La incontinencia urinaria, entendida como la pérdida involuntaria de orina, es una debilidad de la vejiga que afecta la calidad de vida de una de cada tres mujeres y uno de cada diez hombres y, sin embargo, se encuentra subdiagnosticada ya sea por vergüenza o por subestimación, indicaron especialistas del Hospital de Clínicas quienes advirtieron que en muchos casos es posible una solución sin necesidad de cirugía.
“La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina asociada a un esfuerzo físico como toser, reír, correr o caminar; o aquella que está acompañada o inmediatamente precedida de ‘urgencia’, es decir, la percepción de un deseo de orinar súbito claro e intenso, difícil de demorar y con miedo al escape”, afirmó la médica uróloga María Belén Maza, especialista en urodinamia y disfunciones miccionales del Hospital de Clínicas de la UBA en un comunicado difundido por la institución.
Según la Federación Mundial de Incontinencia y Problemas Pélvicos (Wfipp) afecta a una de cada tres mujeres y uno de cada diez hombres.
Sin embargo, según Maza, se trata de una problemática “muy subdiagnosticada”: “Los motivos de la falta de consulta son diversos, puede ser por vergüenza, porque la consideran normal por la edad debido a una creencia que fue pasando de generación en generación y hay quienes no consultan porque creen que tendrían que operarse y no quieren, lo cual es un error porque las causas son múltiples y muchas veces no requiere cirugía”, señaló.
Independientemente de la cantidad de orina que se pierda, la especialista sostuvo que siempre hay que consultar. “Vivir con incontinencia no debe ser una opción dado que lastima la piel por la acidez de la orina y la humedad constante, predispone a infecciones urinarias y en ciertos casos, como la incontinencia por obstrucción prostática o por prolapso, puede generar falla renal dañando gravemente la salud. Además, suele ser un síntoma que altera la calidad de vida, alejándonos muchas veces de reuniones, actividades o tareas diarias fuera del hogar”, advirtió.
Según la especialista, las causas de esta afección son diversas: “Pueden ser anatómicas -por alteración de los mecanismos de sostén de la uretra-; farmacológicas; idiopáticas -cuando no es posible distinguir su origen-; por cirugías pélvicas previas; avance de la edad. En las mujeres adultas, predomina como causa el parto y la menopausia, y en el hombre, las alteraciones prostáticas y la edad”, describió.
“Además -añadió- hay múltiples enfermedades que pueden generar incontinencia como la diabetes; la esclerosis múltiple; el Parkinson y otras patologías neurológicas como mielomeningocele; lesiones medulares; patología vesical; entre muchas otras. Y también puede estar asociada, por dar otro ejemplo, a causas emocionales”.
El cuanto al tratamiento, “la mayoría de las veces es posible encontrar una solución y mejorar la calidad de vida; hay terapias que abarcan cambios de hábitos, tratamientos kinésicos, farmacológicos, quirúrgicos, la colocación de colectores urinarios o cateterismo intermitente en el caso que sea necesario”.
“El botox es también una terapia muy utilizada en el caso de que la incontinencia sea de urgencia y generalmente se usa cuando fallan terapias previas como la farmacológica”, concluyó.