Rusia derribó ayer drones ucranianos dirigidos contra la capital Moscú y sus alrededores que dañaron dos torres de oficinas y obligaron a cerrar un aeropuerto internacional, mientras que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dijo que la guerra estaba llegando a Rusia y que esto era algo “inevitable y justo”.
El Ministerio de Defensa ruso dijo en un comunicado que un dron que se dirigía a la capital fue derribado en las afueras de la ciudad y que otros dos fueron “suprimidos por guerra electrónica” y se estrellaron en un complejo de oficinas, y añadió que los ataques no dejaron víctimas.
Moscú y sus alrededores, a unos 500 kilómetros de la frontera ucraniana, rara vez habían sido blanco de ataques en 2022, pero este año han sufrido varios cometidos con drones -incluyendo uno contra el edificio del Kremlin en mayo pasado- similares a varios otros contra la península de Crimea, que Rusia se anexó en 2014. En ese sentido, Rusia afirmó que también repelió ayer un ataque a Crimea, sobre el mar Negro, con 25 drones.
Por su parte, el presidente Zelenski dijo ayer que la guerra estaba llegando a Rusia y que esto era una reacción justa a la invasión de Ucrania de febrero de 2022, que desencadenó el conflicto. “La guerra está volviendo gradualmente al territorio de Rusia, a sus centros simbólicos y bases militares, y éste es un proceso inevitable, natural y absolutamente justo”, declaró el presidente durante una visita a Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania.
Por otra parte, el papa Francisco pidió ayer al Gobierno de Rusia que reactive el acuerdo para exportar granos desde Ucrania, por el que se había creado un corredor para hacer llegar alimentos de forma segura a países en riesgo de hambre, especialmente de África. “No dejamos de rezar por la martirizada Ucrania, donde la guerra destruye todo, incluido el grano, y esto es una ofensa a Dios, porque el grano es un regalo suyo para alimentar a la humanidad”, planteó el pontífice al rezar el Ángelus desde el Vaticano. Para el Papa, con la suspensión del acuerdo “el grito de millones de hermanos y hermanas que sufren hambre llega al cielo”.
Por último, representantes de la Unesco evaluaban en la ciudad ucraniana de Odesa los daños al patrimonio histórico ocurrido en los bombardeos rusos realizados en los últimos días. Tras suspender su participación en el acuerdo que permitió exportar granos bloqueados por la guerra, Rusia intensificó los ataques contra los almacenes e infraestructuras cruciales de Odesa, uno de los tres puertos usados por exportar los alimentos.
Kiev y sus aliados acusan al Kremlin de la comisión de crímenes de guerra al atacar deliberadamente edificios históricos como la gran catedral ortodoxa de la ciudad portuaria, algo que Moscú atribuye a un cohete ucraniano. “Los enviados de la Unesco realizarán una evaluación exhaustiva del daño a los objetos religiosos y culturales por los ataques aéreos de Rusia desde el 19 hasta el 23 de julio”, precisó el responsable de la administración militar ucraniana de la región de Odesa, Oleg Kiper.