El plástico es un material versátil, seguro, reciclable y sus productos son populares porque satisfacen una gran variedad de necesidades. Así como resuelven cuestiones de la vida cotidiana, también son un valioso eslabón de la economía circular, ya que al reciclarlos retornan como materia prima.
La articulación público-privada es vital para el diseño de políticas públicas que incentiven el reciclado y promuevan la circularidad. En Europa hace años hay una “Ley de Envases” (Ley REP) y diversas normativas que, con metas claras, están logrando objetivos de economía circular; y eso es algo en lo que debemos trabajar en la Argentina, para potenciar la valorización de los reciclables presentes en la corriente de residuos, entre ellos el plástico.
Según un estudio de Opinaia, el 36% de los argentinos todavía no separa residuos, aunque a la mayoría de ellos les gustaría hacerlo si contaran con infraestructuras, como centros de reciclaje, espacio o campanas verdes cerca, información, tiempo o espacio. Además, ante la falta de información, los encuestados consideran que los principales encargados de educar y enseñar sobre la protección y cuidado del medio ambiente son las escuelas (57%) y los gobiernos (58%). Entonces, la educación y la concientización ciudadana deben ser colocados como ejes para una nueva cultura de consumo responsable y una economía circular.
La educación es el camino para que los plásticos sean responsablemente consumidos, reutilizados, reciclados y recuperados. Es importante trabajar sobre la educación ambiental: enseñar, promover e incrementar hábitos de reciclaje hacia un consumidor consciente y hacia toda la cadena de valor, activo y responsable. Este camino se inicia en las escuelas con la educación de docentes y niños sobre el consumo responsable, la correcta disposición y el reciclado de los plásticos.
Apoyamos la ley Nacional de Educación Ambiental, y la Ley Yolanda, con perspectiva de desarrollo sostenible y con especial énfasis en cambio climático para las personas que se desempeñan en la función pública. Trabajamos conjuntamente con CAIP y UoyEP y generamos dos proyectos de ley que están presentados en el Congreso Nacional, como el consumo responsable de plásticos de un solo uso y otro de economía circular.
Estamos llevando adelante un proyecto con Delterra, en el contexto de la Red de Economía Circular de los plásticos de Ecoplas, para encontrar juntos oportunidades en la cadena de valor, para potenciar el reciclado y luego poder escalarlo.
En la construcción de un modelo circular es importante implementar un esquema de certificaciones que beneficien las “7 R” (rediseñar, reducir, reusar, reparar, renovar, reciclar y recuperar), que ayudan a una correcta gestión de los residuos plásticos y la incorporación de prácticas sostenibles en toda la cadena de suministro, donde el ecodiseño se encuentre en el corazón de la estrategia. Las empresas están adoptando la filosofía de crear productos en función de su ciclo de vida completo, desde la producción hasta el final de su vida útil: esto minimiza el impacto ambiental y facilita la posterior recuperación de materiales.
Además, la implementación de normas y certificaciones debe estar respaldada por normas internacionales, sistemas de acreditación o verificación de tercera parte, que aseguran la transparencia e imparcialidad. Un ejemplo es la Certificación INTI-Ecoplas que tiene una ecoetiqueta cuyo isologo va en el producto final e indica la proporción de material plástico reciclado de producto, con un código QR que redirige hacia contenido sobre los beneficios ambientales de la práctica de la economía circular.
Durante 2022 en Argentina se recuperaron 343.000 toneladas de plástico; de éstas, 318.000 toneladas corresponden a plástico reciclado mecánicamente -un incremento del 11% con respecto a 2021- y 25.000 toneladas de plástico recuperado para la generación de energía. Actualmente se recupera seis veces más la cantidad de plásticos que en 2003. Este volumen de plástico reciclado en el país evitó la liberación de más de 434.000 toneladas de dióxido de carbono, equivalente a lo que absorben 21 millones de árboles. Por eso el reciclado desempeña un rol central en la mitigación del cambio climático y la preservación del medio ambiente.
Para potenciar el avance hacia el modelo de la circularidad se desarrolla la nueva tecnología de reciclado avanzado, que crecerá 32 veces a nivel mundial para 2031, y que se suma al tradicional reciclado mecánico.
El reciclado en Argentina es una práctica creciente, dinámica, receptora de inversiones y creadora de empleo. Para mejorarlo e incrementarlo se están incorporando de manera permanente más y nuevos equipos de tecnología avanzada con los que se aumenta la eficiencia de estas tareas. Si bien la industria del reciclaje ya cuenta con una fuerza laboral -compuesta por más de 50.000 personas que trabajan de manera directa e indirecta- en cooperativas de recuperadores urbanos y 150 empresas presentes en varias ciudades- tiene gran potencial para continuar creciendo a través de la sinergia entre lo público y lo privado. Hay también renovadas oportunidades para seguir trabajando colaborativamente para que los plásticos puedan reciclarse y contribuir cada vez más a la economía circular.