La directora cordobesa María Aparicio estrenó, dentro de la 32 edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), su nuevo trabajo, probablemente el mejor de su corta pero notable carrera, donde por primera vez trabaja sobre materiales ajenos –aunque el resultado es enteramente propio y singular–.
Presentado en una sección paralela del festival, dentro de la película colectiva “Lo que vieron aquellos ojos”, auspiciada por la Bienal de Arte Joven, “Buscar trabajo” ratifica la estatura de cineasta de Aparicio pese a su corta edad, ya que fue quien mejor consiguió resolver el desafío que proponía la iniciativa. Algo que por cierto no era nada sencillo.
Ocurre que, con motivo de su 50° aniversario, el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken puso a disposición de La Bienal la digitalización entera de su colección de Nitratos Argentinos, imágenes de los inicios del cine tomadas en la Argentina del 1900. La Bienal le pasó esos archivos a los distintos cineastas para que concibieran una nueva obra, con total libertad, de donde surgió “Lo que vieron aquellos ojos”, filme compuesto por cuatro cortometrajes.
El resultado es elocuente. Si la mayoría de los trabajos que integran el filme terminan diluyendo la potencia de esas imágenes en vanos ejercicios de ficcionalización –que se pierden a poco de haber iniciado- o en experimentos estéticos más bien azarosos que tienen poco que ver con la naturaleza y el contexto de esos archivos; Aparicio logra exactamente lo contrario a partir de una relación que establece con el “Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas” (1904), de Juan Bialet Massé, contemporáneo a las imágenes.
De esta manera, una voz en off superpuesta a las imágenes va recorriendo, en primera persona, distintos fragmentos del texto de Bialet Massé, convirtiendo a la película en un testimonio profundo de ese país inhóspito que parece a una distancia inconmensurable del presente –pero no lo es tanto–.
La aparente simpleza del mecanismo esconde una complejidad mayúscula, fruto de la inteligencia de Aparicio, porque en su película las imágenes adquieren un nuevo sentido que amplía sus resonancias originales, estableciendo nuevas relaciones que potencian a ambos documentos y lo catapultan al presente, donde la Argentina sigue desgarrándose por los privilegios de unos pocos a costa del sacrificio de la mayoría.
Lo prodigioso es que Aparicio no necesita explicitar su intervención: su capacidad creativa se encuentra en las relaciones que logra establecer entre documentos ajenos para dar cuenta de sus potencias escondidas, porque no se trata de cualquier relación ni de cualquier sentido sino de aquellas que le hacen justicia a los protagonistas que habitan esas imágenes del pasado.
“Buscar trabajo” se convierte así en un testimonio preciso de la infamia, tan emotivo como trágico y bello al mismo tiempo, que aprovecha plenamente las capacidades del cine para guardar un tiempo y proyectarlo en la historia, para decir acaso lo único importante que debe ser dicho por las imágenes.