El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ordenó ayer a sus tropas que se retiren de la orilla occidental del río Dniéper ante los ataques ucranianos cerca de la ciudad meridional de Jerson, en uno de los repliegues más importantes de la guerra e incluso un posible punto de inflexión en el conflicto. Ucrania reaccionó con cautela al anuncio.
El asesor presidencial Mijailo Podolyak dijo que algunas fuerzas rusas siguen en Jerson y que es demasiado pronto para hablar de una retirada. “Hasta que la bandera ucraniana no ondee sobre Jerson, no tiene sentido hablar de una retirada rusa”, dijo Podolyak.
La ciudad es la única capital regional que Rusia había capturado desde su invasión en febrero pasado y su abandono supondría un importante revés para lo que Moscú denomina su “operación militar especial” en Ucrania.
En comentarios televisados, el general Sergei Surovikin, al mando general de la guerra por parte de Rusia, dijo que ya no era posible abastecer a la ciudad y que proponía adoptar líneas defensivas en la orilla oriental del río. La noticia se produjo tras semanas de avances ucranianos hacia la ciudad y en medio de una carrera de Rusia para reubicar a decenas de miles de sus residentes.