El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, exhortó a la feligresía a adoptar «actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos», en la misa central que presidió esta mañana en el marco de la celebración de San Cayetano.
Al referirse al pasaje bíblico conocido como «del buen samaritano» relatado en el evangelio del día, Poli pidió a los miles de fieles que asisten a la misa central de la celebración de San Cayetano que se dejen «interpelar por la parábola, capaz de poner de manifiesto las actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos».
Cientos de personas formaban esta mañana más de siete cuadras de cola en torno a la parroquia de San Cayetano, de Liniers, que tras dos años de pandemia volvió a abrir sus puertas a la feligresía para celebrar al patrono del pan y el trabajo en un su día.
«Glorioso San Cayetano, que nunca nos falte en nuestra casa el pan y el trabajo», se leía en un gran cartel colocado en frente al templo de la calle Cuzco 150.
A las 11 el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, presidió la misa central.
El cardenal primado de la Argentina inició su predicación asegurando que «cuando se cierran las puertas» que la gente suele golpear en procura de satisfacer sus necesidades, «se abren las puertas del santuario» de San Cayetano, el patrono del pan y del trabajo que «intercede ante Jesús para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando».
«Si han llegado hasta aquí, es porque saben bien que, cuando se cierran las puertas que han golpeado muchas veces, se abren las puertas del santuario y se encuentran con San Cayetano, quien intercede ante el Jesús que tiene en sus brazos, para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando», dijo Poli durante la misa.
«El ejemplo del buen samaritano nos devuelve una mirada solidaria de la realidad, no para escandalizarnos, sino para conmovernos y comprometernos. Mientras tanto, ‘suplicamos el pan de cada día’, como nos enseñó Jesús. El pan que alimenta nuestra vida y que diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria», continuó.
«¿Cómo no pensar en la cantidad creciente de hermanos y hermanas que se acercan cotidianamente a los comedores, en los adultos mayores que no pueden comprar sus medicamentos, en las familias cuyos ingresos son cada vez más insignificantes?», prosiguió.
En otro tramo de su homilía, Poli destacó: «Tenemos que dar gracias al cielo porque hay muchos ‘Cayetanos’ anónimos, hombres y mujeres que no pasan de largo ante el dolor de los que están en la banquina del camino de la vida; son los samaritanos de nuestros días que comparten su tiempo y sus bienes, y sin medir sacrificios renuevan en el cuerpo social el anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano: la esperanza, la virtud que sostiene en las pruebas y nos hace esperar tiempos de encuentro y paz entre los argentinos», dijo.
Poli se refirió también indirectamente a la inseguridad, al afirmar que la parábola «cuenta un hecho de violencia» que «no deja de sorprendernos, por parecerse a los que suceden a diario en nuestros barrios, y son tantos que ya nos hemos habituado».
¿De dónde proviene la tradición?
La imagen de San Cayetano, oriunda de Italia, arribó a la zona de Liniers en 1875 con las monjas del Divino Salvador, que fundaron una capilla y un colegio dedicados al patrono de la Providencia, tras lo cual se construyó el templo en 1900 y fue consagrado parroquia en 1913.
La devoción por San Cayetano se hizo popular a partir de la crisis de 1930, cuando ante la desesperación de los sectores obreros, el párroco Domingo Falgioni organizó una pastoral que impulsó la veneración del santo, que comenzó a ser el del «pan y el trabajo».
Las autoridades de la parroquia anunciaron que hoy habrá misas y bendiciones durante toda la jornada.