, pero son todas representaciones insinuantes. Me puse a investigar, a mirar todas las pinturas y a lo largo de toda su carrera hay cuestiones eróticas, sensuales, que se desprenden, aunque sea otro tema el que toque, no es algo que él buscó eso, pero es algo que siempre está, es inherente a muchas de sus pinturas. En el libro yo toco 25 pinturas y las divido en 5 campos temáticos: Los jóvenes en flor, que son esa primera pintura en donde labura con jovencitos en donde trabaja por fuera del campo religioso; Los ángeles caídos, que es donde hay ángeles y cómo los retrata, hay tres o cuatro ángeles muy sensuales en su pintura; Las santas y pecadoras, que son estas prostitutas que él usa como modelo para pintar a la virgen u otros personajes conocidos, lo cual trae problemas, porque eran muy conocidas en ese entonces; Goce y crueldad, donde hablo de Filide Melandroni, que es la modelo de Judith, los cuadros en los que está ella hay algo como de sadomasoquismo, incluso. Y Cecco da Caravaggio, que es como llamaban a Francesco Bonelli, que es el único aprendiz o lo más cercano a un aprendiz que tuvo y que vivía con él y se cree que era su amante, por eso le decían así. Y a él lo usa de modelo como para unas veinte pinturas. Imaginate que lo deja de ver cuando aún es joven, pero siguió pintando el modelo de ese chico aún en sus últimos días, cuando ya no estaba más con él”.
La peste negra da origen a la pintura en Caravaggio (su padre y su abuelo mueren apestados con un día de diferencia, su familia se muda de Milán huyendo de la peste cuando él tiene 5 años): las sombras y la corrupción son elementos presentes en casi todos sus trabajos. La vida reacciona hasta el paroxismo, ni en el éxtasis ni en la celebración, sino en la agonía. Los personajes de su pintura están todos muertos, de algún modo. Sobre este aspecto trata la primera parte del libro. Los siguientes analizan otras obras sobre la manera en que Caravaggio representaba a través de las manos y los pies el estatus social, el carácter y las emociones de sus personajes; hay una sección aparte sobre las célebres Medusas; un capítulo dedicado a la rivalidad con Giovani Baglione, pintor manierista contemporáneo; en otra parte se comenta en detalle la manera en que representaba la mirada de los vivos y la mirada de los muertos.
Burzi considera a Caravaggio más un pintor de miradas que de claroscuros. Los ojos son un paisaje del alma que revelan la psiquis, el temperamento y el humor de sus personajes. El libro se completa con una serie de 16 láminas a color que reproducen varias de las pinturas que se comentan.
“Estos libros –La mirada en las sombras y Erotismo y sensualidad en Caravaggio– fueron pensados a modo de crónica, pero me di cuenta de un par de cosas. Si era una crónica honesta no iba a poder hablar de pinturas que no hubiera visto. Hice tres viajes a Roma, en donde pude estudiar de cerca una veintena de obras. En los libros hablo también de pinturas que no vi, algunas que están en el Hermitage, otras que están en Inglaterra, EEUU, Malta. Entonces me limitaba un poco. Me pareció que dividir temáticamente era mejor que geográficamente (las obras). Una crónica tenía que seguir cierta geografía, lo que hay en tal museo, en tal ciudad. Preferí meterme en el ensayo, en parte también estimulado por la lectura de Georges de la Tour, de Pascal Quignard”.
La contratapa de Gisela Fabbian dice: “Burzi aprovecha su oficio de narrador y presenta ‘un mosaico’ de descripciones, anécdotas, relaciones y lecturas que ligan diversos planos de ese complejo vital y artístico que, por convención, llamamos ‘Caravaggio’”.
La mirada en las sombras es también un complemento interesante a la obra narrativa del autor, una suerte de ensayo sobre afinidades estéticas que pueden de alguna manera continuarse en los libros de relatos de Burzi, unos de los mejores y más originales autores de narrativa breve de la Argentina.
Juan José Burzi
(Lanús, 1976) Publicó libros de cuentos para adultos y también en el campo de la literatura infantil, así como ensayo. Su libro “La mirada en las sombras. En torno a Caravaggio” (2019) obtuvo el 1er Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires en categoría Ensayo edito (bienio 2018-2019), “Mundos oscuros” (2016), el 2do Premio Municipal en categoría cuento. También publicó “Un dios demasiado pequeño” (2009), “Sueños del hombre elefante” (2012), “Los deseantes” (2015) y “Shibari” (2018). En el campo de Literatura infantil publicó “Miedo a la oscuridad” (2007) y “Tres deseos” (2019). Es director de la revista de opinión literaria Los Asesinos Tímidos (www.losasesinostimidos.com.ar) y editor del sello Zona Borde. Tradujo a clásicos como H. P. Lovecraft, G. K. Cherteston y Henry James, entre otros.