Sr. Director:
Me pregunto, nosotros, como pueblo trabajador, como pueblo argentino, ¿que sabemos de la deuda externa? Sin temor a equivocarnos: muy poco, o nada.
El hecho es que el tema DEUDA EXTERNA va y viene desde lejanos tiempos. Es mencionado interminablemente por periodistas en notas, publicaciones, tanto por televisión diarios o radio, y asimismo por políticos, tanto oficialistas como las oposiciones tradicionales.
Los medios de difusión masiva, que pertenecen o están al servicio de los dueños del poder, sólo se marcan el propósito de desinformar, o generar más confusión a nivel popular. No es al azar: se trata de mantenernos lo más alejados posibles de los problemas que nos aquejan, y en ello son secundados por funcionarios de gobierno sometidos a sus intereses, por complicidad, o simplemente son testaferros.
Como resultado de ello, llevados por tal falta de esclarecimiento nosotros, como pueblo en su mayoría entendemos, muy ingenua y simplemente, que si hay deuda, hay que pagarla.
Es realmente penoso manifestar lo que sucede por ignorancia, pero la realidad es esta por más dolorosa que sea. Llegamos a dicha conclusión partiendo desde el dinero que habitualmente manejamos, o sea, nuestro sueldo, que, en el mejor de los casos, en la actualidad, puede rondar en los 40.000 y 70.000 pesos por mes. De manera que nos planteamos de forma sencilla: Si le pedimos prestado 100 pesos a un compañero de trabajo, amigo o pariente, lo justo es que se lo devolvamos.
Este razonamiento moral y de buena fe está a miles de kilómetros de lo que significa la DEUDA EXTERNA, y marcado como una burla, en dólares, lo que aumenta nuestro desconcierto.
¿Qué conocemos nosotros de dólares? Es probable que por ahí haya caído un billete en nuestras manos, en el de alguno de nuestros compañeros o familiares, y que hay artículos cuyo precio está señalado en esta moneda estadounidense, pero al billete lo vemos hasta el cansancio por televisión, y no nos conmueve, porque suponemos que a nosotros nos es ajeno, que no nos involucra y no debe preocuparnos. Ahora, cuando se hace referencia a “1.000 millones de dólares”, y que nosotros estamos de por medio, la cosa cambia radicalmente.
Poniéndonos la mano en el corazón, como dice el dicho popular, ¿qué pueden ser 1.000 millones de dólares? ¿Quién de nosotros ha visto esa fantasmal e incalculable suma? ¿Es mucho dinero? ¿Cuál será el alto de la pila de billetes? ¿Qué puede hacerse con tamaña cantidad?
Esclarecimiento sobre lo que ello significa, sólo los hay por modestos medios que, por lo general, no escuchamos, ya que los de difusión masiva copan nuestra atención con un sinfín de programas, de futbol, de la farándula, de entretenimiento, y que nosotros entramos en ello como por encanto, como si estuviéramos hechizados.
Luego: ¿y 45.000 millones de dólares? Bueno; allí ya se nos escapa toda intuición. Es penoso decirlo, pero, ya en esa situación, nuestro razonamiento es remotamente nulo.
El capitalista lo sabe muy bien a esto, porque ellos navegan en esos mares de dólares con suma tranquilidad, con total convicción, atento a nuestra ignorancia sobre el tema.
¡Qué crueldad!, mientras tenemos al frente este panorama, los gobiernos nos hacen saber que SE DEBE HONRAR LA DEUDA, sin aclararnos si esa montaña de dinero entró al país, quién la pidió; y, si es así, dónde está, para qué se utilizó. ¿Por qué no nos explican su significado?, siendo que nosotros, como pueblo, somos quienes debemos pagarlo, con el constante aumento de nuestros impuestos (los de los capitalistas, son intocables).
¿No nos produce gran irritación, grandes ganas de gritar, de insultar, gran bronca por esta fatal entrega?
Pensar que un párrafo de nuestro himno nacional reza: “Coronada su sien de laureles/ y a sus plantas rendido un leon”. Y a estos temerarios leones: ¿cuándo los vamos a enfrentar para que se rindan?
¿Cuánta corriente de miseria, pobreza y estafa debe pasar bajo el puente, para que como pueblo despertemos y odiemos lo que nos dicen estos rufianes? Pero veamos: nuestra ceguera irá desapareciendo, pues la situación socio económica del país marcha a tal velocidad, llevándose todo por delante, que el susto se apodera de los dueños del poder, y, fuera de toda duda, propiciará, facilitará el esclarecimiento, organización y conciencia que no tenemos hoy, para que aparezca nuestra reacción ante tamaña injusticia y haga temblar la estructura de dominio y sometimiento a servidumbre, que ellos creen eterna.
No sería prudente hablar de tiempos, pero sí podríamos decir que puede ser más pronto que tarde; sólo debemos tener constancia y perseverancia para lograr la liberación.
Taurino Atencio