Un inusual accidente tuvo lugar en un colegio de barrio General Bustos esta mañana. Se trata en esta ocasión del Centro Educativo Cristo Rey, donde un grupo de alumnos se encontraba realizando un experimento químico en el laboratorio de la institución.
La actividad estaba pautada dentro de la currícula de la materia Química pero por razones que aún no fueron establecidas, la prueba salió mal y tres estudiantes sufrieron quemaduras de primer y segundo grado.
Por el incidente dos de los alumnos debieron ser trasladados a Instituto del Quemado.
“Durante la clase de química de uno de nuestros sextos años, la imprudencia de algún estudiante durante un experimento, que todavía no tenemos del todo claro, generó la combustión de alcohol que provocó una pequeña explosión que afectó principalmente a los dos estudiantes que estaban más cerca. Vino el servicio de emergencia y asistió a todos los chicos afectados“, contó una de las docentes a la emisora radial Suquía.
“Estamos todos conmocionados, porque nos preocupó la situación. Uno de los estudiantes enseguida atinó a buscar el extinguidor, asique eso se apagó enseguida, porque aparte era muy pequeño el fuego que se generó“, añadió la profesora.
El experimento químico en cuestión se trataría del acuñado como “serpiente del faraón”, una reacción cuyo resultado son cenizas expelidas de forma que se asemejan al crecimiento de una serpiente.
Inicialmente, para realizar el experimento se utilizaba tiocianato de mercurio, un compuesto químico inorgánico que en contacto con el fuego produce una abultada «serpiente», de ahí el nombre del experimento. Sin embargo, este compuesto tiene propiedades tóxicas, por lo que para realizar la serpiente del faraón es conveniente sustituirlo por otros materiales.
Para hacer este efecto, se necesita arena, bicarbonato, azúcar y alcohol. En primer lugar se mezclan el bicarbonato y el azúcar y una vez que está hecho se pone arena en un molde ignífugo y en el centro se pone la mezcla. La arena debe haber sido rociada previamente con alcohol o gasolina.
Una vez preparado, en un lugar seguro, se prende fuego a la mezcla de bicarbonato y azúcar, creando así el efecto óptico que da nombre a este experimento.